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Madrid.— Mariano Rajoy puso fin ayer a 21 días de ambigüedades.
El presidente del gobierno español en funciones, y líder del conservador Partido Popular (PP), aceptó por la mañana las condiciones contra la corrupción que le impuso el partido Ciudadanos para apoyarlo como presidente, y por la tarde anunció que se presentará a la votación ante el parlamento el 31 de agosto.
“Estoy en disposición de acudir a la sesión de investidura”, anunció Rajoy tras una reunión con Albert Rivera, líder de Ciudadanos. A partir de hoy se constituirá una mesa en la que los dos partidos perfilarán los detalles de su pacto. Sin embargo, el camino de Rajoy no está aún despejado. Juntando los 137 diputados del PP, y los 32 de Ciudadanos, aún necesita el apoyo de siete diputados más para ser presidente.
Con el argumento de que está bloqueando la formación de un gobierno, Rajoy someterá en los próximos días a una gran presión al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) para que sus diputados al menos se abstengan en la votación. El debate de investidura será el 30 de agosto. La primera votación para ser presidente, en la se que precisa de una mayoría absoluta de 176 diputados, se celebrará el 31, mientras que la segunda (para la que basta una mayoría simple) será el 2 de septiembre.
En caso de que no salga adelante la candidatura del líder del PP y no se cierre ninguna posibilidad de gobierno distinta en el plazo de dos meses, se celebrarán unas terceras elecciones el 25 de diciembre, en Navidad.
El PP no ha tenido fácil conseguir el apoyo del partido reformista de derechas Ciudadanos. El rey de España encargó hace 21 días a Rajoy que formara una mayoría de gobierno tras las elecciones de junio. Ante el bloqueo político del que España no es capaz de salir, Ciudadanos anunció que apoyaría a Rajoy sólo si se comprometía a seis medidas de regeneración política que equivalían a admitir que el PP es una gran máquina corrupta. Tras una semana de titubeos, Rajoy acabó asumiéndolas ayer de mal grado.
Rajoy ni siquiera quiso responder a los periodistas que le preguntaron si realmente aplicaría esas medidas contra la corrupción. Contestó que esa no era una cuestión “sobre el futuro del país”, sino “sobre una etapa ya cerrada”. Fue Rivera quien anunció que consiguió “arrancarle” el compromiso al líder del PP.
La votación del 31 abre una salida al rompecabezas de la política española. Si Rajoy no logra convencer a los socialistas de que le hagan presidente, éstos deberán presentar una opción de gobierno que no parece sencilla. Pablo Iglesias, líder de Podemos, aseguró ayer que está trabajando en una coalición de izquierdas con el PSOE alternativa a Rajoy, pero el partido socialista se apresuró a desmentirlo.
Si ni el PP ni la izquierda presentan una mayoría, la votación de Rajoy el 31 de agosto al menos activa el llamado “reloj de la democracia” por el que automáticamente se daría paso a las terceras elecciones en un año. Todos los partidos aseguran que no quieren llegar a ese extremo, pero ninguno parece dispuesto a hacer concesiones reales para evitarlo.