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La diócesis de San Cristóbal de las Casas inauguró hoy en el municipio de Frontera Comalapa una casa-dormitorio y un refugio para migrantes, como alternativa ante los riesgos del crimen organizado, en el contexto de las políticas anti migratorias impulsadas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Uno de los inmuebles fue concluido con aportaciones económicas del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR).
El sacerdote jesuita Conrado Zepeda Miramontes dijo que en medio de la política antimigrante de Trump, las instalaciones son cada vez más necesarias para proteger la integridad de los indocumentados que son víctimas del crimen organizado “como una forma de inhibir su viaje a la frontera norte”.
Entrevistado, el religioso advirtió que “la política entre líneas” del presidente de Estados Unidos, “es provocar miedo entre los migrantes con la operación del crimen organizado en todo el país y que cada día lleguen menos a la frontera norte”.
La respuesta ante esa política, afirmó, debe ser la creación de más albergues para migrantes y refugiados en los sitios donde quedan detenidos, y después procurar una estancia legal en el país.
Los migrantes, dijo, refieren el miedo psicológico por las publicaciones sobre el tema. Y, además, “se sabe de reuniones de funcionarios de Estados Unidos en la frontera sur para ponerse acuerdo en el refuerzo de medidas en esa zona”.
El sacerdote Zepeda señaló que en la apertura de la instalaciones estuvieron el obispo coadjutor de San Cristóbal de las Casas, Enrique Díaz Díaz; el presidente del Servicio Jesuita Migrante, Arturo González, y representantes de ACNUR, de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y diplomáticos centroamericanos, entre otros.
La casa para refugiados migrantes, inaugurada en la colonia Huixnayal, fue construida por la diócesis y la parroquia Santo Niño de Atocha, de Frontera Comalapa, con donativos de sacerdotes maristas que realizaron la campaña Un peso por niño.
Se recibieron además aportaciones de feligreses y de “los pobres” de la región, que contribuyeron con dinero, materiales y trabajo. El inmueble fue mejorado con aportaciones de ACNUR.
Conrado Zepeda agregó que quienes esperan solicitudes de refugio o asilo en México son enviados a ese albergue conocido como “San Rafael”, donde ya viven algunas personas.
El albergue o dormitorio “San José”, se encuentra en la cabecera de ese municipio fronterizo.
Dispone de seis departamentos familiares y cuatro más con 15 camas para hombres y otras tantas para mujeres. Posee, asimismo, un espacio, que aunque pequeño, importante para la comunidad transexual ya que ésta es tres veces violentada por su condición sexual, de migrante y pobreza, explicó el sacerdote.
“San José” tiene un espacio más exclusivo para mujeres, que consta de un comedor y áreas comunes ejercicio y lavado de ropa, entre otras actividades.
cev