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Asunción.— El papa Francisco cerró ayer su gira por América Latina, con una misa masiva en la capital paraguaya y encuentro con jóvenes en Costanera, donde pidió amor, com prensión y solidaridad para los jóvenes que se dedican a la delincuencia por desesperación.
Francisco habló a decenas de miles de jóvenes concentrados en esta rivera del río Paraguay. El encuentro, con el que el papa concluye su gira por Latinoamérica, comenzó con los testimonios de dos jóvenes que se encuentran en dificultades y sus palabras sirvieron de inspiración al Pontífice que se saltó el discurso preparado para instaurar un diálogo improvisado con los jóvenes.
Contó cómo en Roma alguien le dijo: “Siga usted aconsejando a los jóvenes que hagan lío, pero después los líos que hacen los jóvenes los tenemos que arreglar nosotros”, relató arrancando las risas de los chicos y chicas paraguayos.
Y los exhortó “Hagan lío, pero ayuden después a organizarlo bien”.
Además, les recomendó tener un corazón libre que no les ate a nada y los invitó a ser solidarios, al tiempo que les hizo repetir las palabras que dijo, todos los chicos deben tener en cuenta: “Servicio, solidaridad, corazón libre, esperanza, trabajo y luchar por la vida”. Francisco advirtió que para muchos jóvenes la vida no es fácil y que “la desesperación les empuja al delito, a la delincuencia y a colaborar con la corrupción”. “Salven a estos chicos y chicas que están en estas situaciones difíciles”, dijo.
Tras su discurso, el Papa se dirigió al aeropuerto para embarcar rumbo a Roma tras una gira sudamericana de ocho días, que antes lo llevó a Bolivia y Ecuador, y en la que insistió en criticar un sistema económico que sacrifica a la gente en función de la rentabilidad.
El último día de Francisco en Paraguay comenzó temprano, cuando escuchó los dramáticos testimonios de la miseria en la que viven unas 15 mil familias del paupérrimo barrio asunceño de Bañado Norte, un sitio que se inunda, y donde abundan las casuchas y los pantanos de barro, símbolo de un país donde 24% de la población vive debajo de la línea de pobreza.
Allí el Papa criticó a aquellos católicos que no son solidarios.
Tras su vista a Bañado Norte, el primer papa latinoamericano dirigió una misa multitudinaria en Ñu Guasú, en las afueras de Asunción. Según el vocero del Vaticano, el sacerdote Federico Lombardi, hubo algo más de un millón de asistentes. La policía paraguaya estimó que fueron un millón.
En su homilía, el papa dijo que la hospitalidad es una de las palabras claves en la religión cristiana. Además, llamó a los cristianos a pasar de la lógica del egoísmo, la clausura, la lucha, la división y la superioridad a la lógica de la vida, de la gratuidad, del amor.
En la misa estaban presentes el presidente de Paraguay, Horacio Cartes, y la presidenta de Argentina, Cristina Fernández. También el canciller de Uruguay, Rodolfo Nin Novoa.
De hecho, al final de la celebración la mandataria saludó en un breve encuentro al Papa junto con Cartes y posaron para la foto, delante de un monumental retablo construido magistralmente por el artista paraguayo Delfín Roque Ruiz.
Las imágenes de San Francisco y San Ignacio, así como el techo del retablo fueron construidos con millones de granos de maíz y frijol, cáscaras de coco y otras legumbres, que fueron aportados por agricultores del país.