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Valentina tiene nueve años y quiere ser presidenta; Luciano, de siete, sueña con ser inventor, y Marco, de 14, ya empezó a involucrarse en la ciencia aplicada. Ellos son algunos de los niños capitalinos con un coeficiente mayor a 130, pero su inteligencia está a punto de fugarse del país.
En la Ciudad de México hay alrededor de 6 mil niños reconocidos con estas capacidades; a nivel nacional se estima que hay cerca de un millón. El 95% no sabe que es un genio.
De acuerdo con especialistas, dos de cada tres niños diagnosticados con déficit de atención realmente son superdotados. Enfermedades como autismo, asperger e incluso trastornos siquiátricos son otras que se asocian al comportamiento de estos niños que se dice requieren medicación; sin embargo, los fármacos sólo contribuyen a que pierdan sus potencialidades.
“Una cantidad importante de niños no ha sido detectada y eso indica la necesidad de trabajar con el talento, porque de ahí pueden surgir investigadores, inventores, científicos y líderes sociales, pero si no los detectamos se van perdiendo”, menciona Andrew Almazán, director del Departamento de Psicología e Investigación del Centro de Atención al Talento (Cedat).
Valentina tiene nueve años y quiere ser presidenta. Es una niña que apenas rebasa el metro de estatura y su cabello corto le cubre los ojos cada que hace un movimiento con la cabeza. Al hablarle responde con timidez, pero fija la mirada. Tiene unos ojos grandes, brillosos, juguetones que acompañan la sonrisa de nerviosismo cuando se da cuenta que le están tomando una fotografía.
“Yo quiero ser presidenta cuando sea más grande”, responde sin dudar. Los animales son otro tema de su interés, pues asegura que tras estudiar biología ha aprendido mucho.
Desde hace seis años una casa de la colonia Del Valle fue adaptada para los niños; desde su creación ha dado atención a 6 mil menores entre los dos y 16 años. El Cedat brinda atención diferenciada, es decir, desde diagnosticar hasta trabajar caso por caso para brindarle a los niños lo que cada uno necesita, con el objetivo de evitar que se pierda su plasticidad cerebral y con ella sus capacidades.
Algunos de los niños que recibe la institución más importante en su rama en América Latina provienen de la Ciudad de México y Estado de México; otros vienen de estados como Morelos y Puebla. Los fines de semana llegan chicos de Chiapas y en el curso diario cuentan con estudiantes de origen europeo y sudafricano.
Sufren bullying. Profesores, centros educativos, compañeros de escuela, médicos e incluso familiares son los principales responsables de que 80% de los niños sobredotados haya padecido o padezca bullying y aislamiento social.
De acuerdo con la doctora Rosa María Espriu, directora y fundadora del Instituto de Asesoría y Capacitación Educativa (IACE), hacen falta lugares en los que estos chicos se puedan desarrollar, pues son pocas las escuelas especializadas y hay muchos niños que todavía no son diagnosticados o que no saben que son sobredotados.
Explicó la importancia de que quienes realicen pruebas de inteligencia sea personal realmente capacitado y especializado en el trabajo con estos niños, para evitar exponerlos a malas prácticas médicas a causa de la ignorancia y que apagan su intelecto.