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Con 69 años de edad y 48 años de periodista, casi una decena de premios nacionales de Periodismo, récord Guinness por escribir durante 35 años de manera ininterrumpida una columna, Enrique Manuel Castillo-Pesado vuelve a la casa editorial donde, en sus propias palabras, llegó a la cúspide de sus facultades periodísticas.
A partir del último viernes de noviembre, estará presente cada semana con su nueva columna, Pluralíssimo, en la sección Mundo V.I.P., que todos los viernes El Gran Diario de México ofrece a sus lectores.
¿Cómo comenzó en el periodismo?
Comencé en el periodismo en 1966-67 en Excélsior. Ahí estuve cinco años. Después estuve otros cinco años en El Heraldo. Luego estuve dos años y medio en El Sol, y de ahí llegué finalmente a EL UNIVERSAL.
¿Cómo fue su primera etapa en EL UNIVERSAL?
Llegué al periódico el 15 de abril de 1978, y estuve en él casi 23 años en dos épocas. Sin duda, fue mi mejor época creativa; por ello, considero que EL UNIVERSAL es mi casa. Tuve dos salidas. La primera fue porque llegó un director editorial que odiaba las secciones de sociales. Me mandó llamar y me dijo: “A mí no me gustan los sociales”. Así que me salí y me fui del periódico sin más. Tiempo después, tras un paso por Novedades, se va este director editorial, y el licenciado Juan Francisco Ealy Ortiz (Presidente Ejecutivo y del Consejo de Administración) me regresa a EL UNIVERSAL. Pasan años, y luego tuve una etapa, hay decirlo como es, de envidias y celos, porque siempre he sido un periodista audaz: haciendo entrevistas, viajando por todo el mundo, conviviendo con las mejores figuras de aquellas época. Gracias a EL UNIVERSAL, por ejemplo, publiqué una entrevista con Nancy Reagan, por la que me dieron el Premio Nacional de Periodismo. En consecuencia, fui objeto de una campaña de difamación de parte de ciertas personas. Aun así, el licenciado Ealy, me mantuvo en el periódico. No obstante, al poco tiempo me enfermé de una úlcera que me tuvo incluso al borde la muerte. Pedí un año sabático, que se me concedió, y finalmente, al regresar, me fui por mi propio medio del periódico, para irme a Milenio, donde estuve 10 años colaborando.
Después, de ahí, regresó al diario que lo vio nacer como periodista de sociales y estilo de vida…
Así es. Me fui al Excélsior con la reestructuración que hizo Olegario Vázquez Raña, quien me ofreció unirme a su nuevo proyecto multimediático, hasta que hace unas semanas, decidieron desaparecer Cadena 3, su canal televisivo multifacético, y vuelven al Excélsior TV un noticiero exclusivamente informativo. En consecuencia, me quitaron mi programa de televisión. Al yo tener un paquete firmado que incluía televisión y periodismo escrito, pues salgo del periódico.
Así que fui y le toqué la puerta a mi amigo Juan Francisco Ealy Ortiz. Cuando lo hago, él me dijo: “Esta es tu casa, aquí estuviste la mayor parte del tiempo de tu vida, aquí fue cuando mayor efectividad tuviste, en consecuencia, eres bienvenido con cariño”.
Cuéntenos, ¿cómo superó su enfermedad?
Me enfermé muy fuerte de una úlcera que se me reventó, a consecuencia de tanto beber en tanto evento. Estuve a punto de morir, e incluso muchos me daban por muerto. Así que desde hace 28 años me hice cristiano, como consecuencia de ese trance personal. Por fortuna, en la actualidad estoy perfectamente bien. Al volverme cristiano, me volví un hombre sencillo, porque soy un creyente. Eso me ha vuelto un hombre humilde. Yo nunca había creído en Dios hasta que en ese momento, Él me enfrentó. Por ello, tuve un cambio notable en mi persona. Todo esto me ayudó, creo, a ser una mejor persona. Dios siempre te dice: “¿Quién eres tú para decir que quizá haya un mañana para ti?”
¿Cuáles son sus motivaciones periodísticas?
Son variadas. Mi intención es realizar una conjunción virtuosa de la vida social en general. Hablo de todo menos de política. Es decir, hablo de políticos, pero no de política: ¿qué hace un político?, ¿qué libros lee un político?, ¿hacia dónde va un político?, e intrínsecamente entre líneas, hacer política. A mí me interesa ser un cronista de lo que pasa en una ciudad.
Yo soy un columnista, que puede hablar de estilo de vida de manera integral. Puedo hablar de hoteles, de gastronomía, de arte, de literatura. Eso va más allá de Sociales, tiene que ver con el periodismo en general. Me gusta dar puntos de vista objetivos. Ante todo, me gusta escuchar a las personas. Me gusta ser plural. Creo en la verdad.
Ahora bien, con todos estos antecedentes, ¿cuál es la importancia para el lector de conocer toda esta amplitud de elementos?
Tradicionalmente, las secciones de Sociales o de vida exclusiva han sido muy criticadas, porque se dice que hablan de vanidades y frivolidades, pero eso no es cierto. Cuando se hace una buena crónica, y no una simple nota diminuta, uno se vuelve un testigo fiel de lo que es el acontecer diario de una sociedad. Se inscribe uno en parte de la historia de una ciudad o de un país. La intención siempre es narrar todo esto de una manera objetiva, nunca de forma visceral o con descalificaciones personales.
¿Qué propuestas nuevas tiene en su columna, Pluralíssimo, para sus lectores de toda la vida, y para los nuevos lectores potenciales?
Algunas personas pueden decir que yo ya estoy demodé pero, para mí, lo que está demodé es la manera actual de tratar los temas de estilo de vida, vida exclusiva y sociales, con sus honrosas excepciones, como han sido Mundo VIP y Clase de EL UNIVERSAL. Lo están, porque, en la actualidad, ya no se prepara la gente igual que antes, leyendo mucho: libros, revistas, periódicos. También es fundamental viajar mucho, conocer diversos lugares, tener un oído atento a lo que dicen los demás. Espero traer en mi nueva columna a los notables de la actualidad, como en su momento los traje en mi anterior época en EL UNIVERSAL, así como la extensa crónica de la intensa vida social de México y el mundo.