Washington.— La brecha entre el Partido Republicano y su candidato presidencial Donald Trump entró en una nueva dimensión que parece ser irreconciliable.

“Está muy bien que me hayan quitado los grilletes. Ahora puedo luchar por Estados Unidos de la manera que yo quiera”, tuiteó Trump ayer, en lo que se ha considerado una declaración de guerra en contra del conservadurismo tradicional.

La división inició tras la publicación —el viernes pasado— del video en el que se escucha al magnate hablar de manera ofensiva contra las mujeres. La cúpula conservadora se encontró con una división enorme, y con una imagen de crisis de difícil solución.

El momento clave fue que el líder republicano más importante del país, el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, se negara a dar más apoyo a Trump para concentrarse en la batalla por el Congreso, que también estará en juego en las elecciones del 8 de noviembre.

Así, Ryan se unió a otros importantes republicanos: John McCain y Mitt Romney —los dos últimos ex candidatos presidenciales del partido—, al desertar en la lucha por la Casa Blanca. “Nuestro muy débil e incompetente líder, Paul Ryan, lo pasó mal en una llamada telefónica donde sus miembros [republicanos de la Cámara de Representantes] se enfadaron muchísimo por su deslealtad”, escribió el magnate en otro mensaje.

“Los desleales republicanos son más difíciles que la deshonesta Hillary. Te atacan por todos lados. No saben cómo ganar, pero yo les enseñaré”, continuó Trump.

El gesto de Ryan es un enfrentamiento directo con el presidente del partido, Reince Priebus, quien mantiene el apoyo al candidato. La fractura es más que evidente en un partido que ha vivido altibajos en su relación con Trump: han pasado de odiarlo a aceptarlo, para regresar al odio.

“[El Partido Republicano] está en un caos realmente destacable”, declaró a EL UNIVERSAL David Karol, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Maryland.

El catedrático recordó que los conservadores ya estaban profundamente divididos desde antes y eso, precisamente, fue lo que permitió la candidatura de alguien como Trump.

El profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Boston, Thomas Whalen, explicó a este diario la situación con una metáfora: “El Partido Republicano debería renombrarse y llamarse Titanic: el iceberg que ha golpeado se llama Donald Trump”.

En su visión, el magnate ha fracturado al partido de tal forma que es “imposible” que ganen las elecciones en noviembre, que perderán “enormemente” y, auguró: “Quizá deberán esperar dos ciclos electorales para recuperarse”.

“El partido se encamina hacia la derrota”, añadió Karol, quien cree que además perderán el Senado y, con eso, facilitarán la elección de un juez progresista para la vacante que hay en el Tribunal Supremo. Y eso “tendrá consecuencias políticas a largo plazo”. A 27 días de la votación, los augurios son pésimos: las encuestas son favorables a Hillary Clinton y ahora el mayor temor de los republicanos es que el fenómeno Trump les signifique perder el control del Congreso.

“Todo esto es un desastre para el Partido Republicano”, concluyó el catedrático de Maryland.

Según explicaba el Wall Street Journal en su edición de este fin de semana, Reince Priebus decidió desviar fondos que inicialmente deberían ir a la campaña de Trump hacia batallas por el Senado.

“Los republicanos en contiendas disputadas tienen que distanciarse de Trump, y ya lo estaban intentando antes de que se filtrara el video”, aseguró Karol. Sin embargo, la nueva base de votantes republicanos viene de seguidores de Trump, y sólo con ellos “no pueden ganar” las elecciones.

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