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Desde lo alto de un pequeño cerro en el paraje El Arenal, en Jalapa del Marqués, se observa resurgir de la verdosa agua de la presa Presidente Benito Juárez parte de la amarillenta estructura de un templo que los frailes dominicos construyeron en el siglo XVI en los valles del Istmo de Tehuantepec, sur de Oaxaca.
Mientras los pescadores de la zona se adentran dos kilómetros y medio al interior de la presa, el imponente edificio de piedra deja ver una tercera parte de su estructura, ya cuarteada y carcomida por el agua de los ríos Tehuantepec y Tequisistlán.
Armando Olivera Grijalba, pescador de 52 años, no se sorprende por el avistamiento. Está acostumbrado a ver todos los años el resurgimiento de las dos cúpulas y parte de los contramuros de lo que alguna vez fue una de las iglesias más hermosas de la provincia zapoteca, de acuerdo con documentos históricos.
“Todos los años sale a la luz, siempre en esta temporada, cuando ya no hay lluvia, cuando hay sequía. Hace como siete u ocho años salió completo. En ese entonces la presa se quedó sin agua. Los ancianos hasta hicieron rezos. Hasta turistas tuvimos. Este año ya lleva la tercera parte dejándose ver. Muy pocas veces se deja ver tanto”, explica mientras se acomoda en su lancha azul.
El pescador recuerda que su padre vivió en el pueblo viejo de Jalapa, antes de la construcción de la presa, que la zona era de las más productivas del Istmo de Tehuantepec, que se dedicaban a la agricultura y no a la pesca.
“Mi papá me contaba que se vivía bien aquí, eran buenos tiempos antes de la presa. Él bajó de la Sierra a Jalapa porque aquí la vida era mejor, pero todo se acabó de la noche a la mañana, cuando los inundaron y los pasaron a la carretera. Se perdieron las tierras. Todo. Hasta la iglesia”, recuerda sin dejar de mover el pie derecho que sostiene parte de la red de pescar.
Don Armando forma parte de los más de 800 integrantes de la cooperativa de pescadores de Jalapa del Marqués, que en la temporada alta logran sacar de 25 a 35 kilos de mojarra al día, la cual es ofertada a los revendedores a 25 pesos el kilo en los mercados de la zona.
“La verdad somos muchos pescadores y muy poca producción, más cuando no hay lluvia, cuando las mojarras escasean. Nos preocupa la sequía, nos afecta mucho porque nos vamos a trabajar fuera de lo que sea para sobrevivir”, comenta resignado.
El anciano rodea todos los días la iglesia buscando el mejor producto que se concentra cerca. No se impresiona que el edificio después de más de 50 años continúe en pie, resistiéndose a morir, a derrumbarse en el fondo de la presa que apenas les da para vivir; está más preocupado por la fuerte sequía que se aproxima y que tarde o temprano desvestirá el templo.
Actualmente la presa no está seca, según la Comisión Nacional del Agua (Conagua), tiene 40% de su capacidad.
La construcción
El gobierno federal construyó hace más de 50 años la presa aprovechando el potencial de los ríos de Tehuantepec y Tequisistlán, sepultando bajo su vaso al pueblo de Santa María Jalapa del Marqués, la otrora importante ciudad zapoteca, que fue reubicada a orillas de la carretera federal Cristóbal Colón.
Durante la gestión del presidente Adolfo López Mateos (1956-1961), la federación construyó la presa; en 1962, se creó el Distrito de Riego número 019 por decreto presidencial que fue publicado en el Diario Oficial el 21 de noviembre de 1962.
De acuerdo con la Conagua, el gobierno federal construyó la presa Benito Juárez y estableció el Distrito de Riego 019 para abrir más campos al cultivo y ampliar las posibilidades de progreso a miles de ciudadanos en todo el Istmo.
Antes de la presa, en 1936, se regaban apenas mil 500 hectáreas, en 1942 entró en operación la presa derivadora Las Pilas, para cubrir 23 mil hectáreas.
La presa derivadora Las Pilas se localiza a 17.2 kilómetros aguas debajo de la presa, sobre el río Tehuantepec, en tierras de Mixtequilla.
De acuerdo con el trabajo de investigación vertido en el texto Santa María Jalapa del Marqués: pueblo sepultado por el vaso de la presa Presidente Benito Juárez, de Pedro Maldonado Cruz y Rosa María Mendoza Marín, la presa benefició en mayor medida al municipio de Salina Cruz y a la Refinería Antonio Dovalí Jaime, al dotarlos del agua necesaria.
Agrega que “lo que sí sucedió, es que las tierras que recibieron en restitución los pobladores, fueron de menor calidad, obteniendo niveles inferiores de producción, a lo que habría que agregar la necesidad de utilizar fertilizantes, lo que obligó a la población a dedicarse a actividades diferentes de la agricultura, o bien, a emigrar en busca de mejores oportunidades de trabajo y de ingreso”.
Después de la formación del Distrito de Riego 019, se crearon 12 módulos en todo el Istmo, abarcando una superficie de 75 mil 160 hectáreas, de las cuales 51 mil 955 tienen cobertura de obra hidráulica.
Con la inundación de la vieja Jalapa con todo y su iglesia y monasterio dominico del siglo XVI, la Conagua logró que existiera una superficie regable de 44 mil 466.6 hectáreas, abarcando los municipios de Juchitán, Comitancillo, El Espinal, Huilotepec, Ixtaltepec, San Blas Atempa, Xadani, Mixtequilla, Unión Hidalgo, Jalapa del Marqués y Tehuantepec.
El viejo granero del Istmo
Jalapa del Marqués recibe el nombre en zapoteco de Yudxi (Arena) o Guiigu’ yudxi (río de arena), mientras en náhuatl Xalapan (en el lugar del río arenoso). En la época de la colonia, Jalapa era una de las tres cabeceras de provincia y cabecera de jurisdicción; Vía de Tehuantepec, Vía de Jalapa y el Pueblo de Tequisistlán, según lo registró Juan Torre de Laguna en 1580, alcalde mayor de Tehuantepec y de Jalapa, en su Descripción de Tehuantepec.
Para el historiador Víctor Vásquez Castillejos Jalapa, Pueblo Viejo, tuvo una gran importancia como lo tuvo Tehuantepec, además de ser el único pueblo zapoteca del Istmo que se opuso a la Corona y los gobernantes de Tehuantepec. Además de ser considerado el granero de la región y la última frontera del camino real para los zapotecas.
En Yudxi bajaban los pueblos de la Sierra, los mixes y chontales a dejar sus productos. Los zapotecas de la jurisdicción de Tehuantepec compraban maíz en temporada de sequía, aunque también se tiene el registro de abastecimiento en Laollaga y Tonalá, Chiapas.
La vieja Jalapa se fundó en un llano muy fértil rodeado de cerros, y para ilustrarlo, quién mejor que Francisco de Burgoa en su Geográfica Descripción de 1674.
Vásquez Castillejos asegura que después de la destrucción de Pueblo Viejo por las aguas de la presa, según narran los ancianos, muchos viejos murieron de xilase (añoranza) al no soportar ver sepultados sus casas, tierras, muertos y su impresionante templo. Se cuenta que algunos se mataron arrojándose a la presa.