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A la seguridad informática, la que se enfoca en la protección de la infraestructura computacional y en particular a la información que circula a través de las diversas redes digitales, archivos, bases de datos, etcétera, se le conoce como ciberseguridad. Ante la perspectiva de que prácticamente todo en este mundo parece orientarse hacia un desarrollo digital, el tema ha dejado de ser sólo preocupación de los bancos y los mercados financieros. El ciberespacio ha incursionado en la política y tiene graves implicaciones éticas y legales que afectan nuestra vida individual y colectiva.
Hasta hace poco tiempo, yo era bastante escéptico sobre la injerencia extranjera en los procesos electorales de los regímenes democráticos. No así cuando se trataba de golpes de Estado, juntas militares, dictaduras o prolongación en el poder de regímenes autoritarios. Pero la creciente evidencia de la intervención rusa en el proceso electoral de los Estados Unidos ha cambiado mi percepción. El reciente escándalo protagonizado por Cambridge Analytica, quien obtuvo “legalmente” más de 87 millones de cuentas de Facebook, es una muestra clara de la dimensión que el asunto puede llegar a alcanzar.
Hace unos días, en el contexto de un foro que sobre el tema organizaron esta casa editorial, el Aspen Institute y la Fundación Miguel Alemán, tuve oportunidad de conversar con John Banghart, quien fuera Director de Ciberseguridad del Consejo Nacional de Seguridad de los Estados Unidos y tenía bajo su custodia la seguridad informática de la Casa Blanca con el presidente Obama. A él le correspondió informar que habían sido atacados por hackers rusos el Comité Nacional del Partido Demócrata, el Comité de Campaña del Congreso, así como a John Podesta, director de la campaña de Hillary Clinton.
La capacidad tecnológica en este campo ha experimentado avances insospechables hace apenas algunos meses. Los ataques por denegación de servicio distribuido (DDoS, por sus siglas en inglés) pueden llegar a paralizar cualquier sistema con correos basura e impedir que los usuarios legítimos tengan acceso al servicio. Esta técnica era tradicionalmente usada por los crackers, pero eso parece ya ser historia. Hoy no se necesitan personas para hacerlo. El ataque se hace vía IOT, el internet de las cosas. Este concepto fue propuesto hace unos años por investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y se refiere a la interconexión digital de objetos cotidianos. Una empresa norteamericana, Cisco, ha creado incluso un contador de conexiones. Se estima que actualmente hay ya varios miles de millones de dispositivos conectados a internet. Según Banghart, ese es uno de los principales flancos a proteger en los procesos electorales.
En el Foro referido participaron también Javier Murillo, cuya empresa (METRICS) desarrolla nuevas tecnologías para las relaciones digitales; Mario de la Cruz, presidente nacional de la Cámara de la Industria Electrónica, de Telecomunicaciones y Tecnología de la Información, y una joven investigadora mexicana egresada de la UNAM, Saiph Savage, quien actualmente dirige el Centro de Cómputo Interactivo en la Universidad de West Virginia. La conducción del evento estuvo a cargo de Ana María Salazar, analista internacional y experta en temas de seguridad, en tanto que, Lorenzo Córdova, consejero presidente del INE hizo la presentación final. Prudente, mesurado, Córdova hizo un recuento de las medidas de protección que ha adoptado el INE para tratar de contener los miles de intentos de ciberataques que ya han detectado y se dijo estar preparado para lo que pueda venir. Con sensatez, advirtió: “Todos los sistemas, como se ha señalado en este Foro, son vulnerables, y el INE no es la excepción. Los ataques pueden venir de fuera o de adentro”. En relación a lo dicho hace algunas semanas por el Secretario de Estado Rex Tillerson sobre la posible injerencia rusa en las próximas elecciones, su respuesta fue contundente: “Nos preocupa Rusia, pero también los Estados Unidos¨.
Murillo dio algunos datos preocupantes: en México hay 85 millones de usuarios de internet, se han detectado cerca de 20 millones de cuentas falsas o duplicadas, y en torno al proceso electoral se han posicionado ya más de 100 temas en la agenda digital. Según sus datos, se estima que hay 8 millones de cuentas de posicionamiento, y que al menos 27 % corresponden a bots o trolls. La información compartida por De la Cruz mostró el avance del México digital: 65 millones de personas tiene ya un teléfono inteligente y el 76% de ellos acceden a las redes sociales. En el Índice Global de Ciberseguridad, México ocupa el lugar 28 de entre 165 países (no está nada mal), y al igual que todos los demás expertos, hizo énfasis en la necesidad de diferenciar el tema de la ciberseguridad del de las historias falsas que aparentan ser noticias reales (fake news). Este problema adquiere particular relevancia en tiempos electorales y amerita una reflexión por separado. Saiph, como buena académica, mostró datos de sus investigaciones sobre la forma en que las redes sociales pueden influir a favor o en contra de determinadas figuras públicas, pero también sobre el papel que han jugado las redes sociales en procesos como el de las autodefensas en Michoacán. Ana María Salazar permitió, con su experiencia y conocimiento en la materia, que el diálogo fluyera con naturalidad. Algunos de los estudiantes presentes expresaron su escepticismo y desconfianza en las instituciones. Había razón. Acababa de darse a conocer el fallo, tan cuestionado como controvertido, por parte del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. El evento dejó claro que la inteligencia de las y los ciudadanos es la mejor defensa que podemos ofrecer ante cualquier manipulación que pretenda imponerse en nuestras próximas decisiones.
Mother Jones, una publicación estadounidense progresista, que se ocupa fundamentalmente de temas relacionados con los derechos humanos, el medio ambiente y la cultura, publicó hace poco (04/09/18) que Facebook sigue siendo la plataforma perfecta para las elecciones mexicanas. Se refiere específicamente a cuatro sitios desde los cuales se ataca sistemáticamente al candidato que puntea en las encuestas. No se sabe a ciencia cierta, dice la publicación, quién está detrás de ellos. Pueden ser actores extranjeros, grupos de interés nacionales o ser parte de las campañas de los otros candidatos. Pero tienen más de 250 mil seguidores en face news y otros 35 mil en twitter, muy activos. No se trata de fake news. No dicen, por ejemplo, como dijeron de Trump, que el Papa Francisco apoya a alguno o alguna de los contendientes. La trama es más sutil. Se parece más al tipo de ciberpropaganda que usó Stephen Bannon para atacar sistemáticamente a Hillary Clinton (Breitbart News Network). Son expertos en producir olas expansivas en la mayoría de las redacciones. Saben bien dónde y cómo pegar. No habría que subestimarlos
¿Qué tanto influirán estas estrategias de desinformación en las y los electores mexicanos? Me resulta imposible predecirlo. Pero si lo dicho por los expertos en el Foro referido es cierto, tenemos razones para confiar en que serán las y los ciudadanos quienes definirán, con libertad, quien nos va a gobernar. Por fortuna, no parecemos ser tan fácilmente manipulables. Hay que ir a votar y exigir que nuestro voto se respete. Yo sostengo que el malestar ciudadano es la expresión de una sociedad dolida. Lo argumento en mi más reciente libro (Grijalbo, 2018). Quien mejor la entienda y genere empatía con la mayoría de las y los electores, ganará el 1º de julio.
Presidente del Consejo, Aspen Institute México