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“Hasta donde mis pasos lleguen irá la música de Isaac y Los Buayums, para dar a conocer nuestras raíces indígenas del sur de Sonora, la misma que está llena de misticidad y encanto”, dijo Isaac Montijo.

Isaac Montijo Figueroa, quien nació hace 21 años en una pequeña localidad rural de Navojoa, llamada Los Buayums, es un artista nato.

A los nueve años realizó su primera composición musical y hace poco más de un año creó una agrupación con la que han tenido presentaciones masivas, donde han probado el sabor de los aplausos.

Autor de más de 100 canciones, el estudiante de la licenciatura en Gestión y Desarrollo de las Artes, del Itson de Ciudad Obregón, busca rescatar la cultura y tradiciones indígenas con sus cantos en las lenguas mayo y yaqui.

A pesar de ser criado en el seno de un hogar cristiano que no le permitía participar en las actividades tradicionales por ser puramente católicas, a los 17 años siguió el llamado de la sangre que corre por sus venas: sus raíces étnicas. Empezó a juntar amigos y poner música a sus canciones. En junio del 2015 integró en forma el grupo Isaac Montijo y Los Buayums, donde participan ocho músicos, un traductor de lengua mayo y una representante quien también es la administradora.

Son originarios del sur de Sonora y norte de Sinaloa; pertenecen a las etnias mayo y yaqui, donde los usos y costumbres son similares. Organizan fiestas cuaresmales; toman decisiones bajo una ramada tradicional hecha con horcones de mezquite y carrizo seco; se come wakabaki, un caldo cocido a la leña, elaborado con garbanzo, costilla de res, calabaza, papa, repollo, zanahoria y ejote; además se practica la danza del venado al son de tambor, flauta, jícaras de agua, raspadores y guitarra.

Esa identidad permite que transmitan la esencia de su música con la cual buscan resignificar y difundir la cultura mediante la fusión de música indígena con géneros como salsa, cumbia, mariachi, rap, son cubano, norteño, country, ska, jazz y hasta reggaeton.

En los arreglos musicales fusionan sonidos tradicionales emitidos por instrumentos nativos como los jirukiams (raspadores), que hace el sonido del resuello del venado cuando no puede respirar y va muriendo; los allales (sonajas), que representan cada animal que está en el monte.

Un palo de Pitahaya o de lluvia, con piedras pequeñas al interior; flauta de carrizo; así como los tenábaris, unas cuentas largas elaboradas con orugas de mariposa y en el interior tienen tierra de hormiguero.

A parte de los arreglos nativos, utilizan instrumentos latinos como congas, cajón peruano, trompeta, trombón, saxofón tenor, bajo eléctrico y guitarra electroacústica.

Todo esto fusionado a ritmo con interpretaciones en la voz de Isaac Montijo, cuyas letras hablan de la vida cotidiana de la etnia e invita a un encuentro con lo místico de la cultura y la tradición; en sus historias hechas canción relatan sobre lo que oculta esa tierra.

De lo cotidiano a lo místico. En la entrevista con EL UNIVERSAL, Isaac Montijo dijo: “No defino al grupo como tradicional, así como cantamos a lo trivial, lo hacemos con lo cotidiano, el amor o desamor, también interpretamos música de protesta como la canción titulada “69 menos uno”, que trata sobre la matanza de Tlatelolco”.

“Le decimos esto a la raza, somos morros que le cantamos a eso, que decimos que esto está pasando; no me estés echando plomo, sabes que apenas podemos y me estás echando esta carga en el lomo, tan siquiera dame el muerto pa’ llorarle y saber que lo mataron, no me dejes enterrado o fusilado o nadando en el océano”, dice la canción.

Al cerro del Bayajorit, el guardián de los pueblos mayos, le dedicó una canción, en la cual “se relata parte mito y leyenda urbana, que a la fecha prevalece, donde moradores dicen que existe una cueva y sólo las personas preparadas mentalmente pueden entrar y salir con vida, porque ahí, por una promesa, se le vende el alma al diablo”.

El mayor de sus éxitos es la “Cora Seca”, una canción que compuso cuando andaba en el monte con su padre buscando a las chivas, un señor se le acercó y les advirtió que tuvieran cuidado con una víbora de cascabel. Luego, la adaptó a una situación cotidiana.

Cantan además, canciones tradicionales adaptadas al jazz, country, folk, rap, norteña y otros géneros e interpretan algunos covers como la del “Río viejo”, “La Yaquesita” y “La Flor de Capomo”, entre otras.

Pisan grandes escenarios. La última presentación masiva de Isaac Montijo y Los Buayums fue este 27 de octubre en Empalme, Sonora, en el “Festival Hilario Sánchez Rubio 2016”, donde alternaron con artistas como Humberto Cravioto, acompañado con el Mariachi Los Arrieros, La Banda de Música del Gobierno del Estado de Sonora, Orquesta Filarmónica ‘Fray Ivo Tonek’, Ramos Big Jazz, Grupo Scorpio´s, Isaac Grupo “Pata de Palo”, Los Tolerados, Estudiantina “Viva Empalme”, Guajira Son, La Tierra y La Ruqueada, entre otros.

En septiembre pasado participaron en el Festival Internacional de Músicas Indígenas Contemporáneas, desarrollado en el Museo Universitario El Chopo, un concierto celebrado en el marco de Estruendo Multilingüe.

Como parte del Festival Internacional del Pitic, la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) los invitó a participar en la Expo-Venta de Productores Indígenas de Sonora del 27 al 28 de mayo, con el propósito de llamar la atención de los jóvenes para que sigan interesándose en practicar su lengua materna.

En enero, tuvieron el primer concierto del año, en la Alameda Central de Álamos dentro del marco del Festival Alfonso Ortiz Tirado.

Isaac Montijo comentó que si bien es cierto han pisado grandes escenarios, han buscado promocionarse solos a través de las redes sociales, puesto que la mayoría de las personas que se les acercan les piden presentaciones gratis a cambio de promoción.

El Instituto Sonorense de Cultura (ISC) en este mes de octubre acaba de aprobarle una beca a través de un programa de creadores, pero el resto del grupo en su mayoría son estudiantes y buscan apoyo de sus padres o tienen trabajos de medio tiempo para poder trasladarse al lugar donde ensayan. Cada lunes se reúnen en un domicilio de Ciudad Obregón, de las 20:00 a las 11:00 horas. Es una pequeña sala de 4 metros de ancho por 5 metros de largo, donde se reúnen al menos 10 personas, conviven y crean armonías para sus canciones. El espacio no los limita, Isaac Montijo y Los Buayums son grandes cuando están frente al público, entre tarimas, luces y sonidos.

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