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Es de noche y la alarma de un correo electrónico suena mientras un periodista cuida a sus hijos y su mujer, enfermos en mitad de unas nefastas vacaciones. Acaba de empezar la mayor filtración de la historia. También una experiencia tan cercana al thriller que los dos periodistas que la protagonizaron la han documentado en un libro que se lee sin terminar de entender cómo un asunto de ficheros informático puede ser más jugoso que una historia de espías.
El hombre que recibió ese primer correo, Bastian Obermayer, y el periodista con el que forma equipo, Frederik Obermaier, impolutos los dos en camisa blanca y lentes de pasta, explicaron ayer a EL UNIVERSAL las claves de Los Papeles de Panamá. El club mundial de los evasores de impuestos (Editorial Planeta), el relato del año de infarto en que terminó convirtiéndose su investigación. Mediante mensajes cifrados, la fuente anónima fue haciendo llegar a los dos periodistas del Süddeutsche Zeitung 11,5 millones de documentos en los que se detallan las operaciones de grandes fortunas para camuflar al fisco su dinero en paraísos fiscales a través de Mossack Fonseca, un bufete de abogados de Panamá que creaba sociedades ficticias. Ante tal volumen de información, los periodistas pronto decidieron que necesitaban la ayuda del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ).
Especializado en otras grandes filtraciones, este consorcio posee la tecnología informática y la capacidad de coordinar a periodistas de todo el mundo. Trabajando un año sobre los papeles que aportaron los llamados Obermayer Brothers, 370 redactores de 65 países han rastreado hasta paraísos fiscales el dinero de narcotraficantes, vendedores de armas, señores de la guerra, y también de respetadas figuras internacionales obligadas a reconocer que sus ganancias fluían por conductos en los que nadie podía localizarlas, especialmente el fisco. Leo Messi, David Cameron, el círculo de Vladímir Putin y Mario Vargas-Llosa son algunos de los nombres del escándalo. No faltan los mexicanos, como el contratista Juan Armando Hinojosa, el exdirector de Pemex Emilio Lozoya, Alfonso de Angoitia (Televisa), Ricardo Salinas Pliego (TV Azteca) y la actriz Edith González.
Wikileaks, Offshore Leaks... Se suceden filtraciones cada vez mayores. ¿Seguirá la tendencia?
Vivimos en la era de las filtraciones. La gente que durante años ha tenido que vivir viendo injusticias y comportamientos criminales ahora puede acabar con ellos desde el anonimato cediendo esa información a profesionales capaces de investigarla y difundirla. Casos como el de Edward Snowden, que ha terminado exiliado en Moscú por hacerlo, desaniman a quien quiera revelar abusos, pero la experiencia de los Papeles de Panamá puede ser muy positiva. Por eso queremos proteger a la fuente.
¿Y no es extraño para un periodista trabajar sin conocer a su informador?
Sí, pero los periodistas tendremos que acostumbrarnos. Y es incluso más seguro. Había tanta información peligrosa en estos papeles, con tantos criminales implicados, que en cualquier momento los periodistas podíamos cometer un error que pusiese en peligro a la fuente.
¿No les dio miedo que pudiera haber documentos falsos o que pudiera estar utilizándolos?
Todavía nos da miedo. Pero hemos hecho tantas comprobaciones, ha habido tanta investigación detrás, que cada día parece más difícil. Y la fuente ha insistido mucho en que su intención era revelar una situación injusta: la de los ricos que quieren saltarse las reglas para no dar explicaciones sobre de dónde sale su dinero. No nos pidió que nos centráramos en ningún protagonista. Nos dio una cantidad infinita de documentos y nosotros tuvimos que ir construyendo el puzzle uniendo piezas e investigando junto con el resto de periodistas del Consorcio.
¿Cuántos despachos existen como el de Mossack Fonseca ocultando datos fiscales?
No podemos saberlo. Hay gente que dice que es sólo el décimo más grande de este tipo. Lo cierto es que hay una cantidad de sociedades en paraísos fiscales inabarcable. Filtraciones como ésta acabarán haciendo que no sea seguro esconder el dinero allí, porque siempre se podrán rastrear gracias a las nuevas tecnologías, pero si de verdad queremos acabar con estas estructuras, hay que presionar a los políticos para que regulen contra los paraísos fiscales.
¿Y qué porcentaje de esas sociedades esconde actividades ilegales y cuáles son simples herramientas para gestionar dinero legal?
Imposible saberlo. Pero el 90% del interés de una sociedad opaca es que aporta secreto, y si necesitas secreto es porque tu dinero suele estar relacionado con actividades que, siendo optimista, se sitúan al borde de la legalidad. Además, tener sociedades pantalla no es barato: el testaferro, los abogados, el porcentaje para el gabinete, crear sociedades dentro de sociedades para volverlas más difíciles de trazar... Eso cuesta muchos miles de euros.