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politica@eluniversal.com.mx
Lo mismo, pero no es igual. Los legisladores se trasladan de Paseo de la Reforma al recinto histórico del Senado, encienden los candiles del legendario salón de sesiones para desahogar la asamblea de hoy del pleno de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, que es como un hueso sin tuétano o una flor sin aroma, pues ya no hay tiempo calendario para ningún forcejeo político ni para amagar a nadie desde la oposición o del partido en el poder.
Diputados y senadores integrantes de la Comisión Permanente se instalan en los escaños en el orden habitual: panistas a la derecha, priístas al centro y los de izquierda, allá mismo. Miguel Barbosa Huerta (PRD), quien ha dispuesto que la penúltima sesión sea aquí y la última, el próximo miércoles, también.
En ese escenario será el término de su presidencia de la Cámara Alta.
Aquí, en Xicoténcatl 9, los legisladores están más próximos en el salón con áreas de maderas, candiles, ocho grandes ventanas, más de escenografía, porque no dejan mirar a ningún lado, así como una Mesa Directiva más corta que la del moderno edificio del Senado, conforman una atmósfera de cercanía, en la que los diputados y senadores discuten “más sabroso” que en la sede actual de Paseo de la Reforma e Insurgentes.
A las 11:32 horas, Barbosa toca la campanilla que legalmente marca la apertura de la sesión del pleno. Cederá el timón a Manuel Añorve (PRI), a Luis Sánchez (PRD) y a Martín Alonso Heredia (PAN), y ellos darán turno en la palabra para discusiones de distintos temas, con “bateo libre”, lo que dará lugar en la tribuna una y otra vez a Fernando Belaunzarán (PRD), Fernando Rodríguez Doval (PAN), Lilia Aguilar Gil (PT) y otros diputados.
Larga tediosa, como siempre, es la lectura de los trámites, incluidos en el trabajo del órgano legislativo, y luego en las intervenciones sobre temas reservados, comentar sobre feminicidios, el caso de la Narvarte, abren espacio para las andanadas de la oposición dedicadas al gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, “cliente permanente de cada sesión”, dicen diputados y senadores que departen en este recinto histórico, donde en el patio descansa una efigie de don Belisario Domínguez.
Como hace tres años, cuando llegaron a la 62 Legislatura en San Lázaro, los diputados se desenvuelven con la pila completa. Sólo le resta a este grupo que representa la Cámara Baja, la sesión del siguiente miércoles, cuando se concluye la presentación de posiciones, la presidencia de la sesión obsequia otros turnos.
Esta es una sesión con oportunidad para la foto en la tribuna de Xicoténcatl, que ya no se abre a sesiones plenarias, y en los escaños el dominio del espacio es más humano, cómodo, respecto de la sede nueva del Senado, y no se diga del salón gigantesco de la Cámara de Diputados. Quizá toda la casona quepa en la sala de sesiones del palacio de San Lázaro.
Reconocen en lo funcional la casona con patio remozado. El salón de sesiones está en condiciones óptimas para el trabajo legislativo. La espaciosa planta baja ofrece ahora espacios para reuniones y en la calle de Donceles, lo de siempre, camionetas estacionadas, unas vallas metálicas para el control en torno de los accesos.
Se quejaban en tribuna que la distancia entre políticos y la sociedad es cada día más grande.
Con toda razón. El miércoles clausuran en definitiva la 62 Legislatura que con todo ya es histórica.