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politica@eluniversal.com.mx
Al arribar al penal de Alta Seguridad de El Altiplano junto con el titular de la Secretaría de Gobernación y los senadores Omar Fayad, presidente de la Comisión de Seguridad Pública, e Ismael Hernández, de la Comisión Bicameral de Seguridad Nacional, fuimos recibidos por el comisionado Nacional de Seguridad Pública, el director del Cisen, otros funcionarios de esa secretaría y autoridades del penal de “máxima seguridad”.
Al ingresar a las instalaciones del penal y después de cumplir con la revisión individual obligatoria pasamos un primer filtro hacia el área administrativa, un segundo filtro al lado de la zona de visita íntima y posteriormente, por alrededor de 10 esclusas de seguridad [las esclusas son puertas programadas para abrirse una vez que ha sido cerrada la puerta anterior], ingresamos a la zona de dormitorios.
Era la hora del “rancho”. El personal del centro penitenciario servía los alimentos a los internos que no permanecen segregados de la población penitenciaria, quienes con curiosidad seguían el paso del numeroso grupo que se dirigía a la zona especial de máxima seguridad que resguarda a internos de mayor peligrosidad.
Una vez ahí, recorrimos un pasillo que alberga una decena de celdas, todas de las mismas dimensiones, algunas con puertas de rejas, otras selladas con una lámina de acero con una pequeña mirilla para observar su interior. Al final del pasillo se encuentra la que fuera la destinada a Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, el poderoso capo sinaloense.
La celda, no mayor a 10 metros cuadrados, cuenta con una cama individual, una pequeña mesa con un banquillo, todos de cemento, y dos pequeños compartimientos divididos por muros de baja altura, para salvaguardar de la vigilancia de una cámara de video que opera las 24 horas del día, la privacidad del interno en el servicio sanitario y la regadera.
Al ingresar a la celda ubicamos la cámara de vigilancia y sus puntos ciegos; y al lado de la puerta, en el piso donde se ubica la regadera, un hoyo cuadrado, casi perfecto, de aproximadamente 60 centímetros por lado, suficientes para dar cabida a una persona de la talla de El Chapo. Junto a éste, el pedazo de concreto, de unos 12 centímetros de espesor, presumiblemente expulsado hacia el interior por un gato hidráulico.
Debajo del piso se encuentra un ducto para las instalaciones sanitarias [drenaje y agua] y debajo de éstas un segundo corte del concreto de las mismas dimensiones que abre paso a un profundo tiro que conduce al túnel. Tras un amplio intercambio de opiniones que a los peritos y a la autoridad responsable de la procuración de justicia compete esclarecer, regresamos por el mismo derrotero para trasladarnos, a lo largo de 20 minutos, por caminos asfaltados y de terracería hasta la casa desde la cual se construyó el pasadizo.
Una vez en el lugar, hubo que esperar a personal de la Procuraduría General de la República para retirar los sellos de resguardo y abrir los candados.
Al interior de una amplia nave, se encontró una boca de túnel, bien apuntalada, bajo la cual se halla un primer estanco de menos de tres metros de profundidad, donde se encuentra una potente planta de luz, un malacate eléctrico, material de desecho, un par de camastros y otros enseres, así como un segundo tiro, de cerca de 9 metros de profundidad, donde inicia el paso irregular, bajo un suelo de tepetate, pocas filtraciones de agua con alturas que oscilan entre 1.30 y 1.80 metros de altura y una longitud de 1.5 kilómetros. A lo largo se instaló un par de rieles sobre los que se adaptó una motocicleta con dos pequeños carros de llantas férreas, con los que se extrajo el material producto de la excavación y, probablemente, se trasladó el hoy prófugo.
El espacio cuenta con instalaciones eléctricas, tubería PVC para inyectar aire, incluso tanques de oxígeno, dadas las condiciones de profundidad y distancia del túnel.
Una vez recorrido un importante segmento del pasadizo regresamos a la superficie, para conocer las demás instalaciones del lugar. Un terreno cercado con un muro de baja altura donde se presume se vertió parte del material de desecho y una casa en construcción que cuenta con una amplia estancia, tres recámaras, un baño, y una cocina con alimentos suficientes para un importante número de personas.
Realizada esta inspección ocular y compartir opiniones, se dio por terminada la visita.