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Fidel Castro llenó a Hugo Chávez de babalawos o sumos sacerdotes de Yoruba, la religión cubana de origen africano, para que “supuestamente” lo guiaran en sus caminos espirituales y se instalaran en las estructuras políticas, partidistas, militares e institucionales de la revolución venezolana para que el chavismo acaparara y retuviera el poder en Venezuela, pero en realidad se convirtieron en espías del régimen comunista de Cuba.
En un fenómeno conducido por Chávez que penetró a las clases marginales que se convirtieron en chavistas incondicionales, Nicolás Maduro y los actuales jerarcas del chavismo continuaron atados a la brujería y a la santería tras la muerte de su poderoso jefe en 2013 y siguen recurriendo a esas prácticas para amarrarse al poder que heredaron de su líder, cuya muerte se atribuye a una maldición.
Chávez, la brujería, la santería y los nexos ocultos de él con una venezolana que, aparte de ser su amante, es hermana de la que fue una de sus brujas principales, son develadas en Los brujos de Chávez. La magia como prolongación de la política, un libro del periodista venezolano-español David Placer, quien concedió a EL UNIVERSAL una entrevista vía telefónica. Lanzado este año por las editoriales Sarrapia, de Venezuela, y Economía Digital, de España, es el producto de tres años de investigación periodística y puede conseguirse en Amazon.
Nacido en Caracas, de 37 años, criado en Venezuela, con doble nacionalidad y residente en España desde 2002 con su familia que también es española, Placer investigó desde 2012 para descubrir la influencia de la brujería y de la santería en Chávez y su revolución. Con más de 60 entrevistas, el libro incomoda al chavismo y, a juicio de Diosdado Cabello, número dos del régimen chavista, sólo busca “exterminar” la imagen de Chávez.
¿Qué revela el libro?
—Trata de cómo la política y la superstición se han entrelazado en Venezuela, en un singular fenómeno político en el que la santería cubana ha servido para ejercer control sobre dirigentes políticos y militares. Ofrece una visión hasta ahora inédita que muestra cómo Chávez y el chavismo recurrieron a la santería para acumular y retener más poder.
¿Cómo influyó Castro a Chávez?
—Chávez tenía un carácter profundamente supersticioso. Creció en los llanos venezolanos escuchando cuentos de fantasmas y ánimas. Y Fidel Castro, viendo en él esa personalidad marcadamente creyente y supersticiosa, se aprovechó de esa debilidad. Lo llenó de babalawos [sumos sacerdotes] de la santería cubana para que supuestamente lo guiaran en sus caminos espirituales. Pero esos consejeros, que no sólo acompañaron a Chávez sino a altos jerarcas del chavismo, gobernadores, militares y jefes de empresas públicas, eran espías. Esta sorprendente revelación en el libro la hace Raúl Baduel, ex ministro [venezolano] de Defensa y quien fue compadre y amigo íntimo de Chávez [Baduel rompió con Chávez desde 2007].
Al morir Chávez, ¿cómo se prolongó el fenómeno en el chavismo?
—Maduro heredó esa superstición presidencial tan presente en Venezuela entre nuestros mandatarios. El presidente es seguidor de Sai Baba, quien fue líder hasta su muerte de una especie de secta en India. Y Maduro también dice que se le aparece el espíritu de Chávez en todas partes: en el Metro, en el Cuartel de la Montaña [donde reposan los restos de Chávez] y hasta en forma de pajarito. En pleno Palacio Presidencial de Miraflores tiene elementos de santería como una cabeza de caimán, caramelos y pétalos de rosa sobre la espada del libertador Simón Bolívar. Y todo esto pude presenciarlo con mis propios ojos porque estuve en esos salones del Palacio Presidencial y saqué fotografías de todos esos elementos que no se explican desde otra óptica que desde la de la santería.
¿Quién fue la venezolana Cristina Marksman para Chávez?
—Fue su primera bruja, hermana de su amante durante más de 10 años, Herma Marksman, y le leía las cartas, le hacía baños en los ríos para alejarle los malos espíritus.
¿Qué le dijo Baduel de las prácticas de santería?
—La santería y la brujería fueron utilizadas por los altos jerarcas del chavismo con la convicción de que, con ellas, podrían lograr más poder. Una de las aficiones de los altos jerarcas es la de convocar a los espíritus, generalmente a los de los Libertadores. Y es una afición que permanece en Miraflores. Me lo confesaron los propios custodios. Estos episodios no sólo fueron reseñados por Baduel, sino por buena parte del círculo íntimo de Chávez.
¿Quiere decir que grandes decisiones fueron influenciadas por la santería?
—Sin duda. Cada vez que Chávez tenía una reunión importante o algún viaje, iba corriendo donde su bruja de cabecera, Cristina Marksman. Cuando fue presidente hacía lo mismo con sus babalawos. Era un hombre que dependía mucho de este tipo de prácticas para tomar decisiones o concertar reuniones.
¿Cuál nexo hay entre la muerte de Chávez y los huesos de Bolívar?
—Hay un convencimiento generalizado, no sólo entre santeros y paleros, que son los que realizan rituales con huesos humanos, de que la exhumación de los huesos de Simón Bolívar [en 2010] tuvo consecuencias fatales para Hugo Chávez. El acto, transmitido de madrugada por televisión, y en el cual Chávez le hablaba a los huesos de Bolívar, fue entendido de esa forma no sólo por los santeros y paleros de la oposición, sino por los propios chavistas. Es lo que se conoce popularmente como ‘La maldición de Bolívar’. Es eso, un convencimiento sin base científica alguna.
Según esas creencias, la maldición le cayó a Chávez. Pero es curioso que, después de la publicación del libro, varios de los brujos opositores me han contactado. Me dicen que desvele el lugar de uno de los hechizos que hizo Chávez, porque entienden que gracias a él, el chavismo se mantiene en el poder. También es una percepción sin base científica ni racional pero una parte de los venezolanos está convencida de que todos esos hechizos, toda la brujería presidencial, tuvo consecuencias para el país.
¿Hubo un plan para propagar la santería al resto del país?
—Efectivamente. La santería cubana comenzó en la jerarquía del chavismo y fue permeando hasta las bases sociales del país. En puertos, en el aeropuerto, ministerios y en las empresas públicas donde domina el chavismo, también domina la santería. Se convirtió en la religión oficial del régimen. Y los chavistas lo sabían: si eran santeros, más posibilidades tenían para ascender cuando sus jefes también son santeros. El propósito era tener una religión oficial, porque la Iglesia católica siempre fue muy crítica con el chavismo.
¿Ha mermado el fenómeno con la crisis en Venezuela?
—Sigue más vivo que nunca. Todos esos elementos santeros siguen en Miraflores y Nicolás Maduro y muchos de sus jerarcas siguen consultándose con sus brujos y adivinos. Es una característica innata y en tiempos de dificultades se acrecienta esa dependencia hacia los rituales y las ciencias ocultas. La incertidumbre los hace que pidan certeza. Necesitan autoconvencerse de que los problemas amainarán.