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El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, pidió ayer el respaldo de los votantes durante los últimos actos de campaña antes del referéndum de hoy que podría endurecer su control sobre el país.
Erdogan compareció ayer en cuatro actos electorales en Estambul. Señaló que una victoria del “sí” allanará el camino a la restauración de la pena de muerte en el país, mejorará la seguridad, la estabilidad y el crecimiento económico. Hay mucho en juego: una victoria del “no” mantendría el sistema parlamentario instaurado con la fundación de la República de Turquía en 1923, en el que el primer ministro dirige el gobierno, mientras que el presidente, neutral respecto a los partidos, asume funciones representativas.
Pero si gana el “sí”, Turquía se convertiría en una república “hiperpresidencialista”, en la que la figura del primer ministro será abolida y Erdogan, presidente desde 2014, asumirá todo el poder Ejecutivo, podrá componer su gabinete de ministros sin pasar por el Parlamento y sus decretos tendrán fuerza de ley. También tendría permitido pertenecer a un partido político. Entonces Erdogan podría volver a convertirse en presidente del Partido de la Justicia y el Desarrollo, AKP (hasta ahora, tenía que cortar todos los lazos con su partido una vez electo).
Están convocados a las urnas 55.3 millones de turcos. Los 2.9 millones que viven en el extranjero ya votaron. Los sondeos dan una leve ventaja al “sí”. La reforma, si es aprobada, se comenzaría a aplicar en 2019 y abriría la puerta a que Erdogan pueda ser presidente con amplios poderes hasta 2029 o incluso hasta 2034.
El resultado definirá también las tensas relaciones de Turquía con la Unión Europea (UE), con la que el régimen de Ankara tiene un pacto por el cual frena el flujo migratorio. Erdogan dijo que podría revisar este acuerdo.
La oposición advirtió del peligro de darle más poder al presidente. Indicó que es un paso hacia un mayor autoritarismo en un país donde fueron arrestadas 40 mil personas y 120 mil fueron destituidas o suspendidas de sus trabajos en la ofensiva que siguió a un fallido golpe de Estado en julio pasado. Para la oposición, la victoria del “sí” significaría continuar con una larga serie de derrotas. Su poder de actuación en el Parlamento se restringiría aún más con el aumento de poder del presidente. Además, temen ser blanco de más persecución.
El “no” para Erdogan significaría la derrota más amarga en su carrera política. Sin embargo, seguiría siendo presidente dado que su legislatura no finalizará hasta 2019. Se especula que de no ganar el “sí”, podría alargar el estado de emergencia decretado tras el golpe y convocar nuevas elecciones.
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