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Los vientos de guerra con Estados Unidos soplaban con intensidad sobre Cuba en abril de 1961. Una fuerza contrarrevolucionaria entrenada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en campamentos clandestinos en Guatemala se aprestaba a zarpar desde un puerto de Nicaragua sobre el mar Caribe hacia Cuba, para tratar de invadir por playa Girón, litoral sur de la isla y en la bahía de Cochinos, y generar una reacción popular interna en cadena en contra de la revolución instalada por Fidel Castro en enero de 1959 tras una guerra de guerrillas iniciada en diciembre de 1956.
Los repetidos incidentes militares de esos días de hace 55 años entre las fuerzas cubanas y las estadounidenses encubiertas en supuestos anticastristas y desertores dejaban muertos y heridos en la isla, en lo que era la repetición de actos similares de asedio, sabotaje y provocación de EU contra Cuba ejecutados en diversas etapas luego del triunfo de 1959. El 3 de enero de 1961, y blandiendo las expropiaciones y nacionalizaciones de empresas estadounidenses en Cuba y las alianzas de Castro con la Unión Soviética y China, rivales ideológicos de Washington en esa, la Casa Blanca rompía nexos diplomáticos con La Habana.
Así se llegaba al 16 de abril de 1961: mientras decenas de miles de cubanos acudían al sepelio en La Habana de las víctimas de las incursiones aéreas, Castro se paraba en una tribuna en el cruce de las calles 23 y 12, en la capital cubana, y proclamaba el carácter socialista de la revolución.
En la consolidación del proceso revolucionario, las fuerzas invasoras eran derrotadas y la victoria bélica proclamada el 19 de abril. Aunque se alegaba que la pérdida se atribuía a la falta de apoyo aéreo a los anticastristas prometido por el entonces presidente de EU, John Kennedy, la realidad era que la respuesta interna a la incursión externa fue implacable.
Tal es el trasfondo de un hecho trascendental para el futuro cubano. De hoy al 19 de este mes, el todopoderoso Partido Comunista de Cuba (PCC) realizará su VII Congreso, un instrumento utilizado por las jerarquías cubanas de los más diversos estratos estatales—gobierno, parlamento, ejército, organizaciones populares, municipios y demás—para trazar el futuro político, social y económico cubano.
En el anterior, en 2011, el PCC aprobó continuar con el lento proceso de apertura económica para permitir que los cubanos se conviertan en empresarios privados y avanzar en otros mecanismos internos, pero reafirmó a esa fuerza partidista como la única legal en el país y la ratificó como elemento central de la nación cubana, con lo que sepultó las opciones de reforma política. “Jamás” apertura política, es la consigna.
Pero a diferencia de otras citas cimeras del máximo aparato de mando, control y decisión en Cuba, el Congreso que se inicia hoy se realizará en condiciones políticas totalmente distintas a las de las seis citas previas. En un hecho que sacudió los nexos Cuba—EU, el escenario interno en la isla y las relaciones interamericanas, y tras 18 meses de gestiones secretas con la mediación del papa Francisco, los presidentes Barack Obama y Raúl Castro acordaron en diciembre de 2014 iniciar un deshielo de sus lazos, caracterizados por el choque constante y enfrentamientos como los de hace 55 años.
Obama y Castro acordaron restablecer relaciones diplomáticas a partir de julio de 2015. En un histórico acto de trascendencia mundial, Obama visitó Cuba del 20 al 22 de marzo pasados y selló la ruta de la reconciliación, aunque persisten las desavenencias bilaterales, como el embargo o bloqueo económico que Washington impuso a La Habana en 1962 o la reclamación cubana de que EU le devuelva las tierras que desde 1903 ocupan la base militar de Guantánamo, en el oriente de la isla.
En el VI Congreso, el PCC aprobó un cambio generacional. En una de sus decisiones sustantivas, el PCC determinó que Raúl Castro, que asumió el control del país temporalmente en 2006, por enfermedad de su hermano, Fidel, y a partir de 2008 en forma permanente, solo podrá gobernar por dos mandatos consecutivos de cinco años que vencen en 2018. A partir de ese año, habrá un nuevo gobernante y los focos apuntan al ex profesor universitario Miguel Mario Díaz—Canel Bermúdez, primer vicepresidente de los consejos de Estado y de Ministros desde febrero de 2013.
Al día siguiente de la derrota de las tropas anticastristas en Girón, Díaz—Canel cumplió un año de edad y el próximo miércoles llegará a 56. Por eso, los vientos que soplan en la isla son de cambio en una sociedad en la que ahora conviven el capitalismo estatal y el privado, mientras la exhortación que Obama hizo en La Habana de avanzar a la democracia, abrirse a voces cubanas diferentes a la del PCC, con elecciones libres, libertad de prensa y multipartidismo, sigue resonando en Cuba.