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La presidenta de Corea del Sur, Park Geun-hye, nombró hoy a un nuevo primer ministro y dos miembros del gabinete en un intento de contener la indignación generalizada por un mayúsculo escándalo en el que confluyen corrupción, tráfico de influencias y religión.
Kim Byong-joon, un político de tendencia progresista en contraste con el conservador gabinete de Park, asumirá el cargo de primer ministro junto a los dos nuevos titulares de Finanzas y Seguridad Pública, Yim Jong-yong y Park Seung-joo, respectivamente, si así lo refrenda la Asamblea Nacional (Parlamento) en un plazo de 20 días.
No obstante, la confirmación de los tres nominados, a los que se sumarán próximamente las designaciones de altos funcionarios de la Casa Azul, se plantea difícil ya que los dos principales partidos de la oposición -con mayoría en el Parlamento- han anunciado un boicot.
Consideran que, con los relevos, la jefa de Estado busca eludir una investigación a fondo y aferrarse al cargo a pesar de las crecientes peticiones de dimisión en pleno torbellino político y social por el mayor escándalo político de los últimos años, bautizado como "Choi Soon-sil Gate".
Choi Soon-sil, una mujer de 60 años sin cargo público y hasta ahora desconocida, podría haber usado su amistad con la presidenta para influir en políticas del Gobierno, captar y desviar generosos fondos procedentes de donaciones e incluso impulsar la carrera deportiva y académica de su hija, según sospecha la Fiscalía.
Los fiscales solicitaron hoy al juez una orden de detención permanente para Choi, que ya permanecía desde el lunes bajo arresto preventivo, mientras siguen rastreando sus documentos y cuentas bancarias para calibrar la magnitud del caso y presentar cargos.
Tras varios indicios de tráfico de influencias -como la concesión de privilegios universitarios y deportivos a su hija- el escándalo estalló la semana pasada, cuando la cadena local JTBC publicó documentos hallados en una "tablet" perteneciente a Choi Soon-sil.
El dispositivo contenía discursos políticos de la presidenta ampliamente editados por su amiga con días de antelación, algo ilícito al ser información confidencial, y su revelación obligó a la presidenta a pedir perdón públicamente argumentando que solo buscaba "el consejo de una amiga".
La excusa no acalló, sin embargo, las críticas y la bola de nieve siguió creciendo al revelarse que Choi gozaba de acceso ilimitado a la Casa Azul sin credenciales e incluso decidía el vestuario de Park Geun-hye, a quien llamaba habitualmente "hermana".
Los surcoreanos comenzaron a plantearse si realmente la presidenta está al frente del país o es su amiga quien maneja los hilos y hasta qué punto esta mujer sin cargo público ha dictado políticas entre bastidores, nombrado o cesado a altos funcionarios del Gobierno o amasado fortunas usando su privilegiada relación.
El pasado sábado, miles de personas (100 mil según los convocantes y 4 mil según la policía) se manifestaron en el centro de Seúl para pedir la dimisión de Park.
La sensación generalizada de que la jefa de Estado es una marioneta en manos de su misteriosa confidente ha adquirido aún más trascendencia debido al trasfondo familiar de Choi Soon-sil, hija de Choi Tae-min, fundador y líder de la secta religiosa "Iglesia de la Vida Eterna", fallecido en 1994.
El líder de la secta -un extraño culto que mezcla varias religiones- aparentemente se convirtió en mentor de Park tras convencerla de que era capaz de comunicarse con su madre asesinada en 1974, según antiguos cables publicados por Wikileaks e informes de inteligencia.
Debido a esto, medios e internautas han calificado la influencia de Choi sobre Park como "chamánica" -el chamanismo es una religión ancestral en el país que aún se practica de forma minoritaria - y la aceptación de la presidenta ha caído en picado de más del 50 por ciento a menos del 15 por ciento, según las últimas encuestas.
Los expertos consideran difícil que Park Geun-hye dimita a poco más de un año de acabar su mandato, aunque nadie duda de que este escándalo le va a causar un daño irreparable y podría arrebatarle parte de los amplios poderes reservados al jefe de Estado en esta república presidencialista.
En este sentido, el próximo primer ministro -un cargo más cercano al de vicepresidente- podría gozar de más potestades que sus predecesores ante el irreparable descrédito de la primera mujer presidenta de Corea del Sur.
jlcg