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La semana anterior un grupo de organizaciones de la sociedad civil (OSC) decidió hacer público un manifiesto con un mensaje claro: aquí estamos, tenemos un compromiso con el país y además hemos aportado cosas importantes para mejorar las instituciones. El manifiesto carecería de sentido dialógico (sería una simple autoafirmación) en una sociedad con una cultura política plenamente democrática. Pero en el nuestro, el desplegado tiene pleno sentido. Nuestras élites desconfían de la sociedad organizada y más aún si ésta se ha dotado de capacidades intelectuales para entablar un dialogo franco con la clase política.
Desconfían, en primera instancia, porque el acomodo poliárquico que hoy tenemos permite todavía la circulación de las elites en un esquema partidocrático que aun ahora les resulta cómodo, cumple con el requisito de permitir la alternancia y que se oree el habitáculo. Los panistas pueden volver a convivir con el foxismo sin Fox, con el perredismo que saquea la capital o con los naranjas, de la misma manera que AMLO convive con los salinistas del PT con los osoristas del PES y el PRI puede presentar a un candidato que se movía como pez en el agua en el G20 y al mismo tiempo comparte el estrado con Antorcha Campesina. El perímetro de actuación es amplio y su pragmatismo tan flexible, que todavía falta ver muchas cosas.
Por eso desconfían de aquellos a quienes no pueden seducir o someter y se sienten amenazados por esos nuevos actores. Primero obstaculizaron las candidaturas independientes y les pusieron tantos candados que tenían como oscura motivación desnaturalizar esa vía de participación que podía oxigenar su palenque, como en su momento también impidieron la formación de nuevos partidos y permitir así la coexistencia del Verde y el PT con sus socios de turno.
Para las dirigencias partidistas la sociedad civil debe tener una densidad baja de manera que ellas puedan dirigir la conversación nacional hacía donde quieran. Se sienten amenazadas por las OSC porque los líderes políticos sentían que el monopolio del de la propuesta (Brain power) la tenían ellos y la gente (que está muy bien para llenar estadios y jalearlos) que simplemente aplauda los comprimidos ideológicos que sueltan en sus discursos y no estudie, formule y evalúe. La solución a todos los problemas la tenían ellos y les bastaba repetir sus latiguillos sobre el combate a la pobreza, la calidad educativa, el fomento del mercado interno, la reducción de la violencia o el combate a la corrupción. No les gustan, porque sienten rivalidad intelectual y se sienten claramente desplazados y opacados. Cuando tu propuesta anticorrupción es adecentar la Presidencia por supuesto que te sientes apabullado por un razonamiento sofisticado y complejo como el de Transparencia Mexicana. Cuando tu propuesta de mejorar la forma en que se confecciona el presupuesto se enfrenta a un dialogo con los expertos de México Evalúa, claro que se sienten desafiados. Los que estaban acostumbrados a hacer y deshacer en la vida pública, ven con una combinación de desconfianza y rivalidad a quienes sin servir a otro interés se niegan a ser legitimadores de despropósitos institucionales.
La fuerza y resiliencia de una democracia descansa en la capacidad de organización fuera del estado de actores con independencia es decir, empresarios que no dependan del los negocios con el gobierno, medios de comunicación sólidos y profesionales, con líneas editoriales en manos de profesionales y no condicionadas por la payola (mordida) institucional y organizaciones que puedan denunciar los desvíos de dinero público y las políticas erradas. Todo eso es tóxico para políticos como los nuestros, que siguen creyendo que en una democracia no mandamos todos, sino que la democracia es que manden ellos y no los otros.
Yo celebro que en este país tantas organizaciones de la sociedad civil sigan adelante con su trabajo aunque las espíen, les manden auditorias, sean objeto de puyas y desconfianza públicas. Mi reconocimiento a su trabajo y mi gratitud personal, porque a lo largo de mi vida periodística siempre he dialogado y abierto ventanas en mis espacios periodísticos para muchas de ellas y siempre he tenido su entusiasta y muy benéfica colaboración. Yo si creo y reconozco su trabajo.
@LeonardoCurzio