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Cananea
Sumidas en la desesperanza por el abandono gubernamental y el desentendimiento por parte de Grupo México, responsable del derrame de 40 mil metros cúbicos de sulfatos y venenos a los ríos Bacanuchi y Sonora, cientos de personas viven entre la desolación, enfermedades y desempleo. A un año de la peor tragedia minera, EL UNIVERSAL hizo un recorrido desde Arizpe, municipio donde está el río Bacanuchi, hasta la presa Abelardo L. Rodríguez en Hermosillo, donde finalmente se depositó el agua contaminada.
Aunque desde el 15 de septiembre se constituyó un fideicomiso para resarcir los daños con un fondo inicial de 2 mil millones de pesos, y éste incluyó a 22 mil 878 personas afectadas, miles de pobladores aún reclaman sus pagos por toma de agua, agricultura, ganadería y economía. Otros ni siquiera están incluidos, como los 6 mil habitantes de El Molinito, en la zona rural de Hermosillo, quienes quedaron fuera, pese a las afectaciones en esa zona.
Los pobladores además acusan opacidad en la asignación de pago y denuncian que la región vive en un caos. “Faltó organización por parte de las autoridades federales, estatales y municipales; se debió apoyar en partes iguales a todos los que resultaron realmente afectados, comenta Patricia Serrano, habitante de Banámichi.
Asegura que hay personas que han recibido hasta 600 mil pesos sin haber resultado afectados, mientras a muchos perjudicados ni un solo peso les han entregado.
La tristeza se refleja en la mirada de los vecinos del río Sonora, pues aseguran que nada volverá a ser como antes. Lo perdieron todo.
Comen y beben agua con miedo, sienten que en cualquier momento van a enfermar y que al paso de pocos años tendrán cáncer.
La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) reconoce sólo a 360 personas con daños en su salud asociados a la contaminación del río. Activistas aseguran que son más de 600.
Durante el recorrido se pudo constatar que el desplome de la actividad económica ha obligado a algunos pobladores a migrar a Estados Unidos para buscar sustento, pues perdieron sus parcelas, su ganado y se llenaron de deudas.
Otras personas han tenido que vender parte de su patrimonio y emplearse como obreros, albañiles o trabajadoras domésticas.
También está afectado el turismo, no hay visitantes porque existe temor de consumir agua y alimentos contaminados.
Francisco López, habitante de Sinoquipe, municipio de Arizpe, dice que antes del derrame vendía en su taquería 10 kilos de carne al día, ahora, con dificultad, los vende en una semana.
Algunos padres sacaron a sus hijos de la escuela porque no tienen recursos para mantenerlos, sobre todo, a los que estudiaban una carrera universitaria.
Dos derrames, la causa de la tragedia
El 6 de agosto de 2014, la mina Buenavista del Cobre, subsidiaria de Grupo México, tuvo un derrame en una de sus 11 piletas internas de lixiviados, y se vertieron 40 millones de litros de sulfato de cobre acidulado y otros metales como cobre, arsénico, aluminio, cadmio, cromo, fierro, manganeso y plomo, cuyos niveles estaban fuera de las normas ecológicas y de salud.
Los tóxicos recorrieron 17.6 kilómetros del arroyo Las Tinajas, 64 kilómetros del río Bacanuchi y 190 kilómetros del río Sonora, hasta llegar a la presa El Molinito, que trasvasaron a la presa Abelardo L. Rodríguez de Hermosillo.
El 20 de septiembre, la Unidad Estatal de Protección Civil (UEPC) activó los protocolos de alerta y protección a la población cercana al río Sonora, luego de confirmarse las denuncias de pobladores sobre un nuevo derrame de sustancias tóxicas de la mina Buenavista del Cobre.
Carlos Jesús Arias, ex titular de la UEPC, informó que al recibir las denuncias de alcaldes y pobladores, procedieron a un sobrevuelo por las zonas conocidas como Campo Frío y La Mexicana, entre otros, confirmándose la existencia de un nuevo derrame.
Detalló que existieron evidencias de un escurrimiento en la base de otro de los represos, al parecer por filtraciones del mismo, así como de un flujo de materiales contaminantes. En ambos casos se observó que los derrames escurrían por afluentes de arroyos que transitan hacia el Río Bacanuchi. Pobladores del río Sonora temen que el represo exterior de la mina Buenavista del Cobre también se desborde; ahí se encuentra un mar de tóxicos.
De acuerdo con datos proporcionados por el alcalde de Cananea, Francisco Javier Tarazón, éste mide mil 500 hectáreas.
De la puerta 5 de la mina Buenavista del Cobre corre un arroyo que cruza la cerca perimetral de la mina y cruza a terrenos del municipio por varios kilómetros, con un denso cauce color plomoso que desemboca en la presa de jales. Son los residuos de la planta concentradora de molibdeno ubicada a menos de 200 metros de la colonia Los Hoyos.
De promesas incumplidas
El 6 de septiembre de 2014, Grupo México organizó un recorrido por la zona para los representantes de los medios de comunicación.
Enrique Valverde Durán, director corporativo de la Oficina de Salud y Seguridad del Grupo México, afirmó que con los mil 200 trabajadores que escarbaban con pico y pala, dejarían limpio el afluente para el 6 de octubre. Antes de esa fecha se paralizó la remoción de tierra.
En enero se informó que a la empresa se le emitieron acciones de infraestructura, entre ellas la perforación, equipamiento y conexión de la red de distribución de agua de 18 nuevos pozos; 37 plantas potabilizadoras para eliminar metales para la protección de la población; tres represos, uno de ellos de emergencia; limpia de sedimentos; monitoreo permanente por cinco años de aguas superficiales y subterráneas de todos los pozos (34 actuales y 18 nuevos).
También se estableció que el primer trimestre de 2015 entraría en operación la Unidad de Vigilancia Epidemiológica y Ambiental (UVEA) con recursos del fideicomiso, para llevar a cabo las siguientes acciones: atención médica especializada a la población y canalización de pacientes; muestreos epidemiológicos por 15 años; control de vectores, y la implementación de Centro de Mando con operación en cabeceras municipales (Arizpe, Banámichi, Huépac, San Felipe de Jesús, Aconchi, Baviácora y Ures).
Se instalaron tinacos, pero a la mayoría no se les abasteció de agua, otros fueron mal instalados y en el peor de los casos, algunos los colocaron en terrenos baldíos.
El 18 de agosto de 2014, se presentó una denuncia penal contra quien resulte responsable, sin embargo, hasta la fecha, no hay personas detenidas por esta tragedia.
La producción
Buenavista del Cobre, el emporio cuprífero más importante de América Latina, está asentada en 3 mil 600 hectáreas del municipio de Cananea, cuenta con 362 empleados y mil 349 obreros.
En su planta ESDE III produce 120 mil toneladas anuales de cobre; en la Concentradora II, 180 mil toneladas anuales de cobre y 2 mil 600 toneladas de molibdeno; en la planta de molibdeno produce 2 mil 200 toneladas anuales, además del área de explotación de zinc.
Para su proceso de lixiviación de los metales cuenta con seis patios, tres de ellos con material triturado y tres sin material triturado, entre éstos últimos el asociado con la emergencia ambiental.