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Siempre que hablamos de la fuerza y de la valentía que tienen las mujeres hay decenas de nombres sobre la mesa, pero uno particularmente inspira: Jody Williams. Hace una semana pasó por Colombia para participar en la Feria Internacional del Libro, y aprovechó para ratificar su apoyo a la campaña No Es Hora De Callar, en contra de la violencia hacia las mujeres.
EL TIEMPO habló con ella sobre las preocupaciones que tiene en torno a la implementación de los acuerdos de paz, el papel que jugarán las mujeres y la importancia de que cada ciudadano entienda que el proceso de paz no depende exclusivamente de un grupo de negociadores.
Ha sido un trabajo duro el de los últimos años para apoyar a las mujeres en el mundo...
Es una lucha larga y a largo plazo. Nos gustaría que cambiara de un día para otro, pero no... Y si los hombres siguen abriendo la puerta a la violencia, creyendo que eres un objeto, entonces seguirán con el derecho en su mente de hacer lo que quieran con nosotras. El machismo es falta de educación porque si la sociedad sigue educando a los hombres haciéndoles creer que ser macho es ser hombre, no pararemos la violencia.
Precisamente, en medio de la crisis de los inmigrantes las mujeres llevan la peor parte. ¿Con qué se ha encontrado en Europa?
Una mujer que sale de Siria y va camino a buscar refugio, si no anda con su pareja, es muy vulnerable, y más si lleva hijos. He visto a mujeres embarazadas, vulnerables a la agresión sexual y expuestas a que les quiten todo. Pero, además de la violencia sexual, como ya sabemos, los países están intentando cerrar las puertas y mandar a la gente otra vez a Turquía; eso me choca porque la cuestión de Siria viene de la agresión de mi país, de Estados Unidos, y sus aliados; pero quieren echarle la culpa a la gente que sale huyendo de la violencia, y luego quieren decir que tal vez son terroristas, que por qué no se quedan en su país. ¡Ahh! ¿Han visto las fotos de Siria? Las he puesto en mi Facebook y la gente ha dicho que se parece a Alemania en la Segunda Guerra Mundial. ¡Quién no va a huir! Es que han aguantado cinco años de guerra. Las mujeres no se quieren ir de su tierra, pero si se quedan las bombas las van a matar.
En Colombia estamos en etapa de transición frente a la guerra. ¿Cómo vio el proceso de paz, en comparación con el año pasado?
En muchos procesos de negociaciones de paz se fijan casi completamente en cómo van a separar la fuerza armada de los combatientes del otro lado, no hablan de las cosas que dieron vida al conflicto, de los problemas sociales, que son las raíces de la guerra. Así que me impresiona mucho que se estén fijando en los detalles. Pero la otra noche nos sentamos con 25 mujeres de 18 organizaciones, y hay mucha preocupación por la implementación de los acuerdos; he estado pensando en eso... hay muchas palabras bonitas en el papel y en lo que se dice, pero no sirven de nada si no hay implementación correcta, y en las reuniones que tuve con gente del Gobierno les dije que es muy importante empezar ya a platicar con la población sobre el proceso de implementación. Cómo se va a aplicar lo que se está negociando.
¿Y cómo ve el papel que jugarán las mujeres en esa implementación?
Las mujeres están organizadas, han estado empujando, educando. Sí, hubiera sido magnífico tener mujeres en la mesa negociando, es una lucha de todo el mundo todavía. Pero creo que la subcomisión de género fue el resultado de esa presión y participación de las mujeres en la vida real. Y eso se tiene que ver reflejado en la implementación. Las mujeres han llevado una gran carga, pero también han liderado los cambios y procesos significativos, en Colombia y en el mundo.
Una de las grandes preocupaciones para las mujeres en el marco del conflicto armado es la violencia sexual. Usted conoce perfectamente qué pasó con las mujeres en otros conflictos internacionales, tras los acuerdos...
En casos como el de Liberia, después de los acuerdos de paz subió la violencia en contra de las mujeres en un 10 por ciento. Creo que con tantos años de guerra los hombres no saben hacer algo diferente. Así que el Gobierno tiene una obligación sumamente importante y fuerte de ver que esto no pase. Y las mujeres que están organizadas tienen que reclamar cada vez que pase eso, ¡porque va a pasar! No podemos estar en las nubes: va a pasar.
Uno de los cuestionamientos más fuertes que hay contra el proceso de paz es el tema de justicia. ¿Cómo puede hacer una sociedad para entender que nunca hay justicia absoluta y siempre se debe sacrificar algo?
Ese es uno de los retos más difíciles, y creo que es decisión de cada uno. O puedes decidir seguir cargando el peso del pasado, o puedes hacer el trabajo necesario para dejar eso atrás, pero no puedes decidir de un día para otro: ya no pienso en eso. ¡Es paja! Pero si en verdad los colombianos quieren un futuro diferente, tienen que buscar formas de hacerlo. Están las comisiones de la verdad, de la memoria, los tribunales, la reparación, que es más que dar dinero a un sobreviviente o a una sobreviviente. Es dar posibilidades en calidad de vida.
Siempre se sacrifica algo de justicia...
¡Es inevitable! Pensar que se puede hacer un acuerdo de paz sin sacrificar algo es absurdo. Por eso la decisión de asumirlo o cargarlo por siempre está en cada persona. Cada quien sabe cómo puede procesar su rabia y su dolor. Hay que aprender a pensar en colectivo y no individualmente, y ese es el problema mayor. Es el obstáculo más grande.
¿Estará acompañándonos en esa firma del fin del conflicto con las Farc?
Lo he comentado con mis amigas, y es que estoy enamorándome de Colombia así como estoy enamorada de Guatemala, porque sabes que tengo historia en Centroamérica. Ahora estoy por tercera vez en Colombia... ¡ya me enamoré! Somos amigas y colegas y somos sobrevivientes de violencia sexual, y vamos a tener que seguir con la lucha; y no solamente aquí, sino también con las mujeres en el mundo que también han sufrido. Así que tengo que estar apoyándote y apoyando a las mujeres.
Tocó algo sensible: Jody Williams también es sobreviviente de violencia sexual...
Sí, lo soy, y por eso apoyo lo que haces tú, y mujeres sobrevivientes como nosotras. Pasó en El Salvador...
Tenemos un reto muy grande en ese tema a nivel mundial...
Tú y yo hemos estado platicando sobre este 25 de mayo, que es día oficial de reconocimiento de las sobrevivientes de la violencia sexual en Colombia. Y tienes una propuesta desde hace varios meses para que intentemos hacer algo en las Naciones Unidas, algo simbólico que logre reconocernos, entonces yo creo que tenemos que luchar por eso, y creo que esta súplica debe venir de las sobrevivientes. Nosotras tenemos voz y no necesitamos que alguien lo haga por nosotras. Es nuestra tarea, porque somos la voz de las mujeres que no tienen chance.
Y para las sobrevivientes de violencia sexual en Colombia, ¿cuál es el mensaje?
No se puede desfallecer un solo instante. Es fácil decirlo, pero cuando se pone en práctica es muy duro poder seguir, pero miles lo hemos hecho. Es lo único que puede ayudarnos a cambiar la realidad frente a las agresiones.
Las mujeres en Colombia han sido muy valientes. Esa debe ser su esperanza: el valor.
¿Y para quienes siguen negociando en La Habana y los y las que debemos implementar esos acuerdos de paz?
Cada día tomamos decisiones en la vida. Podemos decidir una vida que da beneficio a los demás o solo a mí. Yo no soy santa, me gustan las cosas bonitas, pero estoy dispuesta a vivir mi vida en una forma que intente hacer cambios fuertes en el mundo; para todos, ¡hasta para la gente que no me cae bien! Y tengo que decir que hay mucha gente que no me cae bien, pero de todos modos quiero que tengan una vida satisfactoria. Así que nadie puede dejar de lado la decisión de qué tipo de huella quiere dejar en su vida.
Cuando te ves en el espejo, ¿qué ves? Y no estoy diciendo la cara. ¿Qué ves adentro... en tu interior? Ahí está la respuesta.
-‘Yo también digo: No Es Hora De Callar’
“Este año también intenté estar acompañando a las mujeres sobrevivientes de violencia sexual el 25 de mayo, pero fue imposible; pero sí quiero dejarle un mensaje al país frente a este tema: es tal vez el único país que reconoce un día nacional para recordar que miles de mujeres han sido víctimas de uno de los crímenes más atroces: la violación.
Este es uno de los temas que deben tener un tratamiento especial en medio de las negociaciones de paz en La Habana; las mujeres esperan verdad sobre sus casos y, como ellas mismas lo han dicho, eso vale más que un cheque.