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Nuevos mensajes contra México. El valor noticioso de los grandes desastres naturales se sustenta en parte en el poder telegénico, hipnótico, de torrentes devorando pueblos, ráfagas de vientos derribándolo todo, olas gigantescas arrastrando embarcaciones y puertos, fuegos consumiendo viviendas y fábricas, terremotos tragando ciudades, pilas de muertos, deudos sollozantes, heridos rotos por dentro y por fuera. Sí, igual que en las películas y las series, la noticia espectáculo es un producto informativo que alimenta a legiones en busca de excitación ante la desgracia distante y ajena.
También gratifica este tipo de noticias a quienes ejercen la compasión remota frente a la tele o el diario, con el alivio de no ser parte de la catástrofe y con la sensación de ver alejarse por esta vez el riesgo siempre presente de sucumbir por obra de la naturaleza o de otras fuerzas. Ahora se suman a estas huestes los ejércitos de consumidores simultáneos de emociones seriales desde la tableta o el celular, de un hashtag a otro hashtag.
Por eso no es de extrañar que, aparte del deplorable saldo creciente de víctimas y estragos materiales en Texas, el huracán Harvey haya arrasado también con el resto de la agenda informativa en Estados Unidos, México y otros países. Por ejemplo, pasaron a planos secundarios en los medios lo mismo los nuevos mensajes de Trump contra nuestro país que el nuevo misil norcoreano sobre una isla japonesa.
Los límites del espectáculo. Por otra parte, frente a grandes espectáculos noticiosos como el del Harvey, el manual prescribe que el gobernante se una al show frente a las cámaras, es decir, que vaya al menos por una tajada de los públicos que presencian el drama real, la tragedia que así pasa a servir sólo de telón de fondo para el lucimiento del espectáculo presidencial.
Así pareció planearse el show de Donald y Melania Trump en territorio texano, si bien lejos y a salvo de la destrozada y aún inundada Houston. Fue el de los Trump un espectáculo vacío de noticias reales, perteneciente al rubro que los estudios críticos de comunicación colocan en el estante de ‘falsos eventos’ : shows colocados en los espacios informativos, sólo que sin valores noticiosos.
Pero más allá de si las frases hechas y las imágenes de la pareja presidencial ante los destrozos de Harvey ayudarán a Trump a salir de la cadena de crisis auto infligidas, la pregunta sería si su estrategia general de comunicación (si así se le puede llamar) alcanzó sus límites de efectividad. Por ejemplo, si se ha desgastado el recurso comunicativo del que ha abusado el presidente: en realidad, su espectáculo cotidiano de golpeteo verbal, buscapleitos, de venta de terror con efectos disruptivos tanto en los procesos políticos internos como en las relaciones con los aliados históricos de su país.
Verosimilitud. Entre éstos destaca un México amenazado en su comercio y ofendido por la retórica racista que el mandatario profiere y las acciones antimexicanas que alienta. Y, aquí, si bien es cierto que el peso informativo del Harvey influyó en la poca relevancia que le dieron los medios internacionales al nuevo amago de Trump de ponerle fin al TLCAN, también lo es que los arrebatos presidenciales, al volverse repetitivos, han perdido el valor noticioso de la novedad o la sorpresa. Y a la vista de los estragos de Harvey, parecen también perder el valor de la verosimilitud. A las decenas de miles de millones de dólares de pérdidas que deja el huracán en Texas, parece poco creíble que el país agregue la pérdida del millón de empleos que aporta, sólo en este estado, el libre comercio con México. O que con los costos de reconstrucción que exigirá la entidad, el Congreso aporte fondos para el tan manoseado muro fronterizo.
Para huracanes, el Harvey. Lo demás parecerían tolvaneras, polvaredas que a veces nos ciegan momentáneamente. O ventoleras: golpes de viento poco durables o, en sentido figurado, expresiones o acciones extravagantes, chifladuras u ocurrencias.
Director general del Fondo de Cultura Económica