Cleveland.— Todavía quedan grietas en el Partido Republicano de Donald Trump. Si bien el objetivo de la convención, que hoy termina en Cleveland, era demostrar cuán unidos están los conservadores estadounidenses alrededor de su candidato presidencial, ayer el senador por Texas y ex candidato Ted Cruz se encargó de dejar claro que no todo está arreglado.

El ultraconservador tejano siempre fue uno de los rivales más feroces del magnate durante la época de primarias, el que más tiempo le aguantó el pulso, y por eso se esperaba su discurso de ayer con ansia.

Si decidía dar su apoyo oficial a Trump, la unidad del partido estaba asegurada. Pero no fue así. “Voten según su conciencia, por aquellos en los que confíen que van a defender nuestra libertad y la Constitución”, expresó Cruz, y la mayoría de delegados republicanos, encabezados por la delegación de Nueva York, le regaló sonoros abucheos cuando salió del escenario.

Se truncaba así, de nuevo, la idea de Donald Trump de continuar el camino hacia la unificación del Partido Republicano a su alrededor. Incluso, el senador por Florida, Marco Rubio, enemigo íntimo del magnate hasta hace pocos meses, hizo ayer un llamado para “dejar de pelear entre nosotros y ganar en noviembre”.

En la jornada de ayer, el discurso de aceptación de la nominación vicepresidencial del gobernador de Indiana, Mike Pence, debía ser servir al magnate como gesto de buena voluntad hacia el sector más tradicional de los conservadores. La elección de Pence respondía a esa voluntad de aunar fuerzas para ganar la Casa Blanca.

Pence habló ante una nación para la que, hasta la semana pasada, era un total desconocido. “Un hombre de carácter sólido (...) que nos hará estar orgullosos de él”, le definió el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, encargado de presentarle.

“Acepto la nominación para presentarme y servir como vicepresidente de Estados Unidos”, dijo Pence solemnemente, para cumplir la tradición. Y reiteró su famosa frase descriptiva: “Soy cristiano, conservador y republicano, en ese orden”.

Mostró cierto sentido del humor y sensibilidad al explicar sus orígenes y su admiración por Ronald Reagan. Pence tiene el difícil papel de ser el pegamento que una los conservadores, el cemento que cierre las grietas que parecen no terminar de aparecer.

Unas grietas que todavía perduran en el partido, aunque cada vez menos sonoras. Y es que si algo han descubierto los republicanos en esta convención es que hay algo que les une mucho: su odio a Hillary Clinton.

La virtual candidata demócrata es el centro de toda la ira de los oradores de la convención republicana, y los gritos que piden que “vaya a la cárcel” por el escándalo de los correos electrónicos y por su “nefasta” política en sus años de servicio público se multiplican con el paso de los días.

Ayer se añadió otro lema: “Estados Unidos merece algo mejor que Hillary Clinton”, del gobernador de Wisconsin, Scott Walker.

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