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Un proyecto comunitario en la ciudad mexicana de Pachuca está llevando el arte a las casas de la gente, en sentido literal: Un grupo de artistas llamado Germen Colectivo ha dedicado 14 meses a transformar el barrio Las Palmitas, situado sobre una ladera, en un gigantesco y colorido mural para tratar de cambiar la imagen de este arrabal obrero.
Con la colaboración de los habitantes, estos muralistas han pintado las fachadas de 200 casas de lavanda, verde limón y naranja incandescente, colores más propios de juguetes que de las casas de cemento y ladrillo gris donde viven muchos mexicanos pobres.
Desde lejos, las fachadas se combinan en un diseño coherente arremolinado y colorido, aunque abstracto. Franjas brillantes que empiezan en una pared cruzan varias casas hasta culminar en elegantes florituras.
Es un homenaje al viento: Pachuca es conocida como "la bella airosa".
El director del proyecto, Enrique Gómez, dijo que el objetivo es integrar a la comunidad y cambiar la imagen negativa del barrio.
"Jamás creí que fuéramos a tener un impacto tan grande", dijo Gómez, un expandillero de barba y tatuajes que cambió su vida al dedicarse a los grafitis y el muralismo.
Las Palmitas era un barrio peligroso donde la gente temía salir de noche o hacerse amigos, pero a medida que el proyecto se acerca a su finalización, se ve más gente que conversa o chicos que juegan en las abruptas escalinatas que atraviesan el barrio.
"Lo que me asombra más es que la gente realmente está transformándose, está creciendo, está habiendo aún más esta convivencia comunitaria, los vecinos están tomando más cartas en el asunto de la seguridad de su propio barrio", dijo Gómez.
El primer paso del proyecto auspiciado por el gobierno municipal fue convencer a los dueños que permitieran pintar sus viviendas. El siguiente fue cubrir cada edificio con una lechada de cal como símbolo de que todos son iguales. Se invitó a los habitantes, pandilleros algunos de ellos, para cubrir las casas con más de 20.000 litros de pintura.
En ese proceso buscaron la participación de los habitantes, a los que enseñaron oficios útiles y los alentaron a ocuparse de su vecindario.
"Es una satisfacción", dijo Alfonso Reyes, un albañil que vive en Las Palmitas. "En las mañanas te levantas y miras a tu alrededor que te rodean todos los colores. Es muy bonito, sales y dices '¡ah! Está bien pintado, bien arreglado todo'''.
En la fase final, los artistas están pintando más de 1.500 metros cuadrados de murales individuales en los callejones.
"Pachuca Se Pinta" ha provocado una reacción tan positiva que ya hay planes para "muralizar" otro barrio, el vecino Cubitos.
spb