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Cuando las tropas de Estados Unidos invadieron suelo panameño, en el primer minuto del 20 de diciembre de 1989, persiguieron tres metas: restablecer la democracia, capturar por narcoactividad al general Manuel Noriega, “hombre fuerte” de Panamá, y desbaratar el entarimado de tráfico de drogas y lavado de dinero montado por el régimen militar al amparo de una múltiple cadena de secretismo en servicios logísticos transnacionales para clientes mundiales en una tierra que ganó fama como refugio, enclave, paraíso o santuario fiscal.
En un país cuyo principal activo es su posición geográfica y que, al independizarse de Colombia en 1903, asumió el dólar desde 1904 como moneda legal, el Canal de Panamá abierto en 1914, la Zona Libre de Colón inaugurada en 1948 y el Centro Bancario Internacional instalado en 1970, acuerpan la vasta oferta de servicios jurídicos, financieros, fiduciarios o contables para desaparecer ganancias, ocultar accionistas en sociedades anónimas y otros instrumentos y eludir tributos.
A la sombra de las tropas de ocupación, la democracia panameña —interrumpida por un golpe de Estado que un grupo de militares ejecutó en 1968— fue restablecida, pero sin despojarse del paraguas colonial de EU.
Noriega se rindió a las fuerzas invasoras que lo llevaron a EU en enero de 1990 para juzgarlo, condenarlo y encarcelarlo por más de 20 años y desde 2011 está en una cárcel panameña, mientras que el Canal fue entregado por Washington a finales de 1999 a pleno control de Panamá, tras 95 años de dominio estadounidense.
Pese a las gestiones en los últimos 25 años, Panamá mantiene la fama de ser uno de los más importantes paraísos fiscales de América. Con la caída de Noriega tampoco acabó el narcotráfico ni el flujo de dineros sucios y las operaciones con sociedades anónimas para evadir impuestos prosiguieron y se perfeccionaron tras la invasión armada.
Una operación que se ha perfeccionado. La investigación del periódico alemán Süddeustche Zeitung y del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), difundida el domingo anterior, reveló los Panama Papers e identificó al grupo Mossack Fonseca como uno de los cinco más grandes despachos mundiales de abogados en registro global de sociedades que esconden la huella a ganancias para rehuir impuestos. El abogado panameño Ramón Fonseca Mora, jerarca del grupo, rechazó el cuestionamiento.
El destape de Mossack Fonseca, bufete de la capital panameña que opera en los cinco continentes y presuntamente genera redes mundiales secretas para movilizar miles de millones de dólares y acciones de empresas “de maletín” para eludir tributos, sólo le añade una marca más al país de la cintura de América.
Panamá “es el último gran reducto que sigue permitiendo la ocultación de fondos en paraísos fiscales” para evitar el control tributario y otras reglas jurídicas, advirtió el mexicano José Ángel Gurría, secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), al referirse el caso Mossack Fonseca.
En una declaración el lunes en París, Gurría recordó que “la cultura y la práctica del secreto” impera en Panamá y que “hemos advertido de forma repetida y consecuente de los riesgos de países como Panamá que no cumplen con los estándares internacionales de transparencia fiscal”.
El gobierno panameño alegó que tiene cero tolerancia al manejo sin transparencia del sistema legal y financiero y recordó que, en enero pasado, el país salió del listado gris de paraísos fiscales.
Abanico de servicios. Panamá tiene una profusa oferta: por la vía acuática interoceánica pasa 5% del transporte marítimo mundial anual y, a casi 102 años de inaugurada, este año abrirá dos esclusas para buques de mayor calado.
— El centro bancario cuenta con 93 bancos del mundo y activos por más de 118 mil millones de dólares a diciembre de 2015.
— Colón es la segunda zona de libre comercio del mundo (luego de Hong-Kong).
— Panamá tiene la primera flota mercante del mundo, como sede de abanderamiento de barcos de compañías e individuos de múltiple origen.
Por eso, con los Panama Papers se vuelve a exhibir a un país que se ha mecido entre puerto libre, ruta acuática, plaza bancaria, centro naviero, base transportista, garito continental, refugio empresarial, albergue financiero y plataforma militar.