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Washington.— El gobierno de Estados Unidos dirigía ayer su mirada hacia el 2630 de la calle 16, hasta ayer sede de la sección de intereses de Cuba en Estados Unidos, que desde hoy se convertirá plenamente en embajada. Es el mismo edificio que hace más de medio siglo visitó Fidel Castro, nada más desalojar del poder al dictador Fulgencio Batista, para iniciar un paréntesis marcado por el desencuentro, que ha comenzado a cerrarse tras un largo y tortuoso proceso de reconciliación.
Fuentes del Departamento de Estado han confirmado que una delegación encabezada por la subsecretaria de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Roberta Jacobson, asistirá a la ceremonia para izar la bandera de Cuba en la embajada. Así, con ese acto, se reabre un canal diplomático que facilitará agilizar el proceso de normalización de las relaciones entre Washington y La Habana.
Poco antes de esta ceremonia, el Departamento de Estado se encargará de incorporar la bandera de Cuba al atrio principal de su sede en las inmediaciones de Foggy Bottom. Con este acto simbólico, la bandera cubana se sumará al conjunto de las que representan a las naciones con las que Estados Unidos mantiene relaciones diplomáticas. “Será un acto meramente protocolario que marcará el inicio de una nueva etapa”, consideró un funcionario del Departamento de Estado.
Luego la atención de los medios se concentrará en el jardín principal de la embajada de Cuba, donde hasta hace poco un grupo de trabajadores se afanaban en las labores para dar lustre al mástil que concentrará la atención de la opinión pública internacional cuando se proceda al izamiento de la bandera cubana. El personal se encargó de embellecer los jardines de la residencia y de la limpieza y remozamiento del viejo edificio, una estructura construida en 1917 que ha sido testigo de los desencuentros entre ambas naciones.
Fuentes de la embajada han confirmado la asistencia de unos 500 invitados a una ceremonia que estará encabezada por el ministro cubano de Asuntos Exteriores, Bruno Rodríguez, que ha llegado a esta capital al frente de una delegación de más de 30 personas.
Poco después de este acto en la embajada de Cuba en esta capital, el ministro cubano de Asuntos Exteriores se trasladará al Departamento de Estado para mantener su primera ronda de consultas con John Kerry, el responsable de la política exterior de Estados Unidos, para después ofrecer una rueda de prensa conjunta. Esta será la primera vez en más de medio siglo que un canciller cubano visite los cuarteles generales del Departamento de Estado para iniciar contactos formales y coordinar la secuencia que deberá regir el proceso de normalización de las relaciones diplomáticas entre EU y Cuba.
“El canciller de Cuba permanecerá hasta el martes en el país para discutir una amplia agenda de temas”, según ha indicado el Departamento de Estado.
Entre los invitados a esta ceremonia, y a los contactos que se mantendrán al más alto nivel, se encuentra Jeffrey DeLaurentis, quien este lunes será reconocido por el gobierno de Cuba como el encargado de negocios de la embajada de EU en La Habana, una designación que lo convertirá en embajador interino mientras el presidente Barack Obama decide quién será el nuevo embajador ante Cuba.
A pesar de que Kerry no estará presente en La Habana para el reinicio de operaciones de la embajada de Estados Unidos en Cuba, “legalmente comenzaremos a operar y sin necesidad de que se produzca una ceremonia de izamiento de bandera”.
El izamiento de la bandera de Estados Unidos en La Habana se producirá antes de que concluya el verano y contará con la presencia del secretario de Estado.
“Consideramos que es un acontecimiento histórico y es necesario que Kerry acuda a La Habana para la ceremonia de izamiento de la bandera”, señalaron fuentes del Departamento de Estado.
La visita de Kerry a La Habana podría producirse poco después de su gira de trabajo a Doha, Qatar, para participar en la reunión del Consejo de Cooperación del Golfo (GCC) e informar a los gobiernos de Bahrein, Qatar, Arabia Saudita, Kuwait, Oman y los Emiratos Árabes Unidos sobre los alcances del acuerdo histórico alcanzado con Irán para contener el desarrollo de su programa nuclear.