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Cuando la venezolana Daniela Jaraba llega desde la madrugada de cada jueves a hacer cola durante muchas horas en algún supermercado de Caracas para tratar de comprar harina, arroz, leche, café, papel higiénico y otros artículos de consumo básico, que están en la lista del masivo desabastecimiento en Venezuela, poco le importa recordar que la revolución chavista consumió más de 100 mil millones de dólares en gasto militar de 1999 a 2015.
Ningún armamento resuelve los acuciantes líos diarios de Daniela Jaraba, de 23 años, casada con Jordy Batista, con quien procreó a Isabela, de 3. “No comemos aviones, helicópteros, gases lacrimógenos, ni armas”, reclamó la caraqueña en una entrevista con EL UNIVERSAL. “La realidad es que el dinero ni se ve y ni alcanza”, dice la joven madre, quien como sus conciudadanos está autorizada por el gobierno a acudir sólo los jueves a comprar los productos de la canasta básica que escasean y cuya venta al público está regulada.
Datos del Instituto Internacional de Estudios para la Paz (Sipri), reconocido centro de Suecia de monitoreo de gastos militares, mostraron que los presupuestos castrenses de Venezuela desde el ascenso al poder en 1999 de Chávez, muerto en marzo de 2013, a 2015 superaron el centenar de miles de millones de dólares. El chavismo adujo que fortalecer su capacidad militar era vital para defender la soberanía y las conquistas revolucionarias socialistas; el gasto castrense de 2014, cuando se agravó el desabastecimiento, a 2015 fue de 10 mil 842 millones de dólares. Con más de millón y medio de venezolanos —5% de los 31.1 millones de habitantes— que, según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), están desnutridos o subalimentados, la cacería de los vitales bienes de consumo es la lucha diaria, sean chavistas o no.
El gobierno del presidente Nicolás Maduro ha alegado que el desabasto, la inflación, la caída del precio internacional del petróleo, su principal producto de exportación, la devaluación y su impacto en salarios exhiben una “guerra económica” desplegada por las fuerzas opositoras derechistas venezolanas con apoyo del gobierno de Estados Unidos.
En un escenario de zozobra, Maduro ordenó a los trabajadores chavistas el domingo pasado que ocupen las industrias que estén paralizadas. “Aquel que pare una planta, una industria o una fábrica será castigado con la ley. Y planta parada [será] tomada por la clase obrera”, proclamó.
En este escenario, la oposición presentó ayer ante el Consejo Nacional Electoral 1.8 millones de firmas que recolectaron en favor del referéndum revocatorio contra Maduro. Además, la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, rechazó la intervención que, a su juicio, ejerce “la derecha” al pretender solicitar a la Organización de Estados Americanos la aplicación de la Carta Democrática Interamericana.
Precios en elevador. El matrimonio Batista Jaraba y la niña acudieron ayer a un supermercado de El Chacao, municipio de la Gran Caracas, a buscar productos que tienen elevados precios que suben a diario en una nación con un salario mínimo mensual promedio de 33 dólares. Un paquete de 315 gramos de carne molida se vendió ayer a mil 67 bolívares —cerca de un dólar o 3% del sueldo básico—. Daniela sufre el mismo calvario que millones de venezolanos: con una inflación que superó 180% en 2015 y que, según el Fondo Monetario Internacional, llegará a 700% al cierre de 2016.