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Con una nueva correlación de fuerzas no vista en 17 años, la Asamblea Nacional venezolana se instaló ayer bajo el control de la oposición, que asegura que tendrá entre sus prioridades el control y la supervisión del gobierno, lo que presagia tiempos de choques entre los poderes en el país suramericano que está sumido en una profunda crisis económica.
Los 163 diputados de la oposición y el oficialismo tomaron juramento en una sesión especial signada por momentos de tensión por los recurrentes insultos que gritaron, desde los balcones del hemiciclo, los invitados de ambos bandos cuando intervenían los congresistas. “Desde hoy, aquí la cosa cambió”, dijo Henry Ramos Allup, nuevo presidente del órgano. “Cuando hablamos de cambio político no estamos hablando de cambio de nombres o de caras, estamos hablando de cambio del modelo político”, dijo a su vez el diputado opositor Omar Barboza.
A la ceremonia asistieron el ex presidente colombiano Andrés Pastrana y el presidente de la Mesa Directiva del Senado mexicano, Roberto Gil Zuarth. También estuvieron Lilian Tintori, Mitzy Capriles y Patricia Gutiérrez, esposas de los opositores presos Leopoldo López, Antonio Ledezma y Daniel Ceballos. El líder opositor Henrique Capriles dijo en un comunicado que “esta no es la Asamblea de la oposición sino... de la solución ante los problemas que enfrentan los venezolanos”.
Del hemiciclo central fue removida una gigantesca foto del fallecido ex mandatario Hugo Chávez, que adornaba las sesiones desde su muerte en 2013, así como un cuadro del Libertador Simón Bolívar. Tres diputados de la oposición y uno del oficialismo no pudieron juramentarse por una reciente decisión del Tribunal Supremo de Justicia que suspendió sus proclamaciones. Así, la oposición quedó con 109 diputados mientras que el oficialismo tendrá 54 congresistas. Estados Unidos felicitó al país por la instalación del Parlamento y llamó a resolver con “transparencia” los casos de estos diputados.
El nombramiento de Ramos desató fuertes fricciones entre opositores y oficialistas, que cuestionaron el proceso de selección del funcionario. Ramos dijo que el cuerpo recuperará su autonomía y que como prioridad impulsará una ley de amnistía para liberar a decenas de “presos políticos”. Adelantó que, en un plazo de seis meses, buscarán convocar a un referéndum revocatorio del presidente, contemplado en la Constitución a partir de la mitad del periodo de cada mandatario, que en el caso de Maduro se cumple este año.
Al respecto, Maduro dijo que “ellos quieren sacarme de la presidencia, es un objetivo que se han trazado. En el caso de un referéndum revocatorio, que el pueblo decida”.
La bancada del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) salió del hemiciclo alegando una violación del reglamento de debates. “No respetan la Constitución, no respetan las leyes”, dijo tras abandonar la sesión el diputado reelecto y uno de los hombres fuertes del chavismo Diosdado Cabello, quien fue sustituido en la presidencia por Ramos. La diputada y primera dama de Venezuela, Cilia Flores, dijo que el PSUV ganó el “primer round” en la instalación de la Asamblea.
En varias oportunidades los diputados estuvieron a punto de llegar a los golpes. Los alrededores del Congreso amanecieron ayer custodiados por centenares de policías y guardias nacionales, algunos de ellos con equipos antimotines, que colocaron barreras de metal en medio de las vías para limitar el paso de vehículos y personas. Algunas estaciones del metro también fueron cerradas por medidas de seguridad.
Simpatizantes de la oposición y del gobierno se concentraron de forma pacífica en vías y plazas del centro de Caracas, cercanas al Congreso, para unirse a las marchas convocadas por los dos bandos. Los opositores agradecían el cambio, mientras lo oficialistas juraban defender “la revolución”.