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Era el último día de actividades para la celebración del festival de música electrónica BPM y la venta de drogas estaba a la vista de muchos.
“Literal, en la calle te dicen ‘pastillas, perico, ácidos, mota’. Yo me gasté 4 mil pesos en perico y tachas, así tan a la mano está.
“Todos andan vendiendo, hay como 200 vendedores por evento. Hay muchos rumores... que según ya no dejaban entrar a más vendedores y que los que vendían adentro venían vestidos [como elementos] de seguridad.
“El evento en el que yo estaba iba a terminar a las 10 de la mañana y terminó a las tres”.
Así fue el último día del festival, que celebraba su décimo aniversario con actividades que comenzaron desde el viernes 6 de enero.
Uno de los asistentes que se encontraba cerca del bar donde se suscitaron los hechos declaró a EL UNIVERSAL que había confusión en muchos lugares y que algunos de sus amigos habían decidido ir a ese lugar para finalizar un día de música y fiesta.
“Están bien sacados de onda. Había dos eventos de cierre a la misma hora: el de Blue Parrot y el de The Jungle, según hubo amenazas en The Jungle y la seguridad [el personal] estaba muy sacada de onda también, ahí estaban como locos todos”, detalló.
El testigo explicó que pese a que se había divulgado que muchas actividades culminarían hasta la mañana del lunes, muchos lugares optaron por cerrar y dar por concluido todo, incluso el lugar en el que él se encontraba, y sin posibilidad de ofrecer un reembolso.
Otros testigos señalan que hubo mucha confusión después de los disparos: la mayoría salió corriendo, mientras otros se resguardaron abajo de las mesas o en los baños; no sabían qué pasaba.
Vecinos de la zona relatan que en la madrugada escucharon disparos y gritos de gente, por lo que buscaron resguardarse en sus domicilios; no sabían qué ocurría.
Uno de los vecinos que habita en la calle 8, cercana a la discoteca Lenin Amaro Betancurt, narra que Playa del Carmen era un sitio tranquilo, para disfrutar, y ahora está amenazado por la delincuencia.
Exige a las autoridades de Quintana Roo actuar con energía ante la posible presencia de gente vinculada con el narcotráfico.
Otros lugareños dicen que la desgracia en Playa del Carmen “huele a una lucha de poder por la plaza en el tráfico de enervantes”.
Mientras, en la discoteca, elementos policiacos —algunos de ellos encapuchados— vigilaban los alrededores del antro y de la zona de la playa colindante a uno de los accesos a ese lugar, donde lucen los sellos de clausura.
Después de la tragedia, vecinos y turistas acudieron a la discoteca Blue Parrot, donde colocaron cartulinas pidiendo paz, así como flores y veladoras en memoria de los jóvenes fallecidos.
Por la tarde realizaron una marcha en silencio, en la que participaron decenas de habitantes del municipio de Solidaridad, donde se ubica Playa del Carmen.
Hubo también turistas nacionales y extranjeros; el reclamo era generalizado de poner un freno a la violencia y a los posibles delincuentes vinculados a las drogas en esta zona; de no hacerlo, advirtieron, la ola de violencia podría convertirse en “algo cotidiano”.
Dejaron constancia de su inconformidad y temor de la balacera que interrumpió lo que pretendía ser la despedida de un festival.