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estados@eluniversal.com.mx
Los pobladores de la zona turística y rural del puerto tienen una sola petición: “¡Paz!”. A tres días de que policías federales respondieran ataques de un grupo criminal, acapulqueños en redes sociales opinan: “Somos cabrones, nos levantamos de huracanes, malos presidentes; vamos a salir de ésta”.
Pero en las calles el ambiente de fiesta, la voz costeña del prestador de servicios que dice: “Pásale por acá primo, paquetes baratos”, no se escucha. El temor prevalece entre la ciudadanía.
Ayer a las 3:00 de la mañana corrió sangre: dos señores fueron asesinados por dos menores de edad dentro del bar Flecha Verde de la calle Velázquez de León en la colonia Centro. Sí, en un asentamiento que da hacia el malecón —gaviotas, yates, turistas, mar y arena—. La Secretaría de Seguridad Pública reportó un doble crimen que engrosa el número: 334 asesinados en Acapulco en lo que va de 2016.
El ritmo pausado de las horas se nota de inmediato. El sonido constante de un día de juerga no se escucha. Aunque abrieron más negocios que el lunes y martes, en la Costera Miguel Alemán, como en Ciudad Renacimiento, el factor violencia pega en la ciudadanía; en el primer caso los prestadores de servicios no se presentaron de a puño como otras veces, pero ninguna ventaja sacaron los que sí fueron a trabajar porque tampoco hay mucha venta.
Desde el inicio de la calle Cuauhtémoc, donde está la secundaria 9 Alfonso Ramírez Altamirano, se ven militares con sus escopetas de grueso calibre. Niños que corren por un raspado, un helado o chicharrones que venden alrededor de su escuela no pierden la sonrisa, aunque a menos de 200 metros de allí el martes asesinaron al rotulero, un señor conocido.
La dirección del plantel reporta ausentismo de estudiantes, pero no suspensión. Esa secundaria está dentro de las 155 que resguardan la Marina y el Ejército. Las autoridades están en la escuela, como en varias de la periferia del puerto desde diciembre de 2014. No han podido garantizarle a los niños estudiar sin vigilancia militar o de la Policía Federal; incluso ellos se sienten mejor así, según comentan.
En el turno matutino hay 670 alumnos y en el vespertino 600. El lunes, luego de la balacera, no hubo clases; el martes acudió 40% de alumnos y hoy se reincorpora 70%, sobre todo en el turno matutino. Las clases se suspenden una hora antes de lo habitual, a las 19:00 horas, porque a las 18:00 ya ningún negocio está abierto y los papás comienzan a ir por sus hijos. Lo mismo, informaron algunos docentes, ocurre en colonias de este lado poniente.
Hay una realidad, en estas escuelas los niños desertan por cuestiones de inseguridad; algunos, porque sus papás están amenazados y se tienen que ir de inmediato. Otros, los menos, tienen posibilidad de irse a otra ciudad.
Padres de familia de escuelas de Ciudad Renacimiento dicen que las cosas son complicadas. A nadie le conviene hablar sobre la situación, con mucho miedo señalan que en la primaria Francisco Sarabia, cerca de la secundaria 9, hace más de un año mataron a un docente y con las balaceras del domingo el miedo de llevar a sus hijos aumenta cada vez más.
Ningún funcionario de la Secretaría de Educación Guerrero (SEG) responde el número de asistencia en las más de mil escuelas de Acapulco; dicen, a través de boletines, que no hay suspensión oficial.
El miedo está presente, incluso en la marcha convocada por escritores, actores y otros integrantes de la comunidad cultural de Acapulco.
La respuesta a la convocatoria fue mínima, apenas participaron un centenar de personas. El objetivo era recuperar el espacio público y dar el mensaje “de que a la gente nos pertenecen las calles”.
Fue desangelada. Para los organizadores, no acudió mucha gente pues aún persiste el miedo y la cotidianidad se recuperará poco a poco.
El temor es tal que la CTM anunció que los trabajadores no participarán por primera vez en su historia en el desfile del 1 de mayo, que coincide con el fin de semana largo en el que turismo municipal prevé una afluencia de visitantes superior a 80%.