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En una noche de gloria, Donald Trump se regodeó ayer con la miel de la victoria al imponerse en el estado de Florida y provocar la humillante salida de Marco Rubio de la contienda presidencial republicana.
Tras su apabullante victoria en Florida, el magnate celebró desde Palm Beach sus triunfos en Carolina del Norte, demostrando su fortaleza en los estados del sur, y en Illinois, un estado donde la base republicana decidió respaldarlo luego de los incidentes de confrontación y violencia ocurridos el fin de semana en la ciudad de Chicago. A favor de la causa de Trump se sumaba ayer también el resultado favorable en los caucus de las islas Marianas en el Pacífico, donde la bolsa de nueve delegados le ha permitido consolidar aún más su liderazgo. En total, el magnate suma ahora 621 delegados.
En su discurso de victoria, Trump hizo alarde de un discurso menos áspero, más moderado y habló incluso de la necesidad de unificar al Partido Republicano, que se muestra hoy por demás dividido. En un acto en el que no aceptó preguntas de la prensa, Trump insistió en la necesidad de construir un muro con México y en obligar a las empresas como Apple o Carrier a que cancelen sus operaciones en este país y en China.
“Me repugna que empresas de EU sigan abandonando la nación. No debemos permitir que siga ocurriendo”, razonó para agitar así a esa base que le ha llevado en hombros como su campeón de la clase media y trabajadora.
En el bando demócrata, Hillary Clinton demostró ayer por primera vez que las posibilidades del senador por Vermont, Bernie Sanders —la gran esperanza del sector progresista y los más jóvenes—, para darle alcance o derrotarla son más bien remotas.
Su victoria contundente en los estados de Florida, Ohio y Carolina del Norte consiguieron frenar el movimiento insurgente de Sanders y marcar una considerable distancia ante un adversario que hasta ayer había conseguido sorprenderla con victorias en estados como Michigan.
Aunado a ello, su contabilidad de 1094 delegados y 467 superdelegados, se antojaba difícil de superar con los 774 delegados y 26 superdelegados que lleva acumulados Sanders. Para vencer en la justa los demócratas necesitan un total de 2 mil 383 delegados y superdelegados. “No podemos hablar mal de los inmigrantes. Ni atacar a la comunidad musulmana. Tampoco podemos apostar por el restablecimiento de la tortura. Eso no sólo no nos hace más fuertes. Nos muestra lo equivocados que podemos estar”, añadió Clinton al asestar un segundo gancho contra la retórica incendiaria de Trump.
Tras las victorias del magnate en los estados de Florida e Illinois, su marcha hacia la nominación aceleraba el paso. Aunque la victoria del gobernador de Ohio, John Kasich, en su propio estado, frenó un poco la escapada de Trump, nada garantiza que el reagrupamiento del partido en torno a Kasich y al senador por Texas, Ted Cruz, conseguirá impedir la nominación del millonario.
“Yo soy el único capaz de derrotar a Hillary Clinton. Tenemos el dinero suficiente y conseguiremos los delegados suficientes para presentarnos a la convención [de julio próximo] con una posición competitiva”, añadió Kasich para adelantar así que buscará el apoyo del establishment del partido para frenar a toda costa a Donald Trump.
Sin embargo, esta estrategia se antojaba no sólo muy complicada, sino muy arriesgada, según David Axelrod, uno de los más veteranos estrategas de campaña. Al cierre de esta edición, Clinton y Trump llevaban ventaja mínima en Missouri pero no se había declarado ganador.