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El caso de Odebrecht es "muy grave", pero también muestra un "lado positivo", ya que fomentó que numerosas instituciones y ciudadanos se unieran y reclamaran un cese de la corrupción en América Latina, explicó hoy el director para las Américas de Transparencia Internacional (TI), Alejandro Salas.
"En el caso de Brasil, por ejemplo, ahora hay autoridades valiosas que están haciendo su trabajo y dando la cara", afirmó Salas en una conferencia en la Casa de América en Madrid, donde se debatió sobre la respuesta ciudadana a la corrupción.
El escándalo por los sobornos de la constructora brasileña Odebrecht se destapó en 2015 y afecta a varios presidentes y expresidentes latinoamericanos, entre ellos, al peruano Alejandro Toledo, ahora prófugo de la justicia, que habría aceptado cerca 20 millones de dólares de la constructora.
El politólogo mexicano argumentó que esa macrotrama hizo que se generara "una competencia entre países", un hecho que llevó también a la detención de otras autoridades supuestamente corruptas en Colombia y en Perú.
La desaparición forzada en 2014 de los estudiantes de Ayotzinapa (México), los papeles de Panamá o la red de corrupción aduanera en Guatemala "La línea" son algunos de los casos de corrupción que ha sufrido la región en los últimos años.
Sin embargo, según destacó Salas, no existe ninguna forma científica de saber si la corrupción ha descendido o aumentado en Latinoamérica en los últimos cinco o diez años.
"El hecho de que ahora surjan tantos escándalos significa que se está investigando más y que ahora el tema es más visible e importante", señaló el responsable de la ONG.
El fortalecimiento de las instituciones públicas, el combate de la pequeña corrupción, que "termina desgastando a las instituciones" y el fomento del pluralismo en la prensa son algunas de las claves para poder acabar con la corrupción, explicaron los ponentes durante la conferencia.
"La democracia no termina con el voto: uno tiene que cuestionar a las autoridades y alzar la voz cuando es necesario", concluyó Salas.
La corrupción aumentó en América Latina durante 2016, según el Índice de Percepción de Corrupción (informe anual de Transparencia), que señaló que sólo dos países latinoamericanos aprueban en este ámbito (Uruguay y Chile), mientras que otros once empeoraron sus datos con respecto al año 2015.
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