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Washington.— La gobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley, firmó ayer una ley para eliminar de edificios y plazas públicas de ese estado la bandera confederada, más de 50 años después de que ese estandarte rebelde fuera izado en el Capitolio estatal para protestar contra el movimiento por los derechos civiles.
El Congreso local había votado horas antes a favor de confinar la bandera a los museos.
“A partir de hoy la bandera confederada quedará fuera del Congreso estatal de Carolina del Sur” señaló la gobernadora al firmar y promulgar una ley en honor de las nueve víctimas de raza negra que perdieron la vida a manos de un racista blanco el pasado 17 de junio, mientras escuchaban misa en una iglesia metodista en Charleston.
“Bajaremos la bandera con dignidad y nos aseguraremos de que sea guardada en un lugar adeduado”, añadió luego de firmar la ley. La bandera será retirada del Capitolio en una ceremonia que tendrá lugar el día de hoy.
La decisión de eliminar del paisaje un símbolo de odio racista para unos, y un emblema para los herederos de los ejércitos del sur derrotados durante la guerra civil, fue celebrada por algunos de los más importantes líderes políticos en Carolina del Sur, entre ellos el senador de ese estado y aspirante a la nominación presidencial por el Partido Republicano, Lindsey Graham.
“Esa bandera tenía que desaparecer de los edificios y plazas públicas. Gracias a Dios que así ha ocurrido”, dijo Graham.
El portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, consideró que la decisión de Carolina del Sur confirma que en Estados Unidos ha habido “progresos” para desmantelar los símbolos de quienes siguen creyendo en la supremacía racial.