El papa Francisco anuló una tradición de siglos que prohibía a las mujeres participar del rito de lavado de pies en Pascuas, una medida celebrada por los activistas de los derechos femeninos pero que enfureció a los conservadores, se informó ayer.

Hasta ahora, sólo hombres o niños tenían permitido formalmente participar en el servicio, en el que un sacerdote lava y besa los pies de 12 personas para conmemorar el gesto de humildad de Jesús hacia sus apóstoles en la noche antes de morir.

La reforma fue introducida con una carta del Pontífice dirigida al cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos del Vaticano, en la que Francisco dijo haber reflexionado mucho sobre el tema.

“Dispongo, por lo tanto, que sea modificada la rúbrica [del Misal Romano], según la cual las personas elegidas para recibir el lavatorio de los pies deben ser hombres [adultos] o muchachos, en modo tal que de ahora en adelante los pastores de la Iglesia puedan elegir a los participantes en el rito entre todos los miembros del pueblo de Dios”, indicó. “Se recomienda además que a los elegidos sea ofrecida una adecuada explicación del significado del ri-to mismo”, agregó en la carta Jorge Mario Bergoglio.

El portavoz vaticano, Federico Lombardi, dijo que el significado del lavatorio de pies “es la manifestación del amor de Jesús por todos hasta el final, más allá de que lo demostró a los 12 apóstoles, tuvo un valor universal”.

El ritual se realiza en iglesias católicas de todo el mundo el Jueves Santo, cuatro días antes de Pascuas. Si bien algunas parroquias de la Iglesia, con mil 200 millones de fieles, ya incluían a mujeres y niñas, la mayoría se había ceñido a las reglas escritas, en particular en los países en desarrollo.

“Es una gran noticia, un avance maravilloso. Significa que el cambio es posible, las puertas parecen estar abriéndose en el Vaticano”, dijo a Reuters Erin Hanna, codirectora de la Conferencia para la Ordenación de Mujeres, con sede en Estados Unidos.

En contraste, Joseph Saw, líder de un grupo tradicionalista llamado The Latin Mass Society, dijo sentir pena “por los sacerdotes que han estado intentando obedecer la ley litúrgica en este tema (...) podrían perfectamente sentirse traicionados”.

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