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El Acuerdo de París, que se firma hoy en Nueva York y cuyo proceso de ratificación comienza también hoy, es el primero global contra el cambio climático.
Lo adoptaron el 12 de diciembre de 2015 en la capital francesa los 195 países signatarios de la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático y la Unión Europea UE, en el transcurso de la 21 Conferencia de las Partes (COP21), que organiza Naciones Unidas.
Destinado a sustituir en 2020 al Protocolo de Kioto, el nuevo Acuerdo tiene como objetivo "mantener la temperatura media mundial por debajo de dos grados centígrados respecto a los niveles preindustriales".
El texto recoge que los países se comprometen a llevar a cabo "todos los esfuerzos necesarios" para que no se rebasen los 1,5 grados y evitar así "los impactos más catastróficos del cambio climático".
Se da la circunstancia de que por primer vez el Acuerdo de París ha hecho coincidir a los países más contaminantes y a los más vulnerables.
El Protocolo de Kioto de 1997 estableció objetivos de emisiones solo para países desarrollados, una de las razones por las que EEUU decidió no participar en ese pacto, que está en vigor desde 2005.
El Acuerdo de París es legalmente vinculante en su conjunto, no lo es sin embargo en buena parte de su desarrollo (las llamadas decisiones) y tampoco lo es en los objetivos nacionales de reducción de emisiones.
Su fuerza reside en el mecanismo con el que periódicamente deben revisarse los compromisos de cada país y esto sí es jurídicamente vinculante.
Cada nacional está obligado a rendir cuentas de su cumplimiento, y a renovar sus contribuciones al alza cada cinco años.
Los estados que quieran pueden usar mecanismos de mercado (compraventa de emisiones) para cumplir los objetivos de emisión.
La primera revisión de las contribuciones tendrá lugar en 2018 y la primera actualización de las mismas, en 2020.
El Acuerdo no establece sanciones por incumplimiento, pero sí fija un comité que diseñe un mecanismo transparente para garantizar que se cumplen los compromisos adquiridos y advertir antes de expirar los plazos si puede o no cumplirse lo acordado.
Además, con este acuerdo los países se comprometen a conseguir "un equilibrio entre los gases emitidos y los que pueden ser absorbidos" en la segunda mitad de siglo, es decir, que no se pueden producir más emisiones que las que el planeta pueda absorber, bien por mecanismos naturales o por técnicas de captura o almacenamiento geológico.
En cuanto a la financiación, el nuevo Acuerdo de París obliga a los países desarrollados a contribuir a financiar la mitigación y la adaptación en los Estados en vías de desarrollo, y anima a los estados que se encuentren en condiciones económicas de contribuir a que efectúen aportaciones voluntariamente.
En este sentido, la intención de financiar debe ser comunicada dos años antes de transferir los fondos.
Según el Acuerdo, el compromiso radica en lograr que para 2025 se movilicen 100.000 millones de dólares anuales, aunque se fija una revisión al alza para antes de ese año.
Estados Unidos y China, los países más contaminantes del mundo, que buscan "liderar" la lucha contra el cambio climático, han anunciado que firmarán el acuerdo el 22 de abril de 2015, el mismo día de su ratificación, el primero que es posible hacerlo.
Ambos estados se han fijado ya metas para recortar emisiones. EEUU entre un 26 y un 28% respecto a los niveles de 2005 y China ha prometido impedir el crecimiento de sus emisiones a partir de 2030.
El Acuerdo de París entrará en vigor 30 días después de que al menos 55 países (partes) que sumen en total el 55% de las emisiones globales, lo hayan ratificado y surtirá efectos a partir del año 2020.
rmlgv