El Partido Socialista Español (PSOE) comienza el camino hacia unas elecciones primarias fratricidas en las que se enfrentan modelos de partido incompatibles.

Tres candidatos se disputarán la dirección socialista en una votación prevista para el 21 de mayo. La última en presentar su proyecto fue, el domingo pasado, Susana Díaz, la presidenta de Andalucía y favorita del aparato. Enfrente tendrá a Pedro Sánchez, el anterior secretario general, quien fue depuesto por el partido cuando intentaba cerrar un pacto de gobierno con Podemos. El tercero en liza es Patxi López, un candidato intermedio entre el rupturismo de Sánchez y el institucionalismo de Díaz.

El anuncio de Díaz es la noticia política más esperada del año. En su presentación la arroparon los antiguos presidentes socialistas Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, junto a la mayoría de líderes históricos y cientos de cargos del partido.

Susana Díaz preside la federación con más militantes del país y desde hace tres años se esperaba que diera el paso para dirigir el partido a escala nacional. El domingo aseguró que ha decidido hacerlo “por el PSOE y por España” en un momento en el que la formación amenaza con caer en la irrelevancia como tercera fuerza política, ahogado a la derecha por el Partido Popular y a la izquierda por Podemos.

Los grandes medios de comunicación también se alinean con Díaz y su apuesta por un socialismo institucional, en oposición a la deriva reivindicativa que ha tomado la campaña de Sánchez, quien se presenta como el candidato de las bases, enfrentado a los poderes fácticos.

Desde la rebelión interna que en octubre depuso a Sánchez (que venía de perder dos elecciones consecutivas con los peores resultados de la historia del partido), el PSOE está dirigido por una gestora. La primera actuación de ese órgano provisional fue abstenerse en la investidura presidencial para dejar que Mariano Rajoy revalidase su gobierno conservador, rompiendo con el atasco político en el que España llevaba un año.

Esa decisión creó un cisma en el PSOE. Sánchez, al que no le queda ninguno de los apoyos orgánicos que tenía como secretario general, reivindica “un socialismo de izquierdas” contra una cúpula del partido domesticada. Díaz se erige en portavoz del socialismo “responsable”, ajeno a la influencia populista de Podemos que asegura que ha atrapado a su rival.

El vasco Patxi López cuenta con pocos argumentos desequilibrantes. Los partidarios de Sánchez aseguran que López sólo pretende robarle votos a éste para luego pactar con Díaz.

Desde 2014 el PSOE elige de forma directa su secretario general. Está previsto que antes de la votación de mayo, los tres candidatos protagonicen al menos un debate para exponer sus programas. Unos 190 mil militantes tienen derecho a votar. Desde el momento en que el censo definitivo sea aprobado este fin de semana, López, Sánchez y Díaz tendrán 14 días para recoger 5% de firmas de militantes necesarias para ser oficialmente candidatos.

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