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No es juego. Sugey tiene 13 años y se embarazó porque quería tener un hermanito. “Mi mamá se había operado y por eso quise tener un hijo”, lo dice a sus tres meses de embarazo.
Sugey sabe que cambió su vida. Lo supo cuando no pudo ir al parque con sus amigas. “Ahora me la paso encerrada, extraño eso”, comparte. Se siente diferente, no se siente una niña. Cambió.
Estudiaba el tercer año de secundaria, pero desertó. Afortunadamente encontró el apoyo de sus padres, aunque la madre, cuenta, se enojó en un principio. “Te vas a tener que poner a trabajar”, le dijo.
Sugey está en el Hospital General. No parece de 13 años porque luce maquillada, tiene una cita con su ginecóloga para hacerse un chequeo prenatal. Aunque la mayoría de las madres adolescentes, asegura, Brenda Murillo, jefa de Ginecología del Hospital General de Torreón, no acuden a estos controles y se niegan a los métodos de planificación.
Lo que había proyectado Sugey, al menos en su mente, era que iba a tener a su bebé, que iba a ir a vivir con sus papás, con todo y el padre de su hijo. Pero el novio no respondió.
Según datos del Inegi de 2015, Coahuila ocupó el primer lugar en embarazo adolescente, con 15 mil 137 casos entre jóvenes de 10 a 19 años, equivalente a 22% del total; seguido por Chihuahua, con 21.4%, y Durango, con 21%. El número más bajo lo tiene la Ciudad de México, con 14%.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) sitúa a México en el primer lugar en embarazo adolescente entre los 35 países que la conforman. En 2015, el Inegi registró más de 400 mil nacimientos de madres de entre 15 y 19 años, y más de 10 mil entre menores de 15, la suma equivale a 18% del total al año. Cifra que aumenta hasta 70% en hogares rurales y de bajos ingresos.
Proyección de vida. Ana Laura García, encargada del programa Sexualidad Responsable y coordinadora del Taller para madres adolescentes del DIF Torreón, considera que hay muchos factores para que se presente el fenómeno de embarazos en adolescentes. Desde la dinámica familiar, la desintegración, la educación, la información errónea que reciben los jóvenes y los tabúes que persisten.
El taller, donde acaban de “graduarse” 31 madres adolescentes, abarca siete sesiones. Se les enseña desde cómo cuidarse, los cuidados del bebé, los cambios físicos, el desarrollo, hasta realizar proyecciones de vida. “Les insisto mucho que se visualicen a largo plazo, metas largas, porque muchas tienen baja autoestima”, expone la sicóloga Ana Laura García.
Sugey, por ejemplo, se ve acabando sus estudios y trabajando. Con voz todavía de niña, cuenta que no valió la pena. “Pienso en trabajar y en sacar adelante a mi hijo cuando nazca”, dice.
Desde los 12 años. En el taller de madres adolescentes, Ana Laura ha tenido casos de niñas embarazadas desde los 12 años. “Una de ellas perdió a su bebé porque su cuerpo no estaba preparado, pero a los 13 años se volvió a embarazar”, platica.
Menciona que hay familias que mantienen el tabú de no hablar con los hijos sobre temas de sexualidad porque creen que si lo hacen, van a incitarlos a tener prácticas sexuales; sin embargo, la realidad es que los adolescentes están teniendo relaciones sexuales desde temprana edad.
El secretario de Salud de Coahuila, Jorge Verástegui, dio a conocer un estudio con farmacias del estado, donde éstas mencionan que en promedio reciben diariamente cinco menores entre 12 y 15 años que buscan adquirir la pastilla del día siguiente. En promedio tres la llegan a comprar.
Estadísticas de la Secretaría de Salud en Coahuila revelan que la aplicación del implante subcutáneo como anticonceptivo se disparó 63% de 2015 a 2016 en adolescentes, porque en 2015 fueron mil 500 jóvenes las que se lo colocaron, mientras en 2016 fueron 2 mil 453.
Muchos adolescentes, cuenta Ana Laura, tienen mitos como que la primera vez no se pueden embarazar. En los últimos meses las pláticas de sexualidad se ofrecen desde la primaria porque las maestras en las escuelas refieren comportamientos sexuales entre los niños.
Ana Laura García menciona que en el taller de madres adolescentes, la mayoría de las chicas son solteras y en muchos casos la madre de la chica también se embarazó cuando era menor de edad. Al taller llegó el caso de “Anabel” (nombre ficticio), quien tenía 16 años, cuatro meses de embarazo y una adicción al resistol.
Su mamá trabajaba en una casa de citas y en las casas donde trabajaba, ahí iba Anabel. En alguna ocasión, un hombre alcoholizado entró al cuarto donde ella estaba y trató de abusar de ella. Logró escapar. Anabel cuidaba de una hermana más chica. No estudiaba. En una ocasión, embarazada y drogada, Anabel persiguió a una gata, que subió una azotea. El felino saltó y ella cayó. “No puedo seguir igual”, se dijo a sí misma. La adolescente, dice, comenzó a tomar valor por su bebé y dejó el resistol pese a los ataques de ansiedad.