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Los dichos de doña Juana, una veracruzana originaria de Tuxpan, sobre el boom petrolero en la Sonda de Campeche, con 200 plataformas, transcurren del esplendor que atrajo a miles de personas, al declive que tiene a los carmelitas en una crisis económica que no se había vivido en los últimos 40 años ni cuando golpeó la isla el huracán Roxanne, en 1995.
Una tragedia en 2009 obligó a Juana a emigrar a la isla; a su hijo le cayó una viga de dos toneladas que le cercenó la pierna, pero la naviera Cotemar, que este fin de semana despidió a 2 mil obreros, le pidió mudarse a la ciudad para ayudar a su hijo y volar a Houston.
Atraídos por salarios de más de 20 mil pesos, miles llegaron a la isla entre las décadas de 1970 y 1980, pero el flujo parece detenerse con el recorte de 100 mil millones de pesos de Petróleos Mexicanos (Pemex) en proyectos de exploración, extracción de crudo y gas.
Empresarios hoteleros, restauranteros, del transporte terrestre, aéreo y de la construcción, que levantaron emporios en la isla, van en picada con la suspensión de contratos entre Pemex y compañías que realizaban trabajos de ingeniería marina y con ellos también terminan trabajos para empleados y comerciantes de la zona.
Ante la incertidumbre, los obreros aún llegan por miles a la isla, aunque cuando se presentan en las empresas, con la libreta de mar en regla, no encuentran trabajo y entonces tienen que quedar “varados” en tierra firme mientras sus familiares envían dinero para regresar a casa.
Los carmelitas, con marcado acento de tabasqueños más que de la Península, vieron aparecer infinidad de letreros en varias zonas con departamentos y oficinas en renta.
En la “capital económica de Campeche”, de 200 mil habitantes, los hoteleros que se quedaron sin huéspedes optaron por bajar sus tarifas: “Amigos de Pemex: Tarifa promocional $990. Esta ok trabajar y disfrutar”, se lee en el cartel de una cadena hotelera.
Empresas que arrendaban hoteles para alojar a cientos obreros mexicanos, de Taiwán, China y Rumania, se quedaron sin clientes, porque los proveedores finiquitaron con Pemex.
Antes de la crisis, empresarios levantaron cinco hoteles alto turismo como Hyatt, Marriot, que ahora promocionan “precios bajos”.
Huyen del temporal
Otras empresas se han ido de aquí, como una de Singapur que pujaba por una licitación millonaria con Pemex para hotelería y alimentación. El Grupo Tradeco dedicado a la construcción de puentes y carreteras también se fue.
La empresa Oceandrill (Servicios Petroleros S. de R.L. de C.V.), que rentaba un edificio dejó el complejo de la noche a la mañana. Hallibutron despidió a finales de 2015 a más de 4 mil obreros. Cotemar continúa sin contratar.
Desde el año pasado, en el Golfo se quedaron sin obreros 69 barcos, uno de estos, el Titán 2, encalló, pero Oceanografía no ha intentado rescatarlo.
Los carmelitas percibieron que algo raro pasaba desde 2012, cuando quedó abandonada la construcción del Puente de la Unidad que uniría Ciudad del Carmen con Isla Aguada, y donde Pemex invirtió 883 millones de pesos.
Plazas comerciales que se levantaron entre 2014 y 2015, para alojar empresas nacionales e internacionales, quedaron inconclusas.
La diputada del PAN, Iliana Herrera, asegura que de 2015 a la fecha la economía en Ciudad del Carmen “cayó por completo”, pero aún se “espera lo peor en los próximos meses”, estima.
La isla fue una “ciudad dormitorio”, donde los obreros que llegaban por la vía terrestre o aérea, pernoctaban unas horas antes de adentrarse al mar.
En la terminal de ADO obreros de Tampico, Guanajuato, Chiapas, Tabasco, Oaxaca y otros estados, llegan con pesadas maletas, cascos para esperar su traslado en helicópteros entre la isla y las plataformas, aun así no todos consiguen trabajo.
Juan Hernández, de 26 años de edad y padre de un bebé de un año, espera que lleguen por él para ser trasladado a una plataforma donde permanece 42 días, con un salario de 22 mil pesos, mientras descansa 21 días. El joven ha escuchado del despido de obreros y espera no correr la misma suerte.
Daños colaterales
Alfredo Rodríguez, de 52 años, cruzó la isla en una panga cuando tenía 14 para trabajar en la venta de mariscos en un triciclo. Fue hasta 10 años que abrió un restaurante en Playa Norte al que llamó El Choapense, pero la crisis le afectó en una perdida de sus ventas en 60%.
De 20 mesas en el negocio, sólo cuatro se llenan, por lo que decidió despedir a la mitad de sus trabajadores.
Espera mejorar sus ingresos en Semana Santa, pero augura que el mal momento persistirá porque el ayuntamiento no tiene dinero para auspiciar la Fiesta del Mar, que atrae a turistas de Veracruz y Tabasco para escuchar a artistas de la Ciudad de México.
Un taxista que espera pasajeros en la terminal de la ADO estima que desde el declive económico en la isla ha aumentado la delincuencia y ellos son blanco de los delincuentes para arrebatarles los 400 o 500 pesos del día a costa de su propia vida.
Ahora para hacerse de recursos, los taxistas promocionan corridas a Villahermosa, Tabasco, desde Ciudad del Carmen. “En la isla estamos viviendo una situación muy difícil. Las empresas ya se fueron y las familias que se quedaron están a la deriva”, dice.
A pocos metros de ahí, doña Juana se queja de la crisis en una de las ciudades más caras para vivir en México, pero sobre todo le duele que su hijo de 25 años no pueda trabajar.
Además de los 4 mil 500 pesos de renta mensual debe comprar, por 10 mil pesos, un aditamento para la prótesis que sólo hay en Estados Unidos.
“Ha sido un calvario”, pero sin la ayuda de Cotemar pudo haber sido peor, por eso no duda en decir: “Gracias a Cotemar, una empresa muy humana”.