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San Cristóbal de las Casas.— Regido ancestralmente por usos y costumbres y tradicionalmente priísta, San Juan Chamula figura como uno de los municipios más violentos e intolerantes de Chiapas.
Ubicado a 10 kilómetros de la ciudad de San Cristóbal de las Casas, es uno de los municipios con mayores registros de casos de intolerancia religiosa con expulsiones de creyentes evangélicos que datan de mediados de 1970.
En su nueva fe el evangélico deja de participar en las fiestas católicas tradicionales, por tanto, ya no contribuye económicamente para la compra de posh y la celebración de los santos patronales, señala el dirigente evangélico Esdras Alonso González.
De ahí viene la represión, inicialmente con los cortes del agua potable, energía eléctrica, la quema de viviendas, la expulsión del terruño o, en el peor de los casos, el homicidio, advierte Alonso.
En el pueblo chamula se practican también los juicios sumarios, donde por presuntos delitos graves o no, las víctimas son linchadas por los pobladores. Las incineran, las matan a machetazos o a pedradas.
Organizaciones de derechos humanos denuncian además persistentes prácticas de machismo en la región, en agravio de las mujeres, a quienes someten e incluso se les sujeta a matrimonio mediante dotes convenidas con familiares.
En este municipio, los linchamientos de personas han sido recurrentes. El más reciente ocurrió en septiembre de 2015, cuando dos personas llegaron a la cabecera municipal para pedir el pago de un automóvil que habían vendido a un comprador que vive en el centro del poblado, pero cuando éste se negó a pagar, corrió la voz de alerta de que querían robarle el vehículo y mataron a garrotazos y golpes a los comerciantes.
Antes, en 2013, los indígenas habían linchado a tres hombres en la comunidad Las Ollas, a los que después de golpear, les prendieron fuego, cuando trataban de tirar el cuerpo de una mujer que habían secuestrado, torturado y violado.
Días después, comercializaban el video en los mercados de San Cristóbal de las Casas, a 10 y 15 pesos.
En abril de ese año, mataron a golpes a un presunto asaltante de un taxista en la comunidad Becheijtic, pero tres presuntos delincuentes consiguieron huir entre las montañas.
La violencia de los chamulas entre bandos opositores y adversarios ha sido recurrente en la historia reciente, por ejemplo, Miguel Gómez Hernández, conocido como Miguel Caxlán, que se despojó del chuj (cotón) y se vistió como ladino, fue asesinado del 24 de julio de 1981, cuando decidió abrazar el protestantismo.
Los matones recibieron la orden de Javier López Pérez, para levantarlo y luego torturarlo, cortarle la lengua, la nariz y el cuero cabelludo.
En el cuento La tregua, la escritora Rosario Castellanos narra el linchamiento de un caxlán (mestizo) en manos de indígenas tzotziles porque “los brujos, comedores de bestias, comedores de hombres”, que exigen “su alimento” y por eso “es preciso volver a matar”.