Cleveland.— Donald Trump se convirtió ayer de forma oficial en el nominado presidencial del Partido Republicano de Estados Unidos, que competirá en noviembre por ser el próximo inquilino de la Casa Blanca.

El magnate neoyorkino de 70 años consiguió los votos necesarios (y esperados) en una sesión más tranquila de lo previsto y sin sobresaltos.

Ya nada se puede entrometer en el camino de Trump como líder de los republicanos. El escándalo del presunto plagio del discurso de su mujer, Melania Trump, y los intentos fallidos de impedir su victoria quedaron apagados por un triunfo incontestable de una campaña nunca antes vista, que sorprendió a propios y extraños, y que tras poco más de un año consiguió de forma imprevista el éxito de un personaje que ha basado sus propuestas en el racismo y el extremismo fuera de lo “políticamente correcto”.

Trump necesitaba el voto de al menos mil 237 de los delegados presentes en Cleveland, donde se celebra la convención del Partido Republicano.

Tras rumores de boicot del movimiento antiTrump, al final la organización manejó el evento de manera impecable para que esta vez nada se interpusiera en la fiesta del magnate.

Incluso, se modificó el orden de votación para que su estado natal, Nueva York, fuera el que le diera el voto necesario para alcanzar la cifra mágica.

No sólo eso: el portavoz del estado cedió su puesto a Donald Trump Jr., el primogénito del magnate, para que éste, rodeado de todos sus hermanos, fuese el que anunciara los votos de Nueva York que convertían a su padre en el aspirante con el respaldo del Partido Republicano. “¡Felicidades, papá. Te queremos!”, gritó el hijo mayor del ahora candidato oficial republicano a la presidencia.

Y, tras eso, todo se paró. La exaltación se apoderó de la platea con vítores de alegría que quisieron servir para cerrar las heridas de un partido que se esfuerza por cerrar filas en torno a su candidato. En honor al nominado, sonó una versión de jazz del clásico New York, New York de Frank Sinatra.

“Es un momento histórico, surrealista, magnífico”, resumió ante las cámaras el primogénito de los Trump, visiblemente emocionado.

“Es un gran honor ser el nominado republicano para ser presidente de Estados Unidos. Trabajaré duro y no les fallaré nunca. ¡Estados Unidos primero!”, fue el mensaje que Trump difundió a través de su cuenta de Twitter.

El magnate no estuvo en el estadio, pero se hizo presente a través de un video grabado en Nueva York.

“Ha sido un momento especial, no lo olvidaré nunca”, expresó Trump, antes de enumerar todas sus promesas: “Poner a los estadounidenses primero, devolver los trabajos al país, reconstruir el ejército, cuidar a los veteranos, tener unas fronteras fuertes, acabar con el Estado Islámico, restaurar la ley y el orden... y muchas más cosas”.

Por segundo día, Trump rompió la tradición de que el nominado no hable hasta el último día de convención, cuando tradicionalmente da su discurso de aceptación. “Esto es un movimiento, pero tenemos que ir hasta el final”, pidió a sus seguidores.

Se tiene previsto que hoy regrese a Cleveland, para participar en las últimas jornadas de la convención.

La intriga de quién estará en la papeleta presidencial terminó, pero oficialmente Donald Trump no es todavía el candidato del Partido Republicano. Una vez hecha la nominación, ahora falta que acepte formalmente el encargo. Para eso habrá que esperar a mañana por la noche.

Los oradores del día, quienes casualmente representaban los más altos cargos electos del partido conservador en todo el país, dejaron de lado toda la locura vivida en el proceso de nominación.

La jornada de ayer volvió a demostrar que Trump es el amo y señor de los republicanos, y las bases del partido le dieron su aprobación con carteles de “Make America Great Again” y gritos de “We want Trump”.

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