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En el chalé madrileño de Álvaro López Tardón, el líder de Los Miami, una banda dedicada al narcotráfico y blanqueo de dinero, la policía encontró 26 millones de euros en billetes de 500 euros en 2011. En un tabique de la casa del responsable de una estafa filatélica, 10 millones en los mismos billetes. Una funcionaria que saqueó la administración mallorquina enterró 250 mil euros en dos botes de cacao en polvo en su jardín, también en rollos de 500. Y no hay delito urbanístico de esta década en España en que la policía no tropezara con bolsas de basura llenas de billetes de 500 euros en casa de políticos corruptos.
A pesar de que en España la mayoría de ciudadanos jamás ha visto uno de estos rectángulos morados de papel, según la asociación de Técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha), en el país se acumulan 32 millones 398 mil 600 euros en ellos. Gracias a la economía sumergida y las redes criminales internacionales, España atrajo casi 25% de estos billetes nacidos en 2002 y a los que en el mundo sólo superan en importe los de 10 mil dólares de Brunei y los mil francos suizos. En toda Europa, los de 500 suponen 30% del valor de los billetes en circulación.
Ante estas evidencias, el Banco Central Europeo (BCE) anunció la semana pasada que en 2018 dejará de imprimir el controvertido billete. Pero la decisión no es perfecta, explica José María Mollinedo, secretario de Gestha. Al no fijarse una fecha para la retirada de los que ya están en circulación (que seguirán siendo válidos “indefinidamente”, según el BCE), los expertos consideran que se facilitará a quienes los poseen eludir cualquier responsabilidad penal o tributaria canjeándolos progresivamente por valores más pequeños. “Es el caso de todos los que cometieron blanqueo en 2010, cuyo crimen prescribirá este año”, explica Mollinedo.
Gestha pedía desde 2004 una investigación sobre quiénes poseían estos billetes de los que hace poco el ministro de Finanzas francés, Michel Sapin, dijo que se usaban “más para esconder cosas que para comprarlas”, y ahora propone que su retirada se acompañe de mayores controles en los pagos en efectivo. Mientras, un portavoz de la Asociación Española de Banca (AEB) asegura que no se han detectado operaciones sospechosas con billetes altos desde que en febrero se extendió que el BCE ejecutaría la medida. “Tampoco nos consta que se haya activado algún protocolo específico para detectar movimientos sospechosos de clientes con billetes de 500 euros”, dice la AEB.
Como todo en la Unión Europea, el fin de los 500 ha supuesto una lucha política. A pesar de la evidencia de que son los favoritos de terroristas, narcotraficantes y defraudadores, naciones como Alemania se resistían a liquidarlos por su peculiar cultura monetaria: cerca de 79% de las transferencias en el país son en metálico, y no se olvida la experiencia de la hiperinflación tras la Primera Guerra Mundial, cuando medio kilo de carne llegó a costar 36 mil millones de marcos. Pero no hubo discusión posible: “Aunque el BCE considera que una gran proporción de los billetes de 500 euros en circulación pueden ser utilizados para almacenamiento, también hay pruebas de que se utilizan de forma desproporcionada en actividades delictivas y el blanqueo de dinero”, reza el informe de la entidad.
Con ese argumento ya prohibió su circulación el Reino Unido en 2010, después de que una investigación de su Agencia Contra el Crimen Organizado revelara que 90% de los billetes de 500 que entraban al país estaban en manos de delincuentes.
Uno de los detonantes de la medida fue una operación contra una banda que blanqueó 24 millones de libras y a la que la policía detuvo rellenando cajas de cereales con 300 mil euros en morados. El procedimiento era muy simple: mediante sociedades espejo, la red compraba en la City de Londres los billetes de 500 y se los canjeaba a los criminales. La ventaja de una moneda tan alta es clara en materia de transporte y ocultación: cada vez que un traficante gana un millón de libras en billetes de 20 libras vendiendo droga en la calle, se encuentra con un botín que pesa 50 kilos (el equivalente a 50 bolsas de azúcar). Esa cantidad de dinero en billetes de 500 euros supone sólo dos bolsas de azúcar. O tres cajas de cereales.