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A cinco meses del relanzamiento del programa de Vigilancia Ambiental en la Ciudad de México, éste registra varias inconsistencias, como son los horarios de operación, la no utilización de los opacímetros —aparatos que miden las emisiones en diesel y gasolina en automóviles— y la contabilidad de las sanciones impuestas al mes.
En septiembre pasado, el jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera, dio el banderazo de salida a 34 patrullas, tres Jeep, una camioneta Pick Up y cinco motocicletas de vigilancia ambiental, que en suma tuvieron un costo total de 30 millones de pesos.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Javier García Ramírez, director general de Vigilancia Ambiental de la Secretaría de Medio Ambiente (Sedema), aseguró que las patrullas ecológicas laboran de lunes a jueves; sin embargo, la dependencia, en respuesta a una solicitud de información, reportó que éstas deben operar de lunes a sábado, al igual que el programa Hoy No Circula.
En un recorrido realizado por este diario se constató que, efectivamente, el sábado 13 de febrero las unidades ambientales estaban guardadas en el Centro Evaluador de Emisiones Vehiculares, número cinco, en la delegación Gustavo A. Madero. Mientras que el jueves 18 de febrero, el lugar estaba vacío, pues las unidades se encontraban en operación.
Sobre su funcionamiento en día domingo, el biólogo explicó que las patrullas “también pueden laborar esos días” y que, actualmente alternan el fin de semana con un “horario abierto”, sin dar más detalles.
La Sedema cuenta con dos flotillas para vigilancia ambiental, una de patrullas y otra de motocicletas. La primera la conforman 34 autos Dodge Charger con un costo de 582 mil 870 pesos cada uno; tres camionetas Jeep Wrangler Sport, con un precio unitario de 551 mil 698 pesos, y una Pick Up valuada en 572 mil 948 pesos. Cada motocicleta costó 73 mil pesos.
Sobre el mantenimiento que reciben estos vehículos, García Ramírez informó que cuando fueron adquiridos ya incluían el mantenimiento, pero no especificó quién lo proveía.
Transparencia, por su parte, dio a conocer que la agencia automotriz es la encargada de proporcionarlo, debido a que dichas unidades son de reciente adquisición.
Por otro lado, el director de Vigilancia Ambiental dijo que alrededor de 8 mil 500 vehículos son infraccionados al mes; mientras que datos oficiales reportaron que el promedio de autos sancionados no supera los 6 mil 866.
Al darse a conocer este programa de Vigilancia Ambiental se informó que los opacímetros eran móviles; sin embargo, Javier García Ramírez explicó que estos no son transportados en las unidades de vigilancia debido a que no caben dentro de las mismas. “Lo que vamos a hacer es utilizarlos posteriormente en campo […] los vamos a turnar en unos vehículos donde los podamos adaptar, porque no caben”.
El funcionario aseguró que los opacímetros “están en la etapa de prueba” y aún no es posible utilizarlos para beneficio del programa.
De acuerdo con una fotografía proporcionada por la dependencia, el modelo del opacímetro coincide con el BEA 250, de la firma Bosch, valuado en 5 mil 600 euros, equivalente a 110 mil 320 pesos mexicanos.
Actualmente los ecoguardas sólo detienen a los coches que contaminan de “manera ostensible”; es decir, aquellos automóviles que arrojen humo visible al circular.
Rechazo de la ciudadanía
Los habitantes de la Ciudad de México rechazan la presencia de las patrullas ecológicas en las calles. “El programa sí es molesto para la ciudadanía; aunque algunos capitalinos ya están entendiendo el beneficio que representa para todos”, señaló Francisco Javier García Ramírez, en entrevista.
El funcionario dijo que el anterior programa de patrullas ecológicas necesitaba de un cambio (físico y estructural) porque “las otras unidades eran poco respetadas por los ciudadanos”. A pesar de la renovación, los automovilistas no respetan la autoridad de los ecoguardas.
Durante un recorrido realizado sobre la Calzada de Tlalpan, fue posible comprobar que los conductores lanzan insultos a las autoridades ambientales. “Obviamente les molesta, mira cómo nos tocan [el claxon], pero a pesar de estas actitudes es necesario realizar el trabajo”, indicó el biólogo al escuchar a los automovilistas molestos.
El director general de Vigilancia Ambiental comentó durante la charla que las faltas de respeto a los vehículos del programa anterior, “tal vez eran provocadas porque las camionetas no estaban revestidas como patrullas oficiales”.
Las antiguas unidades vigilaban el cumplimiento de tres programas: el de Verificación Vehicular, el de Vía Restringida, también conocido como Hoy No Circula y el de Emisión de Gases Contaminantes, pero no contaban con el sistema de vigilancia en directo.
Las nuevas unidades continúan la vigilancia de los programas mencionados, con la diferencia de que ahora existe mayor cantidad de patrullas con equipo más moderno.
“Las otras [patrullas] eran unas camionetitas, pero las actuales ya se ven más oficiales, por la torreta. Éstas ya tienen la imagen homologada de la Ciudad de México”, puntualizó el área de Comunicación Social de la Sedema.
Cómo operan
Durante el recorrido que se realizó tres vehículos fueron detenidos en la vía pública; uno de ellos fue sujeto a revisión debido a que sus placas eran foráneas. Al confirmar que todo estaba en orden, el conductor se retiró.
En cambio, otro de los detenidos fue multado por no verificar su auto en tiempo, además de circular en un día prohibido para el modelo del auto. La sanción por la violación a los programas fue de 48 unidades de cuenta, 24 por cada uno. Para recuperar su placa el conductor deberá pagar un monto aproximado de 3 mil 229 pesos. El detenido afirmó que jamás había escuchado hablar de este tipo de patrullas.
Las sanciones que emite la policía ambiental varían de acuerdo con el programa que incumpla el conductor, pero en todos se deberá retirar una de las placas vehiculares.
Las zonas de revisión se escogen de manera aleatoria dentro de las 16 delegaciones de la ciudad. Durante las “acciones de vigilancia”, los ecoaguardas tienen la obligación de detectar a los autos que emitan gases contaminantes, detenerlos y dar paso a la revisión en directo, todo con base en los Artículos 38 y 39 del Reglamento de la Ley Ambiental de Protección a la Tierra del Distrito Federal en materia de Verificación Vehicular, así como en las Normas Oficiales Mexicanas 047 Semarnat 2014 y 045 Semarnat 1996.
García Ramírez afirma que si procede la sanción para un automovilista, el operador ya no podrá hacer nada para evitarlo. Todo se registra al momento y existen cuatro cámaras en la patrulla —una al frente, una en el medallón, una del lado derecho y otra del lado izquierdo— que graban y monitorean a los ecoguardas, para evitar abusos de autoridad y extorsiones.
La transmisión en vivo de audio y video permite que los ofrecimientos ilícitos, ya sea por parte de los infractores o los infraccionados, disminuyan. Javier García, incluso, se aventura a decir que la tasa de corrupción en el programa es de cero y destaca otro de los candados para detener las extorsiones: la geolocalización satelital, por la que los vigilantes del Centro de Inspección y Vigilancia Ambiental Remota (CIVAR) pueden encontrar cualquier patrulla y denunciar si ésta lleva mucho tiempo detenida o escondida en algún lugar.
El modelo para la Vigilancia Ambiental fue elaborado por la Secretaría de Medio Ambiente, de acuerdo con las características específicas de la Ciudad de México.
El CIVAR está dedicado a dos programas: al de Verificentros y al de Patrullas Ambientales; durante la inspección de cada uno el monitor también deberá vigilar que los trabajadores de cada programa sean honestos y estén calificados para realizar su labor.
“Lo que está diciendo el ecoguarda se queda grabado [durante 30 días], por lo que no es posible que pueda entablar plática con un detenido; todo se guarda”, asegura el biólogo.
Innovaciones incompletas
La idea de construir el CIVAR surgió por el elevado número de denuncias de corrupción con respecto a los Verificentros. “Era una necesidad adquirir un control, porque llegaban muchos reclamos en cuanto al uso de gestores. Al reconocer que no existía la cantidad adecuada de personal para vigilarlos, se tomó la decisión de compensar la falta de recursos humanos con tecnología”, concluye el biólogo.
Es necesario destacar que estas innovaciones están incompletas. Si bien cuentan con video en vivo, el audio aún no es instalado, lo que dificulta la comprobación de irregularidades.
El monitoreo de los dos programas y sus trabajadores es “punta de lanza”, asegura el funcionario de la Sedema. En el Centro de Inspección y Vigilancia Ambiental Remota laboran 20 personas y más de la mitad están dedicadas a la supervisión de verificentros.
Pese al relanzamiento del programa de Vigilancia Ambiental, la revisión de los vehículos contaminantes sigue siendo ocular y no con los opacímetros adquiridos, además de que no hay amplio conocimiento de la ciudadanía sobre las ecopatrullas.