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natalia.gomez@eluniversal.com.mx
La mujer que escribió en 1986, con apenas 24 años de edad, el artículo “La teología de la liberación como una ideología revolucionaria en América Latina”, hoy es una negociadora dura y tenaz, a quien le agradecen sus contrapartes ser clara y sin dobles lenguajes, porque así saben a qué atenerse.
De esta forma se ha expresado en los últimos años en temas como migración, violencia, derechos humanos, corrupción, narcotráfico o crimen organizado. Es Roberta Ann Jacobson, la próxima embajadora de Estados Unidos en México.
Es la misma mujer que ha dicho, hace más de un año, que México no puede alcanzar su máximo potencial si no puede controlar el problema de la violencia.
Roberta Jacobson es quizá la funcionaria estadounidense que hoy más conoce a México y quien mejor preparada está para asumir las funciones de embajadora en el país, así la describe Arturo Sarukhán, ex embajador de México en Estados Unidos (2006-2013).
“Nos conocimos en la primera reunión ministerial de cancilleres de América del Norte, en Santa Fe, por ahí de 1999, pareciera incluso que lleva preparándose toda una vida para asumir este puesto”, dijo el diplomático de carrera.
Jacobson, quien también pertenece al servicio exterior de carrera de su país, nació el 8 de marzo de 1962. El 30 de diciembre de 1984 en The New York Times se publicó el anuncio del compromiso de Roberta Ann Steinfeld con Jonathan V. Jacobson.
Refería que la señorita Steinfeld estaba inscrita en el programa de maestría en la Escuela Fletcher de Derecho y Diplomacia de la Universidad Tufts, con especialidad en las relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica. Anteriormente estuvo en el Centro de Desarrollo Social y Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas, donde fue asistente del oficial de enlace en la prevención del delito y justicia penal.
El señor Jacobson estaba estudiando para una maestría en política pública en la Escuela John F. Kennedy de Gobierno de la Universidad de Harvard, graduado con honores de la Universidad de Williams. Antes, había sido asistente de investigación en el Centro de Empresas Transnacionales en las Naciones Unidas. El matrimonio tuvo dos hijos: Gil y Daniel.
En el currículum que el Departamento de Estado coloca en su página oficial, se refiere la cercanía de Jacobson con México. De 1996 a 2000 fue directora de Planeación Política de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental, donde manejó temas de relaciones cívico-militares, derechos humanos, ayuda al exterior y política antidrogas. Entre 2003 y 2007 fue directora del Departamento de Asuntos Mexicanos.
Habla español con fluidez, de manera pausada, y en su acento extranjero aparece una mezcla de tonos de diversos países latinoamericanos. Hay argentino, cubano y peruano.
La funcionaria ha dicho en sus primeras declaraciones en Estados Unidos sobre su designación en México: “Es un trabajo de los más importantes, es para mí un sueño tener ese puesto”.
Una imagen de su interés por lo que es México, lo representa la escena que recuerda el ex subsecretario para América del Norte, Sergio Alcocer: por cuestiones de agenda, el ex canciller José Antonio Meade, acompañado del subsecretario, visitaban Oaxaca con Roberta Jacobson, momento en el que ella mostró un interés genuino “y no de compromiso” por las artesanías y el trabajo que se empeñó en su hechura.
“Que nadie se equivoque, detrás de su gran conocimiento y profundo cariño por México, es una negociadora dura, tenaz, que siempre buscará perseguir el interés nacional de su país, pero que sabrá conciliarlo con los intereses mutuos, así como con el buen curso —con visión de futuro— de la agenda bilateral” refiere Sarukhán.
Se identifica a Jacobson como una de las principales impulsoras de la Iniciativa Mérida, el acuerdo entre Estados Unidos y México para combatir el narcotráfico y el crimen organiza do. En este problema evita la geografía de las culpas, asume el reto desde la corresponsabilidad.
“En mi experiencia aprecié mucho su rectitud, su claridad, muchas veces discrepamos fuerte, pero eso no descalificó de ninguna manera el diálogo educado que siempre tuvimos”, reconoce el ex embajador de México ante Estados Unidos durante el periodo 1992- 1995, Jorge Montaño.
La mujer a quien se le reconoce una actitud recta, genuina y pulcra cuando dialoga con sus contrapartes, también fue encargada del Departamento de Estado para asuntos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, entre 2007 y 2010.
Con su larga experiencia en el trato con los funcionarios estadounidenses, Montaño, quien también estuvo como representante permanente ante las Naciones Unidas en Nueva York de 2013 hasta inicio de 2016, identifica que algunos funcionarios de la gran potencia quieren reflejar eso, “que son de la gran potencia”.
En Roberta ve cualidades distintas, que no significan que se quita la camiseta de Estados Unidos, pero tampoco se cree dueña de la razón. “Sí que sabe ejercer como funcionaria de la gran potencia, sin lastimar, sin atropellar y eso es una cualidad extraordinariamente valiosa, porque sabe uno que está hablando con una gente que es directa, que es recta y que no va a hacer juegos fatuos o trampas en el camino”.
Para Jacobson, que ha hablado en público duramente de los derechos humanos en Cuba o Venezuela, los temas de desaparición y tortura en México serán puntos de su agenda. Su habilidad, percibe Montaño, llega a que esos temas tóxicos para la relación no generen fricciones. No adjetiva, no hay malos entendidos.
Ella tiene cuidado con las intromisiones porque sabe que pueden ser el punto de partida de una gran tensión, le resulta innecesario entrometerse para plantear posiciones, sea el tema que sea. “Eso es una habilidad de la funcionaria y lo he constatado en muchas ocasiones”.
Quienes se han sentado con ella en una mesa de diálogo, saben que en un inicio los argumentos pueden ser contrapuestos, pero ella busca la forma para no cerrarse. Encuentra lo que es bueno para ambos, lo que en diplomacia se llama el quid pro quo, o la negociación en la que una parte cede más en un tema y la otra queda comprometida a dar más en algún otro.
“Ese quid pro quo es algo de Roberta que añado como otras de sus cualidades”, refiere Montaño.
Jacobson adquirió notoriedad a partir de enero de 2015, cuando viajó a La Habana para iniciar las negociaciones hacia el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos. Así de cerca del tema cubano, como del mexicano y las modificaciones que ha tenido la relación bilateral en los más diversos temas de la agenda.
“Roberta ha sido testigo del gran cambio paradigmático en la relación, con todo y sus momentos buenos y no tan buenos, mediante el cual mexicanos y estadounidenses nos hablamos de frente y nos escuchamos mutuamente”, refiere Sarukhán.
Jacobson dice que llega a poner en contexto las declaraciones del periodo electoral en su país, donde Donald Trump ha denostado a los migrantes y a México.
A Telemundo declaró hace unos días: “Mi trabajo será construir puentes, aprecio a México y a la relación, y no quiero tener sueños pequeños para dos pueblos grandes”.