La crisis Ucrania retumba más allá de sus fronteras. Unos días antes de la gran cumbre de la OTAN en Varsovia el 8 y 9 de julio se ha anunciado el despliegue de tropas occidentales en el Este de Europa para servir de fuerza disuasoria ante cualquier posible amenaza rusa. En respuesta, el Kremlin ha ordenado maniobras militares.

Estados Unidos, Alemania y Reino Unido han confirmado que cada uno de ellos asumirá el mando de un batallón de unos 1.000 militares en un país distinto de Europa del Este: Estonia, Letonia, Lituania y Polonia. El objetivo es calmar los temores de los países del Este, que piden bases de la Alianza en su territorio desde que Rusia se anexó Crimea en 2014.

La presencia militar comprometida no sería suficiente para rechazar una invasión, pero pretende demostrarle a Moscú que una acción como la que llevó a cabo en Ucrania no le saldría gratis. Aun así, los militares de la OTAN piden más contundencia. El comandante de las tropas estadounidenses en Europa, Ben Hodges, dijo ayer en la BBC que la Organización debe agilizar los protocolos de actuación ante una agresión. A diferencia de la Alianza, “los rusos pueden mover formaciones inmensas y equipamiento muy rápido a una gran distancia”, dijo durante los Anaconda-16, unos ejercicios en el norte de Polonia en los que han participado 31.000 militares de 24 países.

Rusia ha criticado estos despliegues como una maniobra hostil “que amenaza la paz en Europa”. En respuesta, Moscú ha lanzado una revisión de sus tropas y arsenal para comprobar que están en buenas condiciones “para cualquier actividad, incluida una movilización”, explicó el ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu.

Mientras, Rusia y la Unión Europea muestran creciente interés por desbloquear sus relaciones, en crisis desde hace tres años. La UE decidirá este mes si prolonga durante seis más las sanciones económicas impuestas a Rusia por la política del Krémlin en Ucrania. Muchos primeros ministros europeos empujan para terminar con un castigo muy caro para ambas partes, y el presidente ruso, Vladímir Putin, y el de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, trataron el tema la semana pasada en San Petersburgo. Aun así, se espera que las sanciones europeas se renueven.

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