El 17 de noviembre de 2010, el ex presidente Felipe Calderón Hinojosa y el ex gobernador Juan Sabines Guerrero llegaron a Puerto Chiapas para poner en marcha la planta generadora de biodiesel destinado para el uso de vehículos del transporte urbano que Tapachula y Tuxtla Gutiérrez; se prometió que generaría hasta 20 mil litros del combustible por día y bioturbosina.
Desde principios de 2010, el ex gobernador Juan Sabines estableció contactos con organizaciones ambientalistas de Estados Unidos para sembrar más de 40 mil hectáreas de jatropha curcas o piñón, una planta nativa de México que serviría para producir el biodiesel que se comercializaría en la nación del norte y para el uso de vehículos del transporte público de Chiapas.
Entusiasmado por el proyecto, en abril de ese año Sabines Guerrero ordenó la creación del laboratorio en bioenergía, con una inversión de 10 millones de pesos, “el primero en su tipo” en México, orientado a la producción de aceites y biocombustibles, a través de la semilla de jatropha, con lo que Chiapas, dijo, “se ponía a la vanguardia” en este ramo.
En el centro de investigación de Rosario Izapa, cercano a la frontera con Guatemala, sede del Instituto Nacional de Investigación Forestal Agrícola y Pecuaria (Inifap) se instaló el laboratorio para el mejoramiento genético del piñón e higuerilla para producir biocombustibles.
Mientras tanto, el presidente de Energy Fox, Lowel Fox, recorría los municipios de Chiapas para hablar con los campesinos de las bondades y beneficios de sembrar la jatropha en sus parcelas. Los campesinos supieron de los beneficios económicos de la siembra del piñón, porque les aseguraron que generaría más de 80 mil empleos formales y una derrama económica de 2 mil millones de pesos.
Los que promovían la siembra de la jatropha explicaban a las familias que no invertirían en agroquímicos o fertilizantes para el crecimiento de las plantas.
Incluso la siembra de la jatropha era “más rentable que el maíz, frijol o caña de azúcar”, aunque el programa no pretendía “sustituir la producción de alimentos por el biodiesel”, decía Manuel Camargo de MDLM, una organización asentada en México, filial de Green Oil Corporation.
Desde el año 2008 Roberto Morales Domínguez, presidente de la Comisión para el Desarrollo Rural (Coder), encabezó reuniones en varias partes de Chiapas para alentar a los campesinos que sembraran jatropha y generar biodiesel.
Un promedio de 10 mil hectáreas de jatropha se tenían previsto sembrar en los municipios de Mapastepec, Acacoyagua, Acapetahua, Escuintla, Pijijiapan y Huixtla, con un promedio de ganancias para los campesinos de 380 millones de pesos.
Coder tenía un grupo de 65 ingenieros agrónomos que daban asesoría a los campesinos para la siembra de la jatropha y se anunciaba la apertura de oficinas en Comitán de Domínguez, Tuxtla Gutiérrez y Arriaga, donde se pretendía concentrar la producción que se generaba
en Chiapas.
Morales Domínguez decía que para asegurar la producción de biodiesel, Energy Fox invertía 650 millones de pesos en Veracruz, para la siembra de 100 millones de plantas, que generarían 110 mil empleos directos y 500 mil indirectos. Había planes para promover la siembra de la jatropha en Campeche, Tabasco, Quintana Roo y Yucatán, con tal de asegurar la producción de los 20 mil litros de biodiesel en la planta de Puerto Chiapas.
Se propusieron la meta de sembrar entre el 2011 y 2012, 80 mil hectáreas de jatropha y montar una planta en Arriaga, que serviría para almacenar el biocombustible que se vendería en Estados Unidos.
El asesor de Energy Fox, Eduardo Acosta Martínez, explicaba que una hectáreas de jatropa era capaz de producir 600 galones de aceite y una planta que vive entre 50 a 60 años, es capaz de absolver 50 toneladas de carbono, que ayuda a revertir el calentamiento global.
La financiera Cesagro le decía a los campesinos que tenía “los recursos listos” para apoyarlos hasta con 18 mil pesos para la siembra de la planta, asistencia técnica y seguro agropecuario, en un lapso de dos años.
El proyecto entusiasmaba a campesinos de Frontera Comalapa, La Trinitaria, Las Margaritas, Las Rosas, Socoltenango, Comitán, Pijijapan, Huixtla, Tapachula y otros, que aseguraban entrarle con la producción de la jatropha.
Llegó la fecha de la inauguración de la planta de Puerto Chiapas, el 17 de noviembre de 2010, donde se anunció que el gobierno del estado invertiría 21 millones de pesos y el gobierno federal, 15 millones de pesos. Se promocionó que el transporte público de la capital de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez y la ciudad de Tapachula, usaría biodiesel, para ayudar en contra del cambio climático.
Cinco meses después de que entró en funcionamiento la planta, el 2 de abril de 2011 se anunció el primer vuelo entre Chiapas y la Ciudad de México, donde un avión usaría bioturbosina.
Durante el final de las actividades de la Conferencia de las Pares de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático COP 16, que se realizó en Cancún, el 8 de diciembre de 2010, dos camiones del transporte público que serían usados para Tapachula, fueron llamados “TP001 Lic. Felipe Calderón Hinojosa” y “TP001 Ban Kin-moon”; pocos días después se supo que los vehículos que recorrieron las calles de esa ciudad no usaron biodiesel, sino combustible de depósitos fósiles. Los choferes de los camiones cargaban combustible en los expendios de Pemex.
En un intento por continuar con la operación de la planta de biodiesel, que pretendía comercializar a 10.80 el litro con IVA incluido y dado que los encargados de la planta no tenían jatropha para continuar con la operación, empezaron a comprar aceite de desecho de las restaurantes de pollo que proliferan en la Ciudad de Guatemala.
A principios de 2011 llegaron a Puerto Chiapas los primeros camiones cisterna de 10 mil litros cargados con este aceite para la planta de biodiesel. La planta ya no pudo sostenerse y finalmente fue abandonada a mediados de 2011, así como el laboratorio de 10 millones de pesos.
El fideicomiso para el biodiesel siguió operando hasta que al arribo del ex gobernador Manuel Velasco Coello, en 2012, lo desapareció. Un año después hubo un intento por reabrir la planta, pero el salitre había convertido en chatarralas instalaciones.