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La voz del Concejo Indígena de Gobierno —creado a partir de una iniciativa del Congreso Nacional Indígena y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional — ha comenzado a caminar por el país en los pies de María de Jesús Patricio Martínez, Marichuy, nahua de Tuxpan, Jalisco, nombrada su vocera para participar en la elección presidencial de 2018; por ahora, explicar qué implica participar en un proceso electoral sin pretender tomar el poder es una de sus tareas.
“Al final no vamos a ganar y no es el fin, pero sí que logremos la organización misma de los pueblos, que hablen ellos mismos por ellos mismos, que no tengan que estar pidiendo que alguien hable por ellos, como los que están en el gobierno, que dicen, imponen y hablan a nombre de los pueblos sin consultarlos (…) Lo que proponemos es la organización. No tanto nos preocupa llegar y sentarnos en la silla presidencial, sino abrir este espacio para ir organizando tanto pueblos indígenas como otros sectores de la sociedad civil que ven importante buscar esa otra forma de organizarse”, dice.
Diestra en herbolaria
Marichuy nació el 23 de diciembre de 1963 en “el pueblo de la fiesta eterna”, pues se dice que en Tuxpan le faltan días al calendario para poder celebrar a todos los santos; también es tierra de danzantes y música, a ella en particular le gusta que el mariachi toque la canción “Las indias”, esa que versa “Qué bonitas son las indias de ese Tuxpan sin igual/ Del meritito Jalisco, donde hay puro natural”.
En el Tuxpan del siglo pasado, la abuela y tías de Marichuy curaban a los niños de mal de ojo, de empacho y espanto, diarreas, tos y fiebres; por ellas aprendió la herbolaria y esto la llevó a fundar hace 22 años la Casa de Salud Calli Tecolhuacateca Tochan, en el barrio El Cóbano, donde acude gente de la región para buscar atención a problemas de salud.
Dos años después la Universidad de Guadalajara (UdeG), a través de la Unidad de Apoyo a Comunidades Indígenas (UACI), decidió vincularse al proyecto para trabajar a través de un programa de salud comunitaria integral; hoy la Casa de Salud Calli Tecolhuacateca funciona además como espacio para capacitar a promotores de salud que laboran en comunidades indígenas de la región, donde a principios del siglo pasado algunos aún conservaban las lenguas tiam y cochim.
Entre el 9 y el 12 de octubre de 1996, dos años después del alzamiento del EZLN en Chiapas, Marichuy presenció el nacimiento del Congreso Nacional Indígena, “la casa de los pueblos indígenas de México”, cuyos siete principios son: servir y no servirse; construir y no destruir; obedecer y no mandar; proponer y no imponer; convencer y no vencer; bajar y no subir; enlazar y no aislar.
Estuvo presente cuando el CNI propuso la construcción de una nueva relación entre el Estado y los pueblos indígenas, trabajó para que los Acuerdos de San Andrés se incorporaran a la Constitución mexicana, y como delegada del Congreso Nacional Indígena, el 29 de marzo de 2001 subió a la tribuna del Congreso de la Unión para responder a las preguntas de los legisladores sobre las mujeres indígenas.
Aquella Legislatura decidió mutilar los acuerdos y pasar una reforma que para el CNI fue inaceptable, por lo que éste replanteó su postura, desconoció esa enmienda y proclamó como ley propia los Acuerdos de San Andrés, promoviendo así el ejercicio directo de la autonomía indígena.
Desde la Región Centro Pacífico del CNI, una de las más activas, Marichuy impulsó esta postura y hoy recuerda lo que implicó para muchos pueblos el levantamiento del EZLN.
“Los pueblos no eran vistos, nosotros mismos no sabíamos de los otros, creo que el levantamiento ayudó a muchos, hizo visibles los pueblos indígenas en México; muchos decían que ellos andaban armando a la gente, pero como yo participaba, veía que no, que a pesar de que ellos dieron esa lucha de esa manera, estaban dispuestos a apoyar la organización de otros pero de manera pacífica”, dice.
En 2006, en la comunidad hñahñu de San Pedro Atlapulco, el Congreso Nacional Indígena decidió adherirse a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona emitida por el EZLN y asumió una postura “anticapitalista, de abajo y a la izquierda”.
Marichuy ve al capitalismo como un virus que va exterminando la vida en el planeta, como una enfermedad contagiosa de la que sólo podremos librarnos organizándonos.
La elección
El domingo 28 de mayo, después de varias horas de trabajo a puerta cerrada en el Cideci-Unitierra, en el antiguo camino de San Juan Chamula, Marichuy fue elegida vocera del Concejo Indígena de Gobierno (CIG), con la participación de mil 482 representantes de 58 pueblos originarios de 26 estados y miembros del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Mujer, indígena, madre de tres hijos, hoy es la voz del CIG que busca “visibilizar el dolor de los pueblos indígenas, que no se sigan ignorando las voces que parecen estar ocultas en las montañas o en la selva”; buscará que la palabra de los pueblos indígenas tenga resonancia, algo que considera indispensable para que México se reconstruya.
“Por eso el llamado es a que analicemos por dónde podemos empezar a irnos reconstituyendo en los diferentes sectores y organizarnos. No nos queda más que hacer frente contra este sistema que está arrasando, no sólo con nuestras comunidades, sino con todos”, explica.
“Cuando los representantes de los grupos originales preguntaron si quería ser la vocera del CIG, pensé en lo tanto que han sufrido los pueblos indígenas en el país, el despojo, la represión. Eso me animó a tomar esta decisión de acompañar y tomar este cargo tan importante”, dice.
Rocío Moreno, indígena coca de la comunidad de Mezcala, en la ribera del lago de Chapala, es una de las concejales del CIG y explica que la decisión de que su voz fuera la de una mujer tiene que ver con que son las mujeres quienes mejor representan la lucha de los pueblos indios del país y logran vincular a la lucha a los hijos, a los nietos, los hermanos, etcétera.
“Es importante que sea una mujer en tiempos de guerra, en tiempos de individualización, porque la mujer es el ser más colectivo dentro de la sociedad, por eso tiene que jalar con toda la manada, si no, no se puede”, señala.
Es así como Marichuy ha iniciado un nuevo periplo por el país, con la voz de muchos y acompañada por lo que ya algunos consideran el alzamiento indígena no violento más grande en la historia de México.
Por lo pronto, el CIG trabaja en dos vías: una para planear cómo recabará las firmas necesarias para lograr inscribir la candidatura de Marichuy, y otra que busca integrar más concejales nombrados por las asambleas de sus comunidades.