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Escribo desde la azotea de mi casa, espacio en el que he montado una oficina al aire libre, con todo y su sombrilla playera. ¿Acaso nos brincamos la primavera para entrar de lleno al verano? Es la única explicación que puedo dar al sofocante calor que se ha sentido en los últimos días.
Confieso, mi estimado lector, que le tenía preparado un texto cargado de recomendaciones tintas. Sí, he tenido que rascar en otros terrenos para ofrecerle algo “mucho más utilitario”, diría yo. Realmente, poco se antoja beber un tinto corpulento con estos calores; imagínese en Mérida, donde el lunes se rompió el récord de los 40.7 grados centígrados.
La semana pasada me invitaron a participar en una cata con Roberto Aragón, director general de la bodega Cillar de Silos, en las instalaciones de La Naval. A Roberto lo conozco desde hace tiempo y, realmente, quería gastar toda nuestra plática en los nuevos proyectos que trae su vinícola. Interesante y divertidamente, el encuentro dio un giro inesperado, y terminamos divagando con una helada copa de vermut en mano. Sí, vamos a refrescarnos con un poquito de vermut.

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