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La cadena de errores cometidos por Bélgica en la gestión de la información que le llegó sobre los terroristas antes del doble atentado del 22 de marzo (22-M) no sólo ha suscitado críticas dentro del país, sino que ayer la polémica se extendió a Holanda, que también tuvo información sobre dos de los suicidas.
El ministro holandés de Justicia, Ard Van der Steur, dijo el martes que el FBI informó el 16 de marzo de los antecedentes penales y extremistas de los hermanos que perpetraron los atentados en el Metro y el aeropuerto de Zaventem, Ibrahim el-Bakraoui, y Khalid, respectivamente, y que al día siguiente se establecieron “contactos entre los servicios policiales de Holanda y de Bélgica”, algo que la policía judicial belga negó. Van der Steur aclaró ayer que la información no llegó del FBI, sino de la División de Inteligencia del Departamento de Policía de Nueva York.
Un día después del ataque fue el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, quien provocó una minicrisis en el gobierno belga cuando reveló que avisó el verano pasado a La Haya y a Bruselas de la detención de Ibrahim y de su entrega el 14 de julio a Holanda. Los ministros de Interior y de Justicia, Jan Jambon y Koen Geens, respectivamente, presentaron sus dimisiones al primer ministro belga, Charles Michel, quien no las aceptó.
La comisión de investigación parlamentaria que se acordó tras el 22-M no podrá iniciar su trabajo aún, porque los parlamentarios no han conseguido acordar los detalles del mandato, por divergencias con los liberales francófonos (MR), el partido de Michel.
Entre la larga serie de yerros que impidieron prevenir el ataque destacan, por ejemplo, que Khalid, suicida del Metro de Maalbeek, estaba por sus vínculos con los atentados de noviembre en París (13-N) en la base de datos de Interpol, igual que Najim Laachraoui, quien se inmoló en el aeropuerto junto con Ibrahim. De Khalid se sospechaba que fue quien alquiló el apartamento del distrito bruselense de Forest, donde el 15 de marzo fue abatido por la policía el argelino Mohamed Belkaïd, uno de los responsables del 13-N, y durante el registro de esta vivienda, se encontraron las huellas de Salah Abdeslam.
En una carta abierta, un centenar de los casi 400 policías que trabajan en el aeropuerto de Zaventem denunciaron ante su jerarquía fallas de seguridad que, creen, facilitaron los atentados. “Cada policía que trabaja en el aeropuerto de Zaventem esperaba que una fecha así se produjera”, indican los agentes, que critican la “mala gestión” y la “ausencia de seguridad”.
En París, las autoridades aseguraron haber frustrado una inminente y violenta acción terrorista, después de que la semana pasada hallaran un fuerte arsenal durante una redada en Argenteuil en la que fue detenido el francés Reda K. Las autoridades presentaron cargos preliminares de terrorismo contra éste.