Ensenada.— En la tierra agrietada ha quedado un pequeño barco encallado y un muelle flotante. Aún están amarrados al tronco —de lo que fue un árbol— con una cuerda de nylon. La gran presa que abastecía a la Península de Baja California, el estado más alejado del Distrito Federal, murió: en la tierra que hoy parece concreto, han quedado fundidas decenas de llantas.

Se pensaría que a ese suelo lo recubrieron con una capa de cemento y, ensamblaron mosaicos en forma de prismas. Figuras geométricas irregulares, donde los pies se hunden en sus grietas.

Del agua que un día albergó la presa Emiliano López Zamora, sólo quedan charcos verdosos, imposibles de consumir hasta para los pájaros, que murieron y también han comenzado a fundirse con la tierra.

Hace cinco años que no llueve en Baja California, localizada en el noroeste mexicano. En México es el único lugar con clima mediterráneo, solo llueve en invierno. Las repercusiones han sido devastadoras en sus cinco municipios, principalmente en dos, que son los únicos del país catalogados actualmente con sequía extrema por la Conagua.

La presa, los campos y caminos recuerdan escenarios de la película Mad Max, donde la trama se desarrolla alrededor de la guerra por el agua: en un ambiente seco, polvoroso, de troncos pelados y quemados por el sol, donde posan aves carroñeras.

Baja California y el estado de California, en Estados Unidos —divididos sólo por un muro de metal— sufren la peor sequía de los últimos 120 años.

Los tandeos

La primera vez que Gabriela Hernández —una tijuanense que se mudó a vivir a Ensenada— escuchó sobre los tandeos, decidió buscar un departamento en la zona centro del puerto.
Recuerda que le platicaron que desde 2013 habían comenzado a cortar el agua una vez a la semana, pero en la zona turística no. Así que, aunque más costoso, se estableció en un departamento a sólo dos cuadras del malecón.

“Hasta que un día la Comisión Estatal del Agua nos dijo que repararían el acueducto, y así inventaban toda clase de pretextos y supuestas reparaciones. Pero nada oficial”. Después admitirían que por primera vez en la historia escaseaba el agua y comenzarían a racionarla en las ciudades.

El municipio más afectado sería Ensenada, y zonas aledañas como los campos agrícolas de San Quintín y el área vitivinícola Valle de Guadalupe. “Me impacté cuando llegué a mi trabajo y literalmente se leía en una cartulina ‘no entrar al baño porque no hay agua´”.

Durante 2014, primero comenzaron a cortar el agua los sábados; después de lunes a viernes, de 8 de la noche a 5 de la mañana; hasta que este año, dice Gabriela, es tan evidente la sequía, que a partir de las 3 de la tarde el municipio se queda sin agua.

La dinámica para la población ha cambiado. “Hay que levantarse a las 5:40 para calentar agua y bañarse a jicarazos; o comenzar a llenar todos los tambos que tengas para poder lavar trastes antes de ir al trabajo”, dice.

Sin embargo, denuncia, los cobros en los recibos del agua nunca bajaron. Mientras tanto, los asentamientos irregulares salpicados alrededor de la presa llevan tres meses sin agua.

La sequía extrema

El 15 de agosto, la Conagua publicó su reporte Monitor de sequía en México. El único estado con alerta roja fue Baja California: pues 69% del territorio tiene severas afectaciones, es decir, sus cinco municipios.

Teresa Cavazos, académica del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior en México, dice que Baja California atraviesa la peor sequía de los últimos 120 años, tal como el estado de California, en Estados Unidos, en donde reportan la misma cifra.

“Poco a poco se desarrolló a sequía extrema. Los efectos inmediatos, la disponibilidad de agua. Casi no hay ríos, y debido al aumento poblacional todos nuestros acuíferos están sobre explotados, lo que genera un grave problema de abasto de agua para las ciudades”.

Los escenarios muestran que las precipitaciones podrían ser menos con los efectos de gas invernadero, aunado a la falta de acciones por parte de los tres niveles de gobierno.
Sin medidas

Baja California y California comparten el mismo clima mediterráneo. Ambas enfrentan desde hace al menos cuatro años la peor sequía del último siglo, pero las diferencias en las medidas implementadas son muy evidentes.

Mientras en California el gobierno ha implementado una serie de restricciones para racionar el agua hasta 20%, en el estado norteño de México no existen medidas de conservación.

Entre las restricciones que impuso la Junta de Control de Recursos de Agua en ese país se encuentran: No utilizar agua diariamente para jardinería; lavar autos con mangueras y servir obligatoriamente agua en restaurantes. El desacato de estas reglas se castiga con multas de hasta 500 dólares —cerca de 8 mil 500 pesos—.

Las limitaciones de agua han obligado a los californianos a tomar medidas como pintar lo que antes eran jardines de pasto con aerosol verde. “En Baja California esas acciones no se han llevado acabo”, lamenta Teresa Cavazos.

Incluso, el pasado 15 de agosto el Senado de la República exhortó al gobernador Francisco Vega de la Madrid a atender urgentemente el desabasto de agua y sequía en la región.

La Comisión Permanente pidió a la Comisión Nacional del Agua, la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, y al gobierno de Baja California a que desarrollen o fortalezcan un plan estratégico que haga frente a la escasez de agua y a la sequía que se presenta, particularmente en el municipio de Ensenada. En el dictamen aprobado se señala que la escasez de agua ha reducido el desarrollo económico de la región y generado problemas de salud, debido a la prolongada sequía que afecta a varias demarcaciones de la entidad.

Se destaca que esta situación ha generado problemas como inseguridad de abastecimiento futuro en zonas urbanas y rurales, baja eficiencia de los sistemas de agua potable y riego, sobreexplotación de los acuíferos, falta de infraestructura de medición, contaminación, así como daños provocados por fenómenos hidrometeorológicos y ecológicos en el delta del río Colorado.

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