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Carlos Sada dice sentirse como caballo en el arrancadero, “con toda la adrenalina” para llegar a Washington en los primeros días de mayo. El nuevo embajador mexicano ante el gobierno de Barack Obama maneja un tono suave, pero es directo con la encomienda del presidente Enrique Peña Nieto: “México no será utilizado como punching bag de los intereses de nadie en Estados Unidos”.

El señalamiento está relacionado con los ataques de Donald Trump, aspirante a la candidatura presidencial republicana, y a los políticos que cada cuatro años la toman contra México y los mexicanos para alimentar sus campañas electorales.
El diplomático no puede ocultar su felicidad porque tuvo un proceso terso de ratificación en el Senado y “no hubo votos en contra. Eso habla de corresponsabilidad”. Y también porque rompió la marca en obtener el plácet del Departamento de Estado. En ocho días tenía el beneplácito de la diplomacia estadounidense en la bolsa.

Por eso mismo, en entrevista con EL UNIVERSAL expresa su desacuerdo en que no haya embajador de Estados Unidos en México y que el Senado estadounidense no haya ratificado la designación de Roberta Jacobson. “(Se) debilita la interlocución de los gobiernos”, suelta.

Con 25 años de experiencia diplomática en Norteamérica —21 en Estados Unidos y cuatro en Canadá—, Sada sabe de los entresijos de la política estadounidense. No nos vamos a inmiscuir en el proceso presidencial estadounidense, responde ante la posibilidad de que Trump plantee un escenario de tal naturaleza.

Tiene clara, sin embargo, la estrategia para defender los intereses mexicanos de la diatriba antiinmigrante desatada por Trump: cada golpe se responderá con datos duros de las aportaciones económicas de los connacionales que viven en Estados Unidos.

¿Qué lleva usted en su alforja como tema principal para la relación con Estados Unidos?

—Delineamos ocho ejes fundamentales derivados de la estrategia que la secretaría está definiendo a través de la canciller [Claudia] Ruiz Massieu. Empezamos desde la parte más elemental, pero importantísima, que es tratar de multiplicar los mecanismos de protección y empoderamiento de nuestra comunidad. Tenemos una comunidad inmensa que muchas veces se distorsiona también. ¿Por qué? Somos 35 millones de mexicanos y mexicano-estadounidenses, y automáticamente la gente piensa que los 35 millones tienen un grado de vulnerabilidad, lo cual no es cierto, porque, de esos, 23 millones son ciudadanos estadounidenses y de los 12 que restan 6 millones son residentes legales, tienen sus papeles en orden, y los otros 6 millones son los que sí tienen mayor grado de vulnerabilidad, pero no podemos olvidar a ninguno.

Todos tenemos la obligación, nosotros, de protegerlos en los 49 consulados. Por eso el primer eje de esta estrategia es cómo reestructuramos los consulados para tener todas las opciones posibles para nuestra comunidad.

Y últimamente hemos estado enfatizando bastante algo que hemos hecho, pero no tan sistemáticamente, que es para aquellos que tienen la residencia legal, estos millones de mexicanos; no todos tienen la posibilidad de inscribirse para ser ciudadanos estadounidenses porque todavía no han pasado los cinco años de regla que solicita el gobierno de Estados Unidos, pero de ellos hay un gran porcentaje, 3 y medio millones que lo podrían hacer.

No se ha enfatizado demasiado y nosotros los mexicanos somos un tanto apáticos, lo puedo decir, de no dar el siguiente paso. Llegamos hasta ser residentes legales y piensan que con eso están totalmente protegidos, pero no es cierto. Una persona que cometió un delito hace 20 años aunque sea residente puede ser detenida y deportada y dividir a sus familias.

Una gente que hoy es residente legal mañana comete un delito y es deportado; una gente que es ciudadana no es deportada, además de que se tienen los beneficios de ser ciudadanos de pleno derecho.

¿A qué me refiero? A que por supuesto tienen accesos a mejores créditos, a mejores universidades y trabajos, y algo que enfatizamos es que estamos buscando que nuestra gente sea doble nacional y que se vayan construyendo sociedades binacionales. La nacionalidad mexicana no es renunciable y los mexicanos podemos tener no sólo una o dos, sino tres, cuatro, cinco nacionalidades, las que queramos.

Entonces, ahí necesitamos obviamente que nuestra red consular, los 49 consulados, estemos trabajando con el mismo discurso, con la misma estrategia y, sobre todo, convencer a nuestros compatriotas de que es la mejor forma de estar protegidos y que cuando vengan a México entren con pasaporte mexicano y cuando regresen a Estados Unidos regresen con pasaporte estadounidense, esa es la forma en que funciona.

No hacerlo genera esta diatriba que estamos viendo y usted llega en un momento muy complicado, especial, para no calificarlo, en un proceso electoral en donde un candidato a la presidencia, Donald Trump, trae un discurso antimexicano.
—Efectivamente, es precisamente por eso, porque no hemos tenido la habilidad de pensar un poco, no nada más en coyunturas, sino a mediano y largo plazos. Espero que esta coyuntura actual sí sea un despertar en el sentido de que pensemos cómo nos queremos ver reflejados, cómo nos queremos ver ante la sociedad estadounidense.

Debo decirle que estos efectos negativos no son abrazados por la mayoría de la población. Si usted hace una encuesta, y hay muchas encuestas de cómo ve la sociedad de EU el tema de los inmigrantes indocumentados, un 63-64% está de acuerdo en que haya un grado de regularización de los mexicanos. ¿Por qué? Porque contribuyen, porque necesitan de ellos, porque saben que son parte fundamental de la productividad de la economía estadounidense y porque además nuestra gente es extraordinaria, con una gran lealtad, con una gran capacidad de trabajo que no se puede borrar de la noche a la mañana, está ahí.

Pero discursos como el de Trump nos traen nuevos estereotipos: el narcotraficante, el delincuente que abusa de sus mujeres. ¿Cómo contrarrestar este discurso que en alguna parte de la sociedad estadounidense pudiera estar permeada frente al nuevo estereotipo de un mexicano que trabaja, que aporta, que paga sus impuestos?

—Eso es justo el reto, cómo cambiar la línea de argumentación, cómo poder posicionar las contribuciones permanentes en los mexicanos. Eso tiene que ser a través de campañas de comunicación, de campañas de relaciones públicas y también llegar a los actores importantes. Esto no puede ser sólo una acción de gobierno, tiene que ser una acción concertada con diferentes jugadores tanto en Estados Unidos como en México. Creo que a ningún mexicano le da gusto que lo ofendan, pero ha sido precisamente por no tener una consistencia en ese mensaje.

Hoy por hoy, por cada dólar que exporta México, no sólo a Estados Unidos, sino a cualquier parte del mundo, 40% es integración americana, 40% de ese dólar son productos que vienen de Estados Unidos y nosotros lo ensamblamos. Van dando vueltas seis y siete veces muchos productos de un lado a otro de la frontera. Es una integración económica que se dio.

¿Quién maneja ese discurso fuera de las fuentes oficiales o algunas gentes que lo conocen? Muy poca gente. Y México es un país extraordinariamente sofisticado.

Entonces, son una serie de actores y tenemos que irle dando cohesión, pero lo importante es que sea sistemático, que no sea reaccionar ante una coyuntura como lo hemos hecho en años anteriores, porque cada que hay una campaña política-electoral sale el tema de México y el beneficio que obtienen los políticos es muy fácil atacando a México y sin ninguna consecuencia. Es algo que no sucede con otros grupos étnicos; entonces, no hemos sabido promoverlo.

¿Cómo tener una consecuencia? ¿Cómo lograr una consecuencia, por ejemplo, frente al discurso de Trump?

—En este momento, presentando argumentos. Si hay un ataque de ciertas características, tenemos argumentos muy sólidos. Por ejemplo, si habla de tránsito bilateral económico, nos estamos beneficiando las dos economías, no es en un sólo sentido. En Estados Unidos se generan más de 6 millones de empleos precisamente por las exportaciones a México y se generan una serie de nuevas oportunidades por lo que está sucediendo en México y por la inversión extranjera directa. Déjeme decirle que México tiene un mayor número de acuerdos comerciales que Estados Unidos, y México puede llegar a muchos más países que el mismo Estados Unidos por ese propósito que se hizo el país de abrir la economía.

Entonces, una empresa alemana que invierte en México no sólo está ayudando al país, está beneficiando a Estados Unidos también. Y tenemos que considerarlo como un concepto regional, tenemos que estar conectados con que estamos compitiendo con el mundo, con todas las economías. Hacia allá tenemos que mirar, entender que lo que pase en México es beneficioso para Estados Unidos.

¿Pareciera que la estrategia va a responder cada golpe de Donald Trump o de cualquier otro político que quiera desacreditar a México con información, con datos duros?

—Eso es justo. No se trata de subirse al ring para responder en la misma forma. Me parece que no, eso es rebajarse a un nivel, por supuesto no lo vamos a hacer. Pero sí posicionar los temas con información dura, con información sólida y que empiece a generarse la credibilidad que debemos tener, porque la relación es muy profunda, el nivel de amistad es también de primer nivel. El público americano, la sociedad estadounidense es muy generosa en aceptar a nuestra gente, pero ese segmento que está siendo contaminado por estos discursos antiinmigrantes sí preocupa y es ahí donde tenemos que actuar, porque va en contra de los mexicanos más vulnerables.

Recientemente publicamos una entrevista con el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y antes con el presidente Enrique Peña Nieto en las que de alguna manera descalificaban la actitud de Trump respecto a esta retórica, de los ataques que ha lanzado a México en el contexto electoral. ¿A usted le dio una indicación (el Presidente) respecto a este personaje? ¿Cómo tratarlo? ¿Cómo afrontarlo?

—No en particular, pero sí con la orientación muy clara de defender los intereses de México y los mexicanos, y eso tiene una connotación muy amplia de donde podemos derivar una serie de acciones específicas, como a las que me refería hace rato y, por supuesto, tenemos que ir generando más inventivas para que nuestra gente sea cada vez menos vulnerable.

Otra vez el tema de la migración, por ejemplo, ha sido acogido de diferentes ángulos y perspectivas por diferentes estados de la Unión Americana. Si tomamos lo que pasa en California, y lo cito en múltiples ocasiones porque es la meca de los mexicanos en Estados Unidos, pero sobre todo porque las autoridades locales han cambiado las legislaciones para beneficiar a migrantes indocumentados.

El 1 de mayo entra en vigor una nueva disposición que fue producto de una ley de un senador de Estados Unidos para que los mexicanos menores de 19 años, no sólo mexicanos, sino los indocumentados, tengan cobertura médica gratuita; eso no existe a nivel general. Las licencias de manejo que incorporaron 15 estados son legislaciones locales. Los dreamers que tienen apoyos económicos para muchachos que son talentosos.

Eso se ha trabajado a nivel local y quiero decirle que tenemos un grado de confianza muy alto con los legisladores locales que han hecho este trabajo de manera extraordinaria, que mucho ha protegido los intereses de colectividades grandes de mexicanos, de mexicano-estadounidenses.

Ellos son a los que obviamente tenemos que proteger como gobierno mexicano porque sí se pueden cometer injusticias y nuestro papel también es trabajar con las autoridades locales. Entonces, dependiendo cómo vayan dándose las campañas nosotros tenemos que ir reaccionando en consecuencia. Por eso es una respuesta larga a la pregunta que me hizo: la indicación que me hizo el Presidente es proteger a toda costa los intereses y la integridad física de los mexicanos.

Si se encuentra a Trump en Estados Unidos, si lo viera cara a cara, ¿qué le diría sobre México, sobre su discurso?

—Si tuviera la oportunidad, por supuesto que está tratando de manera injusta a México como un país, que es un país que ayuda a la productividad de Estados Unidos, que es un país que ha generado una integración, que ha costado mucho tiempo generar un concepto diferente de sociedad, de armonía entre los países; que lo que está haciendo genera reacciones negativas en algún segmento de la población, pero también aquí en México genera reacciones no sólo de defensa, sino de señalamientos de que no tiene que insultar y que ese tipo de discurso lo único que hace es afectar. Me parece que sí es un grado de irresponsabilidad.

En la agenda bilateral siempre ha habido altas y bajas en temas como migración, narcotráfico... Sobre este combate al narcotráfico, ¿cuál sería la agenda? ¿Cuál sería el tema de los derechos humanos, pensando Ayotzinapa, pero también en el reciente video en el que se ve a elementos del Ejército y de la Policía Federal en un acto de tortura?

—El caso de seguridad es un tema de doble responsabilidad o corresponsabilidad porque la seguridad tiene también que ver con el crimen organizado, que está relacionado con el tema de las drogas y las armas. Creo que ahí tenemos que poner los ingredientes sobre la mesa, ¿qué se ha hecho? Conozco muchas de las instituciones en ambos países que están cotidianamente tratando de avanzar en esos temas. A veces se avanza más en uno; no podemos pensar que es responsabilidad de Estados Unidos o de México exclusivamente este tema.

El tema de las armas es muy delicado en Estados Unidos. Como ustedes saben, es parte de la Segunda Enmienda constitucional que le da todo el derecho a los ciudadanos. Así lo decidieron ellos y obviamente respetamos su constitución, como nosotros pedimos que la nuestra también se respete, pero lo que sí no vemos con buenos ojos es que parte de esas armas se exporten a México sin que haya ningún control, y eso genera en nuestro país situaciones de violencia con armamento sofisticado. Me parece que ahí podríamos avanzar en ese sentido.

El tema de los derechos humanos creo que es un tema del crimen organizado. Hay situaciones que son mucho más complejas, pero creo que todos los mexicanos, al igual que las autoridades de México, estamos comprometidos en avanzar en el tema de las garantías. No es una situación tan fácil, me ha tocado ver varios de los reportes del Departamento de Estado, como el que acaba de sacar, y en el contexto global de este reporte se habla bien de México, de los avances. Se señala que hay casos en donde hay violación de derechos humanos, como desafortunadamente hay en todo el mundo.

Esto que sucedió, lo del video, por supuesto se castigó a los culpables y me parece que México está convencido de que tenemos que seguir evolucionando en el tema de los derechos humanos.

¿Ayotzinapa lo ve en la agenda?

—No necesariamente. Es un tema que se está llevando bien aquí. Por supuesto, estos casos tienen repercusiones en todo el mundo. Prácticamente ha sido muy visible y creo que lo que queremos todos los mexicanos es que se llegue a las conclusiones definitivas, que es la convicción del gobierno de México, para que podamos ir avanzando, pero obviamente todos tenemos interés en que este asunto tenga claridad suficiente.

Nosotros hemos tenido la información, hemos tenido también el mandato de estar muy pendientes para poder comunicar cuáles son los pasos que se han seguido y que, obviamente, me parece que es un empeño del gobierno de la República de dar la información con la mayor claridad.

Sobre su perfil, ¿qué le aporta usted a la relación y qué le ofrece para tener ese tipo de contactos en su propio país?

—La dinámica de la relación es muy intensa. No se puede hacer, sobre todo en estos momentos, un alto en el camino para empezar la capacitación. En mi caso, creo que conozco bastante a fondo cómo se mueve el sistema político (de Estados Unidos), cómo se mueven las economías locales, cómo se mueven los actores en los estados.

Entonces, estoy tomando una estafeta sobre la marcha: en mi primer día tenemos parte de una estrategia para hablar con legisladores que son claves de ambos partidos para hablar con los grupos económicos que son importantes, para hablar con parte del Ejecutivo con el que tenemos una relación permanente: Departamento de Estado, Departamento de Justicia..., que llevan diferentes temas.

No voy a ver qué está pasando, sino que voy a ver cómo podemos inmediatamente tener abiertos estos contactos y canales de comunicación porque muchas veces también es falta de información de los actores principales en Estados Unidos y, sobre todo, la conexión que tiene que ver con el Ejecutivo que se hace permanentemente.

Es una coyuntura complicada, nunca ha sido fácil la relación con Estados Unidos por los grandes temas que se tocan, por los grandes intereses que existen, pero ciertamente vamos con ese bagaje de haber vivido en muchos lugares de Estados Unidos, haber viajado con gobernadores en múltiples ocasiones de Estados Unidos a México. No voy a ver de qué se trata, sé cómo funcionan los mecanismos.

¿Cuál sería la labor del embajador para que en estos momentos, cuando está el proceso electoral de Estados Unidos, no se interprete en cualquiera de los dos partidos que México está apostando a algunos de los candidatos de la presidencia de ese país? ¿Cómo lograr ese equilibrio?

—No tenemos injerencia en los procesos políticos ni domésticos, ni estatales, ni federales. Somos muy respetuosos de las decisiones del pueblo estadounidense, como pedimos ese mismo respeto para cuando nosotros tenemos elecciones.

Lo que estamos haciendo es algo que se da de manera sistemática, no sólo por México, se da por muchos otros países que tienen presencia en Estados Unidos y son reglas que existen para hacer llegar los mensajes a los legisladores. Si yo me siento con un senador de cualquiera de los dos partidos, ¿qué es lo que voy a hacer? Pues mire esto es lo que está pasando, usted tiene en el estado que representa tantas empresas, las cuales están exportando a México tanto, están generando tantos empleos en su lugar de origen, que eso es algo que le interesa a todo mundo.

Me parece que con argumentación sólida podemos ir avanzando en esta agenda y cambiando la perspectiva de las cosas. Posiblemente, son de los temas que no hemos desarrollado con tanta consistencia.

Entonces, es parte de nuestra responsabilidad y no es inmiscuirse de ninguna manera en los asuntos domésticos, de elecciones, sino sí ir a decir; para eso estamos, para ir a decir qué cosa es México y cómo está.

La pregunta es imaginando que Trump pudiera decir “México se está metiendo en la elección de Estados Unidos”.

—No hay argumentos que soporten ningún tipo de declaraciones en ese sentido. Somos muy respetuosos, entendemos perfectamente bien cómo se manejan las cosas, cómo manejan ellos su interlocución con el gobierno de México, las diferentes instituciones que tienen presencia, hacen lo propio siguiendo las reglas, que están muy claras. Somos aliados, creo que somos los mejores aliados de Estados Unidos: un país trabajador, mexicanos que tienen una mano de obra extraordinaria que es reconocida, una integración económica, en muchos lugares social, los valores que llevamos los mexicanos al cruzar la frontera nos los llevamos: los valores familiares, los valores de integración, valores religiosos, aparte de nuestra gastronomía, de todas las manifestaciones culturales que tenemos. Eso es lo que se debe de entender y que no nos tomen en “piloto automático”.

Y en esta estrategia el sector privado es fundamental porque una exportación está beneficiando al que vende y al que compra. Entonces, no es una función sólo de un gobierno, tiene que entenderse en una dimensión integral, es por eso que apostamos mucho a que esta nueva estrategia incorpore a más actores.

El papel del sector privado es fundamental. Tenemos casi 600 mil millones de dólares al año en los dos países de intercambio comercial, 1.3 mil millones de dólares que cruzan la fronteras todos los días.

Lo que queremos evitar es que cada año, cada cuatro años, pero en campañas locales, sea recurrente el que México sea el villano favorito.

Se ha dicho que el embajador de México en Estados Unidos debe tener una interlocución directa con el presidente en turno, en este caso con Enrique Peña Nieto, ¿cómo es su relación?, ¿cómo será su interlocución?

—Tuve la oportunidad de platicar con el Presidente, que muy amablemente me hizo una invitación para tener un diálogo y para seguir sus instrucciones. Me dio absolutamente toda su confianza. Me dijo: ‘tú llevas la representación del gobierno de México’. Entonces, cuando sea necesario tengo el acceso al presidente de México.

En la parte de su nombramiento, ratificación y el beneplácito, como se llama en el lenguaje diplomático, parece que fue fast track en ambos casos.

—Sí, estoy muy impresionado. Habla muy bien del interés de que tengamos un representante permanente en Washington, porque habla de la utilidad de un diplomático que está representando los intereses del país vecino.

Me siento muy complacido de que en el tiempo récord de una semana teníamos el plácet para que pudiera ir al Senado mexicano y solicitar la ratificación del nombramiento con el que el Presidente me honra, y también la secretaria [Claudia] Ruiz Massieu, que ha sido una líder extraordinaria en manejar los intereses en ese sentido.

Espero que este interés obviamente se traduzca en que tengamos un diálogo lo más profundo posible, y que la confianza siempre se genere de manera bilateral, que tengamos toda la confianza en nuestros vecinos, amigos, socios. Pero de la misma manera de allá para acá, y eso es lo que se tiene que seguir construyendo para que sean relaciones sólidas de mediano, largo plazo y no utilizar a un país como punching bag de los intereses de nadie.

En los términos en los que se dio el cambio, con un embajador anterior que duró un breve lapso, que en diplomacia no es una situación regular, ¿cómo tomó Washington este cambio?

—Creo que lo tomó bien, al grado tal de que me dieron el beneplácito, de inmediato, prácticamente. Ellos responden a la solicitud del gobierno mexicano, así como nosotros respondemos a la solicitud cuando hacen la propuesta para un nuevo embajador.

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