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estados@eluniversal.com.mx
La esperanza de encontrar a padres, madres, hermanos e hijos desaparecidos se encuentra bajo tierra. El territorio veracruzano fue convertido, en los últimos seis años, en un cementerio clandestino.
La guerra entre cárteles de la droga y autoridades federales, estatales y, sobre todo, navales han dejado muerte y dolor en el estado, pero también a cientos de desaparecidos, luego de que grupos criminales han dejado cuerpos bajo tierra y triturados.
Las cifras hablan por sí solas: De 2011 a 2016 fueron localizadas —según informes oficiales en poder de EL UNIVERSAL— 257 fosas clandestinas o “inhumaciones ilegales”, como les llaman las autoridades.
“Ningún rincón de Veracruz, pedacito de patria que sabe sufrir y cantar”, escapó a la muerte y a la decisión de los verdugos de impedir la sepultura de sus víctimas, a quienes no sólo privaron de la vida, sino que trituraron como para dejarlos en el olvido.
En los sepulcros clandestinos, familiares de los desaparecidos —organizados en brigadas de búsqueda— y autoridades ministeriales localizaron 23 mil 157 restos humanos, desde fragmentos de hueso y cráneos hasta partes enteras. Se trata de cifras oficiales obtenidas en una búsqueda realizada en la Fiscalía de Investigaciones Ministeriales, en las Fiscalías Coordinadoras Especializadas, en las Fiscalías Regionales y en la Dirección del Centro de Información e Infraestructura Tecnológica de la Fiscalía General del Estado.
Los peritos de la Dirección de Periciales de la Fiscalía y elementos de la Policía Científica del gobierno federal, quienes realizan de manera conjunta los trabajos de identificación de cuerpos, lograron descubrir que los más de 23 mil restos hallados en las tumbas ilegales pertenecían a 213 cuerpos.
“Siento mucho miedo”. Elvira Gómez López es una de las mujeres que integran las Brigadas de Búsqueda de Personas Desaparecidas y lo hace desde 2013, cuando desaparecieron dos de sus hijos: Rodrigo y Juan, de 17 y 19 años.
“En el recorrer de las fosas siento mucho miedo, mucho miedo de que mis hijos estén ahí”, relata.
Armada con un palo o varillas para hurgar en la tierra, ha participado en la extracción de restos localizados en las regiones de Córdoba y Tres Valles; siempre en busca de sus dos hijos, uno de ellos albañil dedicado a cambiar durmientes de vías del tren y el otro vendedor de bolsas de plástico.
“También tengo la esperanza de que mis hijos no estén ahí, de que se encuentren vivos por ahí en alguna cárcel… no sé, pero eso es imposible, ya llevan tres años de desaparecidos y cuando veo cuerpos que aparecen siento que son mis hijos”, agrega Elvira.
De los 213 cuerpos encontrados, las autoridades sólo han logrado identificar a 109 y entregarlos a sus familiares; los demás han sido imposible de identificar debido a que muchos restos fueron triturados, pero también se debe al desgaste y la rapiña animal.
“Traigo mucho miedo de que sean mis hijos, me entra desesperación porque pienso que mis hijos así están en algún lado, pienso que a mis hijos les pudo pasar lo mismo”, confiesa Doña Elvira, una mujer que sigue la lucha por encontrar a los suyos bajo tierra.
Sexenio de desapariciones. Durante el sexenio de Javier Duarte un total de 5 mil 785 personas fueron reportadas como desaparecidas, de las cuales 2 mil 340 siguen sin regresar a sus hogares, de acuerdo con organizaciones y colectivos de familiares.
Las estadísticas oficiales de la fiscalía estatal revelan que 3 mil 85 ciudadanos que habían sido reportados como desaparecidos aparecieron con vida, pero 360 más fueron entregados en ataúdes a sus familiares.
Es en esa búsqueda como han logrado dar con las fosas clandestinas. No hay año o región donde no hayan aparecido restos humanos y con ello la esperanza de encontrar a sus desaparecidos, pero también el miedo que estén ahí. Sentimientos encontrados.
Los documentos oficiales revelan que en 2011 fueron halladas 30 inhumaciones ilegales con cuatro cuerpos diseminados en 59 restos; para 2012 la cifra de fosas clandestinas fue de 46, con 57 personas halladas.
El año 2013 ha sido uno de los más duros para los familiares de desaparecidos. Ese año se ubicaron 93 fosas clandestinas con un total de 12 mil 374 restos humanos y 145 pedazos de cráneos. Los restos pertenecían a 32 cuerpos, de los cuales 21 fueron identificados, 11 aún siguen sin nombre.
Para 2014 el terror se mantuvo con 49 inhumaciones ilegales, donde las autoridades ubicaron 85 cuerpos, de los cuales 32 siguen sin ser identificados; en 2015 fueron 27 fosas clandestinas con 33 personas en su interior.
“De los cuerpos no nos han dicho absolutamente nada… es necesario que se apuren a hacer la revisión de todos los cadáveres que han encontrado porque son un montón”, afirma María de Lourdes Rosales Calva, integrante de la Red de Madres Veracruz.
La mujer, quien desde julio de 2013 busca a su hijo Jonathan Celma Rosales, de 25 años, considera que es necesario realizar nuevas pruebas a todos esos restos y compararlos con las miles que han aportado los familiares.
“No nos han dado informes… tan sólo en Colinas de Santa Fe en Veracruz son 118 fosas donde está trabajando los de la Policía Científica”, expone una de las más intensas activistas de esa región del estado.
Caso sospechoso. Y es que un caso aparte es 2016, cuando los informes oficiales dan cuenta de tan sólo 13 hallazgos ilegales con 10 mil 524 restos que pertenecían a 12 cuerpos. Las fosas fueron localizadas en los municipios de Ixtaczoquitlan, Córdoba, Tlalixcoyan, Coatzacoalcos, Cosamaloapan y Jaltipan.
Lo que extraña a activistas de búsqueda de personas es que en ese año no aparece el municipio de Veracruz, donde la Brigada de Búsqueda de Personas halló la mega fosa clandestina de Colinas de Santa Fe, con restos de 124 personas, de acuerdo con la integrante del Colectivo Solecito Veracruz, Rosalía Castro Toss.
La búsqueda que inició en septiembre pasado arrojó un total de 107 fosas clandestinas, la autoridad apenas ha procesado 42, y es en éstas —asegura— donde los restos de más de 100 cuerpos han sido hallados.
Las brigadas siguen sin descansar. La muerte sigue asomándose, literal.