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El nuevo formato del debate nos ha traído una favorable dinámica que con el tiempo tendrá que perfeccionarse. La rapidez de las preguntas y las intervenciones fue en detrimento de la profundidad de las propuestas y los candidatos optaron por repetir sus tesis que han sido repetidas hasta la saciedad en los spots. A todos les falló el manejo del tiempo. Pero claramente es un avance.
Como era de esperarse, buena parte del debate fue un ataque desde distintos frentes al puntero. El más eficaz probablemente fue el del Bronco porque con el desparpajo propio de ese populismo, que tanto gusta en un sector, propuso barbaridades y cosas obvias pero el golpe más sistemático fue el mostrarse más reduccionista que AMLO en la formulación de políticas generales y en el manejo de las prerrogativas de los partidos.
El golpe más contundente de Meade fue que en repetidas ocasiones señaló que el tabasqueño de proteger delincuentes y que tiene un partido negocio. También tendrá efecto el señalamiento de Romo planteado por Anaya. Andrés jugó a base por bola y veremos qué impacto tiene su estrategia, buena parte de su electorado ya tiene su voto decidido. Pero estoy seguro que la generalidad de sus propuestas de seguridad y anticorrupción habrá decepcionado a los más jóvenes no politizados en las tesis morenistas.
Meade optó por la sobriedad en los planteamientos y lanzó algunos ataques, uno muy fuerte al comparar a Duarte con Anaya. Su mejor punto fue desechar la peregrina propuesta de revocar el mandato. No arriesgó demasiado y lo salvó la campana cuando pudo tomar distancia del gobierno actual.
Anaya fue muy directo en algunos temas, manejó bien su tiempo, pero fue más eficaz en confrontaciones directas, como las 7 de 7 a Meade y los perdones a Salinas y a Peña Nieto.
Margarita buscó en todo momento apelar a su honestidad y perfilar su propia personalidad. Piso con enorme fuerza el tema de los dineros públicos.
Me parece francamente fuera de lugar que en un debate presidencial en donde el asunto fundamental es quién va a gobernar y como lo va hacer, se meta con tal fuerza la revocación del mandato que es salgo así como asistir a una boda y que el juez insista en recordar cuáles son las causales de divorcio. La revocación del mandato es la peor idea que podríamos tener y me pareció que ante los graves problemas que tiene la democracia mexicana como la ausencia de capacidades institucionales para resolver los problemas de la gente, la discusión se vaya por las ramas es una forma de evadir el problema central. La elección del tema arruinó el tercer segmento.
Analista político.
@leonardocurzio